BLO0G ORLANDO TAMBOSI
Ensaio de Andrés Cascio, publicado por Entreletras:
Escribo a mano y hago muchas, muchas correcciones. Diría que tacho más de lo que escribo. Tengo que buscar cada palabra cuando hablo, y experimento la misma dificultad cuando escribo. Después hago una cantidad de adiciones, interpolaciones, con una caligrafía diminuta.Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo”.
Italo Calvino
Ítalo
Calvino es un espíritu inquieto, un escritor prolífico, pero sobre todo
un hombre del siglo XX, algo aturdido por los cambios en la sociedad
del momento, sagaz y tímido a la vez, incisivo pero tranquilo y ante
todo un intelectual indispensable, que busca los espacios para trasladar
a la escritura su ingenio y desarrollar su oficio.
Es
muy conocida la anécdota que protagonizaron Jorge Luis Borges e Ítalo
Calvino durante el Curso de Literatura Fantástica organizado por Jacobo
Siruela y celebrado en el Hospital de los Venerables de Sevilla en 1984.
Se encontraba Borges en su hotel cuando llegaron Ítalo Calvino y su
esposa, la argentina Esther Judith Singer (Chichita). Los dos
compatriotas comenzaron a charlar y al cabo de un rato Chichita le dijo a
Jorge Luis: «Borges, Ítalo también vino…», a lo que respondió el
maestro: «Lo reconocí por su silencio». En efecto, Calvino pensaba que
en el silencio no solo se encontraba la prudencia, sino también la
sabiduría que se puede conseguir a través de la observación.
La
Liguria lo vio crecer en la provincia de Imperia, Ítalo Giovanni
Calvino Mameli era hijo de Eva Mameli, botánica sarda y profesora
universitaria en Pavía y de Mario Calvino, un agrónomo, que en su
juventud había sido un anarquista seguidor de Kropotkin y que luego
derivó en el reformismo socialista. Fueron ellos los que trasmitieron a
sus hijos las ideas de cambio progresista, laicismo y antifascismo, que
contribuyeron a esculpir la ideología de Ítalo.
Aunque
nacido en Santiago de las Vegas, Cuba en 1923, sin embargo, fue criado
en Italia, desde los dos años y la mayor parte de su infancia
transcurrió en San Remo. Calvino pensó siempre que el nombre que le
habían dado y elegido su madre sonaba “beligerantemente nacionalista”,
precisamente para él, que abrazaba la idea de una dimensión universal
del hombre, más allá de cualquier frontera.
Moriría
joven, tras una brillante e intensa vida y una deslumbrante obra
literaria; de una pluma, con trasfondo borgiano, aunque aparece lejana
en el estilo, distante en la ideología política, diferente en la
concepción, y sin embargo de alguna manera había sido un discípulo y
ciertamente admirador de Jorge L. Borges. Abandonaría la vida a la edad
de 63 años a consecuencia de un derrame cerebral, un ictus, a las 3:30
de la madrugada en la noche del 18 al 19 de septiembre en el hospital de
Santa Maria della Scala, en Siena, en el año de 1985. En cierto modo,
me gustaría pensar que se sintió el silencio en la Piazza del Campo, el
silencio de un escritor que había iluminado el siglo XX, con una
escritura llena de fantasía, pero también de precisión y de especulación
racional. En cierta forma también siguió el “Stilus” de la creatividad
de Humberto Ecco.
Su
historia escribe sola sobre quien fue este Escritor; tras el
advenimiento del fascismo, la milicia italiana comenzó un periodo de
reclutamiento, y Calvino, fue conminado a formar parte de sus filas, sin
embargo, sus principios ideológicos predominaron y desertó para unirse
junto a su hermano, a la resistencia y acto seguido se incorporaron a
las Brigadas Partisanas Garibaldi, corría el año 1927 y había
interrumpido sus estudios universitarios.
Años
más tarde, en una ocasión, Calvino afirmaría, refiriéndose a su postura
política y a su escritura: “Yo también me hallo entre los escritores
que comenzaron creando la literatura de la Resistencia”.
