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Pinker aproximou o grande público dos avanços do conhecimento neurocientífico. Antonio G. Maldonado para El Cultural:
En
unos años en los que el pesimismo y las distopías han copado las listas
de novedades y la pequeña pantalla, el psicólogo, lingüista y escritor
canadiense Steven Pinker (Montreal, 1954) ha destacado por su éxito
defendiendo y explicando las razones para el optimismo. También es
conocido por sus trabajos en el campo de la psicología cognitiva y la
lingüística, signados por un compromiso con la divulgación científica y
la defensa del racionalismo en un momento marcado por la sentimentalidad
y las emociones en la vida pública. Estos son algunos de los logros por
los que acaba de recibir el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales.
Aunque
ha sido en los últimos años cuando su obra ha llegado de forma
contundente al mercado editorial en español, Pinker se graduó en 1976 y
desde entonces ha publicado más de una decena de libros, así como
artículos y papers fruto de su actividad académica como profesor de
psicología en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) tras
doctorarse en Harvard. Actualmente es el titular de la cátedra Johnstone
Family, en esta última universidad.
El
objeto principal de su interés durante sus primeros años fue el
lenguaje. En los años 80 y 90, Pinker se centró en el estudio del
procesamiento del lenguaje y la comprensión humana de la gramática. Sus
trabajos en esta área lo llevaron a escribir varios libros influyentes,
incluido el primero que publicó, Language Learnability and Language
Development (1984), que se convirtió en un clásico en el campo de la
lingüística, y fue esta labor la que le granjeó una reputación que le
sirvió después para llegar a un público más amplio con el resto de
disciplinas.
Ya
en la década de 1990, comenzó a explorar temas más amplios en la
psicología cognitiva y la evolución humana. En su libro El instinto del
lenguaje (1994) argumentaba que el lenguaje es una capacidad innata del
cerebro humano, un instinto que se desarrolla naturalmente en los niños a
medida que adquieren el habla, como si estuviera codificado en el
cerebro. El libro supuso un gran éxito y se ha convertido en eso que en
la jerga editorial se conoce como long-seller.
En
1997 siguió indagando en la naturaleza de la mente humana y la
cognición en ¿Cómo funciona la mente? (Destino). Pinker defendía que la
mente humana es una especie de computadora biológica que procesa
información de una forma parecida a como lo hacen las computadoras. Los
procesos mentales básicos serían universales en todas las culturas y se
basarían en la estructura y función del cerebro humano. Asimismo,
sostenía que la mente humana está diseñada por la evolución para
resolver problemas específicos que han surgido a lo largo de la historia
de la especie humana, como la comunicación, la cooperación social y la
adaptación al medio ambiente.
Enlazado
con la idea central de dicho trabajo, pocos años después, en 2002,
Pinker publicó uno de sus libros más conocidos, La tabla rasa. La
negación moderna de la naturaleza humana (Paidós). En él, Pinker
sostiene que los seres humanos no nacen como una hoja en blanco, sino
que albergan ciertos instintos y predisposiciones que influyen en su
comportamiento y pensamiento. Y dado que todos esos mecanismos han ido
evolucionando y refinándose con el tiempo, Pinker deriva de ahí el
elemento cardinal de otro de sus ensayos más celebrados, Los ángeles que
llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones
(Paidós, 2011). Pertrechado de ingentes datos y series históricas, este
libro supuso un socorrido manual para contextualizar el pesimismo epocal
al ilustrar cómo, a pesar de la violencia, las guerras y las
enfermedades que aún nos asolan, la humanidad ha progresado
significativamente en términos de tolerancia, justicia y disminución de
la violencia [Lea aquí la crítica del libro por Peter Singer, ganador ex aequo del Premio Fronteras del Conocimiento junto a Pinker]
De
sus grandes obras traducidas al castellano, la última en ser publicada
ha sido En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el
humanismo y el progreso (Paidós, 2018). Más significativo aún es su
título sin traducir —Enlightment Now—, pues se opone al apocalipsis de
la mítica película que hoy parece estar a la vuelta de la esquina.
Estos
dos últimos libros consiguieron traspasar la frontera de los debates
expertos y se instalaron en la prensa generalista cuando trataba el
pesimismo generalizado o la nostalgia política. No son pocos los que,
debido a ese optimismo y esa defensa de la Ilustración, lo han acusado
de ingenuo, de no entender que cada época se mide a sus problemas y
retos desde cero, sin que la perspectiva histórica comparada suponga
alivio alguno. En una interpretación forzada y reduccionista, Pinker
sería para no pocos una suerte de Cándido contemporáneo.
En
sus obras, Pinker también ha abordado temas como la moralidad, el libre
albedrío, la naturaleza de la ciencia y la tecnología, y la relación
entre la mente y el cerebro. En general, su obra ha sido muy influyente
en el campo de la psicología cognitiva, la lingüística y la filosofía de
la mente, y ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su
trabajo. Además de sus trabajos esenciales mencionados, en español se
han publicado otros libros no menores, pero sí de transición entre sus
obras magnas.
Hay
que agradecer a este prolífico autor unos libros muy bien argumentados y
valientes en sus conclusiones, capaces de nutrir el debate. Algo
inseparable de su escritura clara, sin importar los asuntos sobre los
que discurra. Su tratamiento accesible de temas científicos ha acercado
los avances del conocimiento neurocientífico al público, contribuyendo
así a la Ilustración colectiva que tanto defiende. Por eso, leer a
Pinker siempre es recomendable, aunque no siempre se esté de acuerdo con
sus conclusiones. O, precisamente, por eso.
Postado há 3 days ago por Orlando Tambosi
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