Em artigo publicado pelo Instituto Independiente, o professor Alberto Benegas Lynch (h) presta homenagem ao economista e pensador francês Fréderic Bastiat, nascido em 29 de junho de 1801:
La
primera publicación de las obras completas de Frédéric Bastiat fue
editada por Paul Paillottet y René V. Fontenay en París, en 1854. Sus
libros y sus numerosos ensayos fueron objeto de sucesivas ediciones, la
última de las cuales fue realizada en 1980 por la Universidad de París.
En 1858 el profesor Francisco Pérez Romero (abogado del Colegio de
Madrid) tradujo por primera vez al español una de las obras de Bastiat.
En el prólogo a esta primera edición española, el profesor Pérez Romero
dice que "La reputación del eminente economista F. Bastiat es demasiado
conocida para que nos detengamos a hacer extensos elogios de la presente
obra con objeto de recomendar su lectura... Tal es el grandioso
pensamiento del autor que desenvuelve con una claridad, originalidad y
elocuencia que cautivan el ánimo del lector, al iniciarlo en los
verdaderos principios de la ciencia económica".
En
Estados Unidos, la editorial Van Nostrand de Princeton tradujo en 1964
al inglés buena parte de sus obras, a partir de lo cual siguieron
traducciones al italiano, al alemán y al chino. La primera obra
traducida al inglés incluye una introducción del premio Nobel en
economía Friedrich A. von Hayek. Dicha obra se titula "Selected Essays
on Political Economy" y en la introducción, entre otras cosas, Hayek
dice lo siguiente: "Bastiat esgrimió argumentos contra las falacias más
importantes de su tiempo (...) ninguna de estas ideas ha perdido
influencia en nuestro tiempo. La única diferencia es que Bastiat, al
discutirlas, estaba completamente del lado de los economistas
profesionales y en contra de creencias populares explotadas por
intereses creados, mientras que, propuestas similares, hoy, son
propagadas por algunas escuelas de economistas y envueltas en un
lenguaje ininteligible para el hombre común".
La
característica central de todos los escritos de Bastiat es su
sencillez, su lenguaje directo y, al mismo tiempo, la notable fuerza de
sus razonamientos. No pocos son los economistas profesionales que
consideran que un trabajo serio debe incluir terminología estrafalaria,
confusa y con asombrosa profusión de fórmulas matemáticas. En este
sentido, Wilhelm Roepke dice en su obra "La economía humana: el marco
social del mercado libre" que "Cuando uno trata de leer una revista
económica de nuestros días, uno se pregunta si no estará en realidad
leyendo una revista académica sobre química o hidráulica. Es tiempo de
que hagamos un análisis crítico sobre estos temas. La economía no es una
ciencia natural; es una ciencia moral y como tal se vincula al hombre
como un ser espiritual y moral" (p. 247). También Popper se refiere a
los lenguajes oscuros pretendidamente científicos: "Cualquiera que no
sepa expresarse de forma sencilla y con claridad no debería decir nada y
seguir trabajando hasta que pudiera hacerlo" ("En busca de un mundo
mejor", Paidós,1994).
Antes
de aludir al contenido de los trabajos de Bastiat, conviene poner sus
obras en contexto. En este sentido, es de gran utilidad la documentación
que proporciona el profesor Murray Rothbard en el segundo volumen de su
historia económica y la información que exhiben Charles Gide y Charles
Rist en el primer tomo de su "Historia de las doctrinas económicas". En
1815 un grupo de jóvenes economistas inspirados por Jean-Baptiste Say
establecieron en París la Sociedad de Economía Política que primero
presidió Charles Dunoyer (autor de una obra publicada en tres volúmenes
titulada "De la libertad de trabajo") y cuyo Secretario fue Joseph
Garnier (autor de un conocido texto titulado "Elementos de economía
política"). Esta sociedad comenzó a publicar el Journal des Économistes
(actualmente se llama Journal des Économistes et des Etudes Humaines).