Así
es en efecto, la experiencia como partisano, lo llevó a escribir su
primera obra; “Il sentiero dei nidi di ragno” El sendero de los nidos de
araña, que expresa, tal vez, una de sus facetas más personales y que
sin embargo no es la historia vivida por él en estrictus senso, aunque
muchas situaciones estén sacadas de sus vivencias vitales como miembro
de la resistencia; una obra, tal vez la única con un estilo realista, ya
que su trabajo literario se distingue más bien por una original
amalgama de fantasía, cierta indagación rigurosa, tal vez con cierto
espíritu racionalista y no exento de una especulación filosófica;
certero, escéptico e incisivo, Calvino se filtra en la realidad a través
de una inspiración creadora.
Este
Intelectual comprometido con la política, ligado al Partido Comunista
Italiano (PCI), que tras los derroteros y vuelcos estratégicos que
observaba en el desarrollo de la URSS, lo acabaron sumiendo en el
desencanto y terminaría alejándose del mismo tras los sucesos del
denominado otoño húngaro.
Después
de unos años, regresó al país que lo vio nacer, un viaje trascendental
en su vida, conocería en Cuba a la mujer con la que se casaría, con la
argentina Esther Judith Singer (Chichita), quien sería también su
traductora al castellano, pero lo más significativo del viaje fue uno de
los episodios relevantes de su vida, conocería a Ernesto Che Guevara,
con el que mantuvo animadas conversaciones, y en la que se podía
observar la coincidencia en el análisis y el pensamiento, su visión de
la coyuntura mundial y la crítica, probablemente, al devenir estratégico
auspiciado desde el buró del PCUS.
A
este respecto, años después escribiría: “Todo lo que puedo escribir
para expresar mi admiración por el Che Guevara, la forma en que vivió y
murió, me parece estar en tono. Puedo escuchar su risa, llena de ironía y
lástima. Aquí estoy, sentado en mi estudio, entre mis libros, en la
falsa paz y prosperidad de Europa; Tomo un poco de tiempo de mi trabajo
tranquilo, sin riesgo alguno, él asumió todos los riesgos, no aceptando
una paz provisional y aparente y creyendo que hoy tendremos que pagar el
sacrificio dejado sin hacer con un objetivo mayor sacrificio, un
espíritu de sacrificio por sí mismo y por todos los demás”.
“Desde
la distancia y en silencio he seguido discutiendo con el Che a lo largo
de los años y, con el paso del tiempo, la razón fue más que eso. Su
vida y su muerte han iniciado una lucha que nadie puede detener”. Pero
que, llegada la hora de su muerte, no había muerto esa lucha, pero si se
había enlentecido.
Calvino,
años más tarde, observaba los acontecimientos de masas que se sucedían
en las grandes urbes y desconfiaba de que ellos fueran frutos de la
razón, viviendo en París durante mayo del 68, prefirió alejarse de lo
que no consideró ninguna revolución -los creyó «burgueses» y
«revolucionarios de salón».
Fue
un autor cerebral de carácter tranquilo y reflexivo, un intelectual
sagaz, imbuido por el pensamiento político y filosófico, se interesó
como pocos por los entresijos de la creación literaria y por sus
repercusiones humanas.
Y
es así cuando de manera realista, esculpe en su primer libro, el
espanto de una sociedad en guerra y las corrientes de la vida cotidiana
en el submundo de las sociedades inmersas en un proceso de
autodestrucción y el modo de pensar de entonces en medio de dicha
coyuntura.
“El
sendero de los nidos de araña”. Se publicó en 1947. Señala Ítalo
Calvino en el prefacio que escribió para la novela en 1964: “El haber
salido de una experiencia (guerra, guerra civil) que no había perdonado a
nadie, establecía una comunicación entre el escritor y su público: nos
encontrábamos cara a cara, cargados por igual de historias que contar;
todos habíamos vivido la nuestra, todos habíamos vivido vidas
irregulares, dramáticas, de aventuras, nos arrebatábamos la palabra de
la boca. Al principio la renacida libertad de hablar fue para la gente
furia que contar: en los trenes que volvían a circular, atestados de
pasajeros y paquetes de harina y bidones de aceite, cada uno contaba a
los desconocidos las vicisitudes que había atravesado, y lo mismo cada
parroquiano en las mesas de las tabernas populares, cada mujer en las
colas de las tiendas: la grisalla de la vida cotidiana parecía algo de
otros tiempos. Nos movíamos en un multicolor universo de historia”.
