BLOG ORLANDO TAMBOSI
A revolução de Ortega reside no fato de não necessitar ficção ou lírirismo para pensar: é sua mente, em bruto, que move a pluma sobre o papel. Carlos Mayoral para The Objective:
Que con Ortega
empezamos a pensar en español es una realidad incuestionable. Aquel
hombre, joven paseante escurialense de sosegado tono, criado en las
tripas de la Alemania efervescente que daba buena cuenta por igual de
heideggerianos y marxistas, que aprendió los recovecos de un idioma que
igualmente alumbraba a Kafka que
a Freud, cayó en España para sacarla de su letargo intelectual, para
patearle las nalgas con un reformismo nunca visto al sur de los
Pirineos. Y si moderno fue su pensamiento, en el cual no entraremos por
no abundar en lo ya sabido, tanto lo fue el soporte que el filósofo
utilizó para explayarlo. Y es que de soporte comunicativo sabía mucho el
bueno de Ortega, pues había dado sus primeros pasos en la vida sobre el
techo del taller donde su padre imprimía diversas publicaciones. De ese
olor a tinta ya no se desprendería nunca.En aquellos años, la
incipiente Generación del 98 se había servido de la novela y la poética
para llevar a cabo sus reflexiones más filosóficas. Seguían, en cierto
modo, la tradición, pues el pensamiento hispánico siempre había ido por
esa vía: hay más filosofía en una estrofa de Santa Teresa de Jesús o en
un párrafo del Quijote que en cualquier ensayo más o menos conocido. Sin
salir de los noventayochistas, hay también más cavilaciones metafísicas
en la pequeña novelita unamuniana llamada San Manuel Bueno, mártir que
en su ínclito ensayo Del sentimiento trágico de la vida. Ídem con
Machado: si quieren conocer su discurrir intelectual, vayan a Campos de
Castilla antes que a su Mairena.
Todo
esto cambia con la llegada de Ortega. Ahora sí el ensayo ocupa el lugar
que merece. Y, no me malinterpreten, el filósofo madrileño era un
escritor maravilloso. De hecho, en opinión de este que les escribe, gran
parte de su éxito bebe de la extraordinaria capacidad narrativa de la
que hacía gala. ¿Y la literatura? Tiene un papel esencial en su
filosofía. Sin ir más lejos, mi ensayo favorito de cuantos firma,
Meditaciones del Quijote, está salpicado con pequeñas y deliciosas
pinceladas de teoría literaria. La revolución de Ortega reside en el
hecho de no necesitar ficción o lírica para pensar: es su mente, en
bruto, la que mueve la pluma sobre el papiro.Además del ensayo, otro
soporte que popularizó Ortega fue la columna periodística. En una
cultura que priorizaba el libro sobre cualquier otro medio de expresión,
quizá por lo que tenía de imperecedero, supo entender que influía más
sobre el pensamiento social la fuerza de una gran tribuna periodística
que cualquier mamotreto de mil páginas. Algo similar le ocurrió con el
género conferencia. Estas alocuciones moldean a la perfección la figura
orteguiana. Era fácil ver auditorios llenos para escuchar al genio, y no
resulta descabellado decir que algunas de esas conferencias fueron
capaces, incluso, de cambiar el devenir político de la nación, véase la
celebérrima Vieja y nueva política.Cuenta Preslava Boneva
en este mismo periódico que en el año 2023 se cumplen 100 años del
primer número de otro de esos soportes visionarios que con tanta agudeza
supo ver el maestro: la Revista de Occidente. Esta maravillosa
publicación todavía sobrevive, ya sin Ortega, pero con el orteguismo más
vivo que nunca. Sirvió de faro para la intelectualidad de la época,
haciendo gala de la modernidad que tanto se predica en esta columna.
Para celebrarlo, la Biblioteca Nacional, Acción Cultural Española y la
Fundación Ortega-Marañón presentan la exposición «Revista de Occidente o
la modernidad española». Por allí desfilaron desde Gómez de la Serna
hasta Baroja, pasando por Lorca, Alberti o Salinas si de poética se
trata; Zambrano, Morente o Gaos si hablamos de pensamiento; hombres de
ciencia como Marañón o Einstein; ideólogos como Ledesma Ramos o
Besteiro; e incluso extranjeros de tronío como el ya citado Kafka, Rilke
o Faulkner. Un homenaje a un soporte ilustre, a una mente ilustre. Un
homenaje necesario.
Postado há 5 days ago por Orlando Tambosi
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