Say se inspiró principalmente en Cantilion y de Adam Smith y elaboró
muchos aspectos que pueden considerarse como pre-austríacos, es decir
precursores de la Escuela Austríaca que recién comenzaría a
desarrollarse en 1870.
El
tratado de economía de Say fue ampliamente difundido en su país natal y
en el exterior. Como queda dicho, sus discípulos, al fundar la
mencionada Sociedad de Economía Política, abrieron un cauce para
realizar notables aportes a la ciencia económica. Este grupo de
economistas también se conoció como "el grupo laissez-faire". Esta
expresión francesa, tomada de los fisiócratas del siglo XVI, significa
un pedido de la gente dirigido al gobierno: dejar hacer, en el sentido
de no intervenir, no reglamentar y no distorsionar los procesos de
mercado. Lamentablemente hoy se entiende la expresión "laissez-faire"
como la apología del desorden y el caos: una interpretación peyorativa y
distorsionada de su significado original. Como todos estos economistas y
sus discípulos posteriores sostuvieron, el orden emerge cuando se
permite que arreglos libres y voluntarios operen y que el mecanismo de
precios resulte en un sistema para recabar información dispersa, en
lugar de pretender dirigir la economía a través de la ignorancia
concentrada que necesariamente se sucede en los "comités de expertos".
Los
miembros más destacados de aquella Sociedad de Economía Política fueron
luego Gilbert Guillaumin, quien editó la primera enciclopedia de
economía; Gerome-Adolphe Blanqui, quien escribió el primer texto de
historia económica de Europa (en 1837); Michel Chevallier (originalmente
socialista), autor del "Curso de economía política" escrito en 1842 y
su discípulo Henri Gandrillart, quien escribió posteriormente el célebre
"Manual de economía política" en 1857. Atraídos por estos estudios
vinieron economistas de otros lugares como Louis Wolowski de Polonia y
Gustave de Molinari de Bélgica (este último editó durante algún tiempo
el Journal des Économistes).
En
este clima intelectual aparece la figura de Bastiat quien, después de
estudiar economía, participó en la mencionada sociedad y publicó en su
Journal y en otros medios con una elocuencia y una fundamentación que
despertaba admiración en colegas y lectores en general (escribía en
francés, inglés e italiano). Trató con los académicos más destacados de
su época, estable ció la Asociación de Librecambio en Bordeaux en 1841
y, poco después, en París, la Asociación Nacional del Librecambio a
imitación de la Liga de Manchester fundada por su amigo Richard Cobden.
Influyó decisivamente en los acontecimientos de su país y, en Italia, a
través de Francesco Ferrara, profesor de la Universidad de Turín; Tulio
Martello, profesor de la Universidad de Bolonia y el célebre Maffeo
Pantaleoni. En Suecia, Johan August Gripenstedit fue discípulo de
Bastiat (profesor de la Universidad de Lud y posteriormente fundador de
la Sociedad de Economía en Estocolmo).
También
en Suecia fueron sus discípulos Axel Pennich y Karl Waern. Incluso en
Prusia tuvo una fuerte influencia a través de John P. Smith, hijo de
ingleses y profesor de historia económica de la Universidad de
Göttingen.
Murray
Rothbard dice que sin duda Bastiat "contribuyó a los argumentos más
notables y la demolición más devastadora del proteccionismo y de todas
las formas de subsidio y control gubernamental" (vol. II, p. 445).
En
la aludida "Historia de las doctrinas económicas" de Gide y Rist se
apunta que, a pesar de los trabajos que escribieron autores socialistas
como Proudhon y Lassalle en contra de Bastiat, "su mesura, su buen
sentido, su claridad, dejan una impresión inolvidable; y no sé si aún
hoy, sus 'Armonías económicas' no son el mejor libro que pueda
recomendarse al joven que por primera vez emprende el estudio de la
economía política. Ya veremos, por lo demás, que su contribución, aún
desde el punto de vista puramente científico, dista mucho de ser
desdeñable" (p. 451, vol. I).