Es
en este contexto que nace este primer gran libro, que lejos de plasmar
su propia experiencia, pone de manifiesto las vicisitudes, la fuerza, el
anhelo, el sentimiento, el miedo, las anécdotas y las vivencias en
definitiva que los partisanos y todos los combatientes contra el
fascismo habían vivido; un realismo vivo, que al finalizar la guerra
alumbró la esperanza.
Para
eso creó a un niño de un barrio pobre de una ciudad italiana ocupada
por los alemanes, a través del cual nos muestra ese episodio con mucha
crudeza.
Tal
vez un niño díscolo y pillo, rodeado de barbarie. El niño (que
suponemos debe rondar los ocho o nueve años) se llama Pin y la vida le
obliga a rodearse de adultos. Es huérfano y vive con su hermana
prostituta. Es un pícaro que se las sabe todas. “Pin no conoce bien la
diferencia entre cuando hay guerra y cuando no la hay. Desde que nació
le parece haber oído siempre hablar de la guerra, sólo los bombardeos y
el toque de queda vinieron después”.
Ha
aprendido de los adultos en las calles del barrio y en la taberna, sin
embargo, no entiende el mundo de los adultos: “Pin sube por el carrugio
(callejuela en gradas de los barrios pobres de las ciudades litorales
del Golfo de Génova), casi oscuro ya; se siente solo y perdido en esa
historia de sangre y cuerpos desnudos que es la vida de los hombres”.
Después
de escuchar a los hombres en la taberna hablar de la guerra, regresa a
su casa. Pin no entiende. Solo quiere llamar la atención de alguien,
salir del desamparo, quiere huir de la soledad. Tal vez sea eso lo que
lo lleva a robarle la pistola a un oficial alemán mientras está en el
cuarto con su hermana para llevársela a un partisano. Pin sabe que los
alemanes lo van a descubrir así que la esconde en un lugar de las
afueras que sólo él conoce, el lugar donde anidan las arañas. Es el
único sitio en el que Pin se encuentra en un refugio seguro. Un lugar
mágico. Pero, cuando vuelve a la ciudad lo atrapan, lo maltratan y lo
encarcelan junto a otros presos políticos. Allí conoce a uno de los
héroes partisanos, Lobo Rojo, con quien consigue escapar de la cárcel.
Solo le queda una salida: unirse a los partisanos. Tras la huida llega
al monte y se queda con una de las partidas de guerrilleros, un grupo
muy especial formado por pobres poco ideologizados que sin embargo
luchan contra el fascismo.
Giacinto
uno de los comisarios se dirige al grupo:” El comunismo es que entres
en una casa donde estén tomando sopa y te den sopa, aunque seas
estañador, y si se come pan dulce en Navidad, te den pan dulce. Eso es
el comunismo. Por ejemplo, aquí estamos todos llenos de piojos, tantos
que mientras dormimos nos movemos porque los piojos nos arrastran. Y yo
fui al comando de brigada y vi que tenían polvo insecticida. Entonces
dije: bonitos comunistas sois, de esto no nos mandáis al destacamento. Y
ellos dijeron que nos mandarían polvo insecticida. Eso es comunismo.
Los hombres lo han escuchado atentamente y aprueban: esas son las
palabras que todos entienden bien”. Kim, el otro comisario es el
contrapunto, es quien introduce el discurso ideológico, pero lo hace en
privado, a sabiendas de que nadie le va a entender. Piensa “Tal vez no
haga cosas importantes, pero la historia está hecha de pequeños gestos
anónimos, tal vez mañana moriré, quizás antes que ese alemán, pero todo
lo que haga antes de morir y mi muerte misma, serán trocitos de historia
y todo lo que pienso ahora influirá en mi historia de mañana, en la
historia del mañana del género humano”.