Por
su parte, John Elliot Cairnes -el economista irlandés, profesor en la
Universidad de Londres y autor de "El carácter y el método lógico de la
economía política"- escribió sobre Bastiat un ensayo (recopilado en "The
Development of Economic Thought: Great Economists in Perspective" de
Henry W. Spiegel). Este ensayo es un estudio crítico de aspectos
epistemológicos en los trabajos de Bastiat. Crítica en gran medida
justificada pero debemos tener presente que el economista francés
escribió antes de Carl Menger y mucho antes que Ludwig von Mises. De
todos modos Cairnes escribe: "El nombre de Bastiat es de todos los
economistas franceses, tal vez, el más familiar en este país
[Inglaterra...] y ha sido afortunado por encontrar excelentes
traductores de sus obras principales... Lamentablemente, Bastiat no
vivió para completar su obra, pero lo suficiente para haber logrado
transmitir claramente el carácter y la concepción general de sus
contribuciones". Tengamos en cuenta que el primer ensayo de Bastiat fue
publicado en 1844 y murió de tuberculosis en 1850. En sólo seis años
produjo una obra asombrosamente amplia. En el trabajo mencionado,
Cairnes pondera un discurso de Bastiat titulado "Los productores de
velas" donde con ironía aconseja que los gobernantes promulguen una
disposición por la que se obliguen a tapiar de día las ventanas de las
casa de toda la población "para proteger a los productores de velas de
la competencia desleal del sol".
En
1959 el profesor Dean Russell se doctoró en la Universidad de Ginebra
con una tesis titulada "Frédéric Bastiat: sus ideas y su influencia" y
en las primeras líneas del capítulo primero transcribe la siguiente cita
de Bastiat "El estado es aquella gran ficción por la que todos tratan
de vivir a expensas del resto". La tesis, originalmente escrita en
francés, se tradujo al año siguiente al inglés y tuvo una amplia acogida
y despertó gran curiosidad entre economistas estadounidenses lo cual,
finalmente, despertó el interés para comenzar la antes referida
traducción de sus obras en aquel idioma. Leonard E. Read -entonces
presidente de la Foundation for Economic Education de New York- ha
escrito respecto de Bastiat: "No conozco nadie que haya visto con mayor
claridad a través de la bruma política que este autor que con tanta
brillantez y versatilidad nos transmitió sus conocimientos... Creo que
Bastiat es en realidad un contemporáneo porque, de hecho vive entre
nosotros. Los frutos de su mente tan fértil son mejor conocidos hoy en
los Estados Unidos por más gente incluso que en la época que escribió
sus obras". El actual rector de la Universidad de Hillsdale, en
Michigan, George Charles Roche escribió en 1971 un libro titulado
"Frédéric Bastiat: A Man Alone" donde dibuja un mapa intelectual muy
ajustado a la época y a la atmósfera en que actuó Bastiat y a su coraje
para defender sus convicciones.
Después
de sus estudios, Frédéric Bastiat, comenzó a enseñar y debatir en
diversos círculos, asociaciones e institutos, algunos de los cuales
fueron fundados por él. Su producción escrita es notable a pesar de que,
como queda dicho, transcurre en un período muy corto que comienza con
su primer ensayo en el Journal des Économistes en 1844. Escribió libros y
cientos de ensayos recopilados en sus obras completas. A continuación
vamos a exponer las ideas de Bastiat con referencia al trabajo
correspondiente.
En
su ensayo "Lo que se ve y lo que no se ve" explica uno de los puntos
centrales del análisis económico cual es la capacidad de poner en
contexto los efectos de las medidas adoptadas. Es común, por ejemplo,
que se alaben las características de un edificio estatal, su
arquitectura, lo imponente de sus materiales, la cantidad de pisos,
mármoles, espejos, el panorama que ofrece, etc. Sin embargo, queda fuera
del análisis lo que no se ve: los bienes y servicios que hubieran
existido si no se hubieran esterilizado recursos coactivamente en el
mencionado edificio. Bastiat pone un ejemplo que ya resulta clásico y es
el de la vidriera rota. Cuenta que un individuo destroza la vidriera de
un sastre lo cual, dadas las teorías en boga en aquella época, algunos
considerarían que, en última instancia, esta destrucción tiene su lado
positivo. Verían que, debido a esa destrucción, el vidriero verá
aumentar sus ingresos con lo cual, a su vez, podrá comprarle al panadero
y este comprará otro bien o servicio y así sucesivamente. Aparece así
una especie de efecto multiplicador de consecuencias bienhechoras a
pesar de que el acto original fue uno de destrucción.
Sin
embargo, Bastiat explica que si no se hubiera roto ese vidrio el sastre
no hubiera tenido que destinar sus recursos para reponerlo, recursos
que hubiera podido utilizar para comprar a otros proveedores y estos a
su vez a otros. En definitiva, señala, que de no haberse producido la
destrucción existiría en la sociedad el vidrio más otras cosas, con la
destrucción, en cambio, hay una pérdida neta del vidrio. Esto que parece
un razonamiento trivial tiene consecuencias de gran importancia ya que
se han destinado ríos de tinta tratando de mostrar seriamente la
reactivación de la economía que se produce a raíz de fenómenos de
destrucción, incluso en el caso extremo de la guerra.
Recurriendo
a un procedimiento socrático, Bastiat preguntaba a sus interlocutores
dónde se encontraba la falacia de tales o cuales razonamientos que, como
en el ejemplo expuesto, ayuda a ejercitar el espíritu crítico y el
razonamiento. Este análisis lo extendía al caso de las empresas
estatales que pueden no ser monopólicas, no ser deficitarias e incluso
la gente puede considerar que prestan buenos servicios, pero Bastiat se
pregunta sobre el significado de "buenos servicios" ya que ¿cuántos
libros, zapatos y cinturones se hubieran producido si no se hubieran
esterilizado coactivamente los recursos para la creación de la empresa
estatal? En realidad la intención de este autor al poner ejemplos
sencillos y aparentemente absurdos era la de brindar un andamiaje
analítico para visualizar "lo que no se ve".
En
este mismo trabajo, Bastiat se pregunta si deben subsidiarse las artes.
Dice que "en favor del sistema de subsidios uno puede decir que las
artes ensanchan, elevan y poetizan el alma de un pueblo, asimismo,
alejan las preocupaciones materiales y da un sentido de la belleza y
facilita la reacción favorable en los modales y las costumbres... Uno
puede incluso preguntarse si no hubiera existido el subsidio a las artes
cómo se hubiera desarrollado el gusto exquisito y el sentido estético
en Francia. Debido a estos resultados, uno se pregunta si no será una
demostración de imprudencia eliminar estos subsidios que en último
análisis ha logrado una preeminencia de Francia en Europa".
Bastiat
explica que aquellos razonamientos e interrogantes están basados en
fundamentos falaces. Señala que la civilización debe proceder de lo más
necesario a lo menos necesario. Si se alteran las prioridades -que
voluntariamente debe establecer la gente con el fruto de su trabajo- se
desperdician recursos con lo cual se obstaculiza el logro de los ideales
más refinados: "El gobierno no debe intervenir en este proceso ya que
cualquiera sea la riqueza de un país no puede estimular actividades de
una mayor sofisticación a través de los impuestos ya que esto implica el
dañar actividades más esenciales y, por lo tanto, se revierte el avance
de la civilización... Se dice que si el estado no interviene a través
de impuestos para destinar recursos a las actividades religiosas es que
se es ateo. Si no interviene a través de impuestos para las escuelas, se
está en contra de la educación. Si el estado no entrega recursos a
través de impuestos para establecer un valor artificial a la tierra o
para subsidiar alguna rama de la industria, esto quiere decir que se es
enemigo de la agricultura y del trabajo. Por último, se piensa que si el
estado no subsidia a los artistas quiere decir que se patrocina la
barbarie. Protesto con toda mi fuerza contra estas interferencias. Muy
lejos está de mi ánimo el proponer la abolición de la religión, la
educación, la agricultura, la industria, el trabajo o las artes. Por el
contrario sostenemos que la libertad en todas estas áreas, sin que se
opere a costa del fruto del trabajo de otros, fortalecerá el desarrollo
armónico y el progreso de estas áreas. Nuestros adversarios creen
ingenuamente que la actividad que no está subsidiada será abolida.