En
el grupo todos son desgraciados y Pin encuentra un hueco entre ellos,
con su descaro, sus chascarrillos, sus bromas y sus canciones. No hay
heroísmo en la guerra, ni siquiera en la lucha antifascista. Pin nunca
empuña las armas, así que nunca contemplamos la batalla. Sobreviven en
medio de las penalidades de la guerra, a la espera de que en cualquier
momento lleguen los alemanes y acaben con todos. “El sueño de los
resistentes son raros y cortos, sueños nacidos en las noches de hambre,
ligados a la historia de la comida siempre escasa y que hay que
compartir entre muchos: sueños de trozos de pan mordidos y luego
guardados en un cajón. Los perros vagabundos han de tener sueños
parecidos, de huesos roídos y escondidos bajo la tierra”. Pin es un
Lazarillo de Tormes rodeado de barbarie.[i]
El
arte de escribir historias piensa el escritor ítalo-cubano, está en
saber sacar de lo poco que se ha comprendido de la vida todo lo demás;
pero acabada la página se reanuda la vida y uno se da cuenta de que, lo
que sabía es muy poco.
Sin
embargo, en el “sendero del nido de araña”, la historia se va trufando
entre aquellos que emocionalmente se convirtieron en combatientes por la
justicia social, aquellos que abrazan el comunismo como una religión no
teísta, ni deísta, sino más bien como un dogma moderno donde venerar
una nueva ideología, aquellos que se encontraron atrapados entre el
caos, la miseria y espanto de la guerra, aquellos que desde la candidez
se vieron envueltos en un conflicto global.
Borges,
como he manifestado anteriormente, es uno de sus principales referentes
literarios, pero sin duda también se muestra en sintonía con Humberto
Ecco y se encuentran tal vez en un pensamiento, donde la imaginación era
el único transporte que permitía huir del caos y transformarlo.
Calvino,
extrae de Ecco esa fórmula en el relato donde la interpretación como un
proceso va ligado al texto y cuyo representante es el lector. En esta
primera obra, envuelto en esa tela de araña devastadora que se extiende
entre el fascismo y la guerra, se sobrevive como se puede, se lucha con
tesón, energía y esperanza, se enajena y se vivencia el presente como un
destino infausto, pero que esconde una ilusión, tal vez el mañana…
Su
profunda reflexión lo conduce a deducir que: “la soledad ha sido la
compañía del ser humano, ese aspecto ocasionó, que el hombre fuese
narcisista, razón por la cual se enfocó en sus conflictos internos y no
en los inconvenientes que destruían a la sociedad”.
Aunque
en alguna ocasión esa mirada egoísta hacia el interior le hace creer en
los seres humanos, que se encuentran más allá de la verdad y observan
todo desde el púlpito de la desvencijada suerte que a las clases más
desfavorecidas les tocó vivir y construye el relato de que un mundo más
justo, libre e igualitario, llegara más tarde o más temprano. La
esperanza nacida de la soledad y en cierto modo de la frustración
vivencial del desarrollo social.
La
narrativa de Calvino se reviste de un carácter dirigido a crear una
idea en el lector, una idea estructural; Procura expresar cómo se
envuelve el ser humano en ese universo complejo y convulso. La relación
del individuo con el entorno, los ambientes o grupos sociales en los que
se maneja, con la política, etc., muestra que la vida es un tránsito
constante y fundamentalmente psicológico.
Con
el tiempo la desilusión caló en lo más hondo de su espíritu, percibía
que algunas veces los dirigentes usaban los discursos de igualdad y
desarrollo de acuerdo con sus intereses, siguió en la izquierda, pero se
alejó de la emotividad individual y creó un narrador comprometido pero
objetivo, que percibía y relataba todos los sucesos, pero no participaba
en la trama. Además, simplificó la narración y redactó sus obras de
manera impersonal y utilizó en su obra el simbolismo referencial de
forma que dentro de la narración se vuelven mágicos imanes.
Notas:
Dentro del océano de estudios que se han elaborado sobre este autor:
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