Nosotros creemos lo contrario. Ellos tienen fe en el legislador no en el
ser humano. Nosotros tenemos fe en el ser humano, no en el legislador".
La editorial Simon & Schuster publicó en 1997 "The Libertarian
Reader: Classic & Contemporary Writings From Lau-Tzu to Milton
Friedman" del profesor David Boaz. En la quinta parte de esta obra se
reproduce el ensayo que acabamos de comentar (p. 265 y ss.).
En
"La Ley", Bastiat desarrolla el concepto del derecho como marco
institucional para los procesos de mercado y, asimismo, señala la
posible divergencia entre el orden natural y la ley positiva. En este
sentido dice "por tanto, del mismo modo que un individuo no puede
legítimamente usar la fuerza contra otra persona, contra su libertad o
propiedad, por las mismas razones, la fuerza colectiva no puede
legítimamente aplicarse para destrozar la libertad, la propiedad y la
integridad personal de otros... La ley es la organización de derecho
natural para legitimar la defensa propia; sustituye la fuerza individual
por la colectiva para actuar en una esfera en la que tiene derecho a
actuar, esto es, para garantizar la seguridad de las personas, la
libertad y los derechos de propiedad... Lamentablemente, la ley positiva
no se ha circunscrito a su rol específico. No solamente se ha excedido
en su función legítima en temas discutibles, ha procedido en modos
absolutamente contrarios a sus fines específicos, ha destruido sus
propios objetivos: se ha empleado para abolir la justicia la cual estaba
supuestamente debía mantener. Al transgredir ese límite ha puesto la
fuerza colectiva al servicio de la explotación de las personas,
libertades y propiedades y lo ha hecho sin ningún escrúpulo, intentando
convertir la expoliación en un derecho... Ninguna sociedad puede
sobrevivir si no se respeta la ley pero la manera más segura de que la
ley se respete es hacerla respetable".
Más
adelante explica que existe la expoliación extra legal y la expoliación
legal. Afirma que esta última resulta la más peligrosa porque se hace
con el apoyo de la fuerza institucionalizada. Esta obra ha sido
traducida a seis idiomas (fue traducida al español en 1958 por el Centro
de Estudios sobre la Libertad de Buenos Aires). Siempre en este libro,
dice Bastiat que existe un método simple para saber cuándo la ley abroga
la justicia: "Todo lo que tenemos que hacer es ver si a través de la
ley se arranca a unos lo que les pertenece para entregarle a otros lo
que no les pertenece". Dice Bastiat que este afán redistribucionista se
basa en "la ilusión prevalente de nuestra era, la cual consiste en
pretender que resulta posible el enriquecimiento de unos a expensas de
otros... Me sitúo en conflicto con el mayor de los prejuicios populares
de nuestro tiempo. Aparentemente la gente no quiere que la ley sea
justa, pretenden que sea 'filantrópica'. No están satisfechos en que la
justicia garantice a cada uno su libertad siempre y cuando no afecte
derechos de otros, que cada uno pueda usar sus facultades físicas
intelectuales y morales. Demandan que también la ley se ocupe de la
'beneficencia', la educación y la moralidad del país... Pero, repito,
estos dos campos se contradicen entre sí. Debemos elegir entre ellos. Un
ciudadano no puede ser al mismo tiempo libre y no libre... Es
inconcebible obtener la fraternidad a través de la ley sin que al mismo
tiempo se destroce la libertad y la justicia a través de la ley... No
nos olvidemos que la ley es la fuerza y, consecuentemente, el dominio de
la ley no puede legítimamente exceder el ámbito legítimo del dominio de
la fuerza". A través de este trabajo Bastiat ha reforzado la tesis que
comenzó con John Locke y ha mostrado que el derecho es un proceso de
descubrimiento en un contexto evolutivo y que no procede del invento o
el diseño del legislador. Asimismo, ha vinculado estrechamente aspectos
ético-institucionales con el mercado abierto.
En
su ensayo titulado "El balance comercial" nos relata un cuento para
ilustrar las confusiones que aparecen en relación con el tema. El cuento
se refiere a un francés que compra vino en su país por valor de un
millón de francos y lo transporta a Inglaterra donde lo vende por dos
millones de francos con los que a su vez compra algodón que lleva de
vuelta a Francia. Al salir de la aduana francesa el gobierno registra
exportaciones por un millón de francos y al ingresar con el algodón el
gobierno registra importaciones por dos millones de francos, con lo cual
este personaje habría contribuido a que Francia tenga "un balance
comercial desfavorable por valor de un millón de francos". Bastiat
continúa el cuento diciendo que otro comerciante francés compró vino por
un millón de francos en su país y también lo transportó a Inglaterra
pero no le dio el cuidado que requería el vino en el transcurso del
viaje, debido a lo cual pudo venderlo sólo por medio millón de francos
en ese país. Con el producido de esta venta también compró algodón y
ingresó en Francia. Esta vez en la aduana el gobierno contabilizó una
exportación por un millón de francos y una importación de medio millón
de francos, con lo que este mal comerciante contribuyó a que Francia
tenga un "balance comercial favorable por quinientos mil francos". Con
esta ridiculización el autor pretende mostrar las falacias tejidas en
torno al balance comercial, tema que, entre otros, continuó
desarrollando otro eminente francés, el economista Jacques Rueff
(especialmente en su libro "Balance of Payments").
En
su extenso libro titulado "Acerca de la competencia" Bastiat extiende
la explicación de Adam Smith de "la mano invisible". Explica como cada
uno al buscar su interés personal va construyendo un orden que está más
allá de las posibilidades de mentes individuales. Al mismo tiempo, en
las transacciones libres y voluntarias cada uno obtiene beneficios, al
contrario de lo que ocurre en sistemas de suma cero (para utilizar la
terminología de la teoría de los juegos). Explica en este trabajo que
competencia es otra forma de aludir a la libertad: significa que la
fuerza no debe intervenir en arreglos contractuales libres y voluntarios
que no afecten derechos de terceros. Señala que la competencia se opone
al establecimiento de monopolios y oligopolios artificiales, es decir,
aquellas situaciones por las que el gobierno otorga mercados cautivos,
lo cual redunda necesariamente en mayores precios, menor calidad o ambas
cosas a la vez.
Competencia
implica la libertad de elegir. Bastiat pone especial énfasis en señalar
que la competencia no se limita a elegir dentro de cierta jurisdicción
territorial sino que se extiende más allá de las fronteras. En este
sentido muestra los graves perjuicios económicos que crean las tarifas
aduaneras y muestra como redundan necesariamente en una mala asignación
de los siempre escasos factores productivos y, por ende, en una
disminución de los salarios e ingresos en términos reales. En este
sentido explica las inconsistencias que existen tras el llamado
"argumento de la industria incipiente" con el que, a la postre, costos
que deberían absorber empresarios son transladados sobre las espaldas de
los consumidores, con lo que, en definitiva, el llamado
"proteccionismo" termina protegiendo privilegios de pseudoempresarios.
Observa que muchos son los pseudoempresarios que cuando hablan de
competencia lo que en verdad quieren decir es competencia para otros
pero no para ellos.
Un
artículo de Bastiat titulado "Post Hoc, Ergo Propter Hoc" ha tenido
gran difusión en diversos países, allí explica con ilustraciones muy
simples las características de esta falacia que consiste en atribuir
nexos causales a distintos sucesos por el solo hecho de observar la
ocurrencia de sucesos en una secuencia cercana en el tiempo, en otros
términos, se sostiene que como B ocurre después de A, por tanto, B es
una consecuencia de A. Ilustra esta falacia con temas monetarios y de
comercio exterior, por ejemplo, cuando a mediados del siglo XIX se
restringió el consumo en Inglaterra debido a accidentes climáticos y,
por tanto, se obtuvieron cosechas precarias. Sin embargo, como estos
fenómenos ocurrieron en el mismo período en que se redujeron aranceles
aduaneros, las restricciones al consumo se atribuyeron a la política
arancelaria.
En
su ensayo "El productor y el consumidor", señala que aparece como un
espejismo un conflicto entre productor y consumidor ya que tienen
intereses distintos. Señala, por ejemplo, que en el caso del trigo el
consumidor o comprador desearía una sobreabundancia mientras que el
productor desearía la escasez de ese bien. Bastiat explica que todos
somos productores y consumidores y que al actuar en uno u otro rol, aun
interesados en cosas diversas, habiendo libertad, hay armonía de
intereses. El productor ofrece utilidades, el comprador consume
utilidades y los intercambios se realizan por bienes distintos. El
comprador ofrece dinero y demanda bienes y el vendedor demanda dinero y
ofrece bienes. Ambos tienen valorizaciones cruzadas respecto del bien en
cuestión y del dinero. Esas valoraciones cruzadas hacen que haya
interés en lo que posee la otra parte y así se realicen los intercambios
con provecho para las dos partes. Pero por el contrario, también nos
explica el autor que cuando el estado interviene para regular y coartar
transacciones comerciales, por lo menos una de las dos partes se ve
afectada.
En
este último caso, no es posible la armonía de intereses lo cual, como
se ha dicho, no implica intereses idénticos sino intereses que no sólo
no presentan conflictos irreconciliables sino que resultan armónicos. En
este ensayo Bastiat adjunta extensos cuadros y gráficos para ilustrar
esta tesis central de la armonía de intereses a lo cual agrega largas
disquisiciones sobre la teoría del valor. Temas similares trata en un
voluminoso libro (596 páginas según la primera edición inglesa de la ya
mencionada editorial Van Nostrand de Princeton) que lleva prólogo del
propio Bastiat bajo el título de "A la juventud de Francia". En ese
prólogo dice en letra cursiva que "los impulsos del hombre cuando están
motivados por legítimos intereses personales conducen a una estructura
social armónica. Esta es la idea central de este libro".
En
dos trabajos publicados simultáneamente, uno titulado "Equivalencia en
las condiciones de producción" y el otro "Sobre los impuestos a los
productos locales", Bastiat, a través de las herramientas que brinda la
teoría de las ventajas comparativas, combate dos argumentos muy
difundidos. Por una parte se refiere a la idea que propone la necesidad
de establecer tarifas aduaneras a un nivel tal que compense la
diferencia de costos netos del bien producido en el país y el bien
importado. De lo que se trata según esta propuesta, es de hacer
equivalentes los costos locales y los costos externos. Aquí explica que,
precisamente, la ventaja del comercio consiste en intercambiar entre
partes desiguales. La aludida desigualdad se puede deber a talentos,
habilidades, recursos naturales diversos, climas mejores, tecnología más
adecuada o lo que fuere. En todo caso, muestra que la ventaja del
comercio sea local o internacional se basa en costos diferentes y si
estos se pretenden igualar, desaparece la razón del comercio.
Del
mismo modo, en su segundo ensayo Bastiat combate el argumento por el
que se sostiene que las tarifas aduaneras deben implantarse como
justificativo por la alta presión tributaria local. Según esta postura,
los aranceles deberían mitigar las desventajas artificiales de la
producción local debido a los altos impuestos. Refuta esta argumentación
sosteniendo que, sin perjuicio de hacer lo posible por abrogar
impuestos innecesarios, precisamente, debido a la preocupación de altas
presiones tributarias no deben establecerse impuestos adicionales como
son los aranceles aduaneros. Así dice que: "La gente reclama tarifas
aduaneras sobre los productos que vienen del exterior al efecto de
neutralizar las consecuencias de los impuestos locales... pero esta
argumentación puede analizarse del mismo modo que lo hacíamos respecto
de la pretendida equivalencia en los costos de producción. Los impuestos
son uno de los elementos que influyen en que los costos sean
dispares... No resulta un silogismo aceptable el sostener que debido a
que los impuestos son muy altos deben establecerse nuevos impuestos...
Los impuestos bajan la productividad y elevan los precios pero no tiene
sentido afirmar que, como el estado saca una parte importante del
ingreso de la gente, debemos ceder una parte adicional a alguien que
tenga un mercado cautivo debido a la llamada protección en el sector
externo".
Uno
de sus opúsculos lo publicó bajo el titulo de "Teoría y práctica" donde
concluye que toda práctica se basa en una teoría, si la teoría es
incorrecta, en la práctica será defectuosa, si es acertada, es decir, si
se interpretan correctamente los nexos causales subyacentes en la
realidad, la realización práctica conducirá a buen puerto ya que se
habrá establecido la adecuada relación entre medios y fines. Este
trabajo contiene una profusión de citas que pone de manifiesto la
versación de Bastiat, aunque, en este caso, el eje central de su
análisis se basa en las enseñanzas de Jean-Baptiste Say.
En
la sección "documentos" del volumen XXV de la revista académica de la
institución de posgrado ESEADE se tradujo y se publicó un ensayo de
Bastiat titulado "Restricción al comercio internacional y desocupación
tecnológica" (p. 293 y siguientes) en el que el autor explica cómo la
máquina libera trabajo humano para que sea aprovechado en áreas que
hasta el momento resultaban inconcebibles debido, precisamente, a que
estaba destinado a las tareas para las que se introduce la nueva
tecnología.
En
el capítulo doce de la tesis doctoral de Dean Russell mencionada al
comienzo, el autor dice que "Después de la muerte de Bastiat sus
trabajos empezaron a aparecer en varias de las revistas académicas y
profesionales más conocidas, incluyendo muchos de sus ensayos inéditos.
En 1905 muchos de los trabajos y muchos de los aspectos de la vida de
Bastiat aparecieron nuevamente debido a un concurso que patrocinó la
Cámara de Comercio de Bordeaux. Desde entonces también se han publicado
interesantes tesis doctorales sobre diversos aspectos de la obra de
Bastiat... En 1954, el profesor Daniel Villey, de la Universidad de
París, escribió lo siguiente en su conocido libro sobre las doctrinas
económicas 'Aun hoy no existe una introducción a la economía política
que resulte más atractiva y fértil que la obra Bastiat'... Quien fue
Papa León XIII, en una carta pastoral (cuando era el Cardenal Pecci en
1877) rindió tributo al concepto de Bastiat sobre la armonía de
intereses en una sociedad libre". Por último Russell reproduce lo
escrito por Henry Hazlitt -uno de los fundadores de la Mont Pelerin
Society en 1947- en su obra "La economía en una lección" (Harper Pub.,
1946), allí señaló su "gran deuda intelectual con Bastiat, autor que en
prácticamente todos sus trabajos vinculaba la armonía y la paz con la
sociedad abierta y el librecambio". En este último sentido, Bastiat
resumió sus preocupaciones respecto del auge del nacionalismo en su
breve paso por la Asamblea Nacional de su país del siguiente modo: "Si
los bienes y servicios no pueden cruzar las fronteras, las cruzarán los
ejércitos".
A
modo de colofón, ilustra magníficamente toda la preocupación de este
distinguido pensador, una frase que incluyó en uno de sus ensayos, en
1850, antes de morir: "Hay que decirlo, hay en el mundo exceso de
'grandes' hombres; hay demasiados legisladores, organizadores,
instituyentes de sociedades, conductores de pueblos, padres de naciones
etc. Demasiada gente que se coloca por encima de la humanidad para
regentearla, demasiada gente que hace oficio de ocuparse de la
humanidad. Se me dirá: usted que habla, bastante se ocupa de ella.
Cierto es. Pero habrá de convenirse que lo hago en un sentido y desde un
punto de vista muy diferente y que si me entrometo con los reformadores
es únicamente con el propósito de que suelten el bocado".
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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