BLOG ORLANDO TAMBOSI
O escritor Jaime Bayly publica 'Os gênios', uma crônica ficcional que relata os pormenores do desencontro entre os escritores. Jaime Cedillo para El Cultural:
Un puñetazo puso fin a la amistad que mantuvieron, durante menos de una década, Mario Vargas Llosa (Perú, 1936) y Gabriel García Márquez
(Colombia, 1927 - México, 2014). El episodio es más que conocido,
aunque son muy pocos los que saben la verdadera causa de la reacción de
Vargas Llosa, que golpeó a su amigo el 12 de febrero de 1976 en el
auditorio de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica de
México. Faltaban escasos minutos para que se proyectara el documental La
odisea en los Andes, con guion del Nobel peruano, sobre los
supervivientes de un equipo de rugby uruguayo que, tras un accidente de
avión, tuvieron que comerse los restos de sus compañeros fallecidos para
no perecer.
Los
hechos que motivaron la producción del documental podrían haber sido
una metáfora, en clave literaria, de dos escritores que se hubieran
devorado para ocupar la cima de la industria: en aquel momento, tanto
Vargas Llosa como el Gabo no solo disfrutaban de la aclamación de la
crítica, sino que cada una de sus obras suponía un éxito de ventas. Pero
no eran envidias derivadas del compartido oficio, como algunos aún
piensan, las que alentaron el violento desencuentro, que dejó a García
Márquez inconsciente, sangrando y con el ojo izquierdo amoratado.
Tampoco
las "discrepancias políticas"; aunque las hubo, según Jaime Bayly. El
escritor y periodista peruano sugiere en su nueva novela, Los genios
(Galaxia Gutenberg), que el detonante fue un episodio de índole
sentimental. Un asunto de faldas, un supuesto escarceo sexual entre
García Márquez y la mujer de Vargas Llosa. En la rueda de prensa
celebrada este martes en el madrileño Hotel Wellington con motivo de la
presentación de la obra, "la novela más arriesgada y peligrosa" que ha
escrito, según sus palabras, Bayly deslizó que "el origen del puñetazo"
se fraguó una noche en la sala Bocaccio de Barcelona.
El escritor peruano Jaime Bayly presenta su novela 'Los genios' (Galaxia Gutenberg) en el Hotel Wellington de Madrid
Corría
el año 1975 y Patricia Llosa, la prima hermana y exmujer del autor de
La ciudad y los perros, acababa de romper con su marido, que se
encaprichó de la modelo peruana Susana Diez Canseco durante un trayecto
en barco con destino a Lima, ciudad a la que regresaban después de
cuatro años viviendo en la ciudad condal.
La entonces esposa de Vargas Llosa acudió a un encuentro organizado por la agente literaria Carmen Balcells,
que años antes convenció al escritor para que se mudara de Londres a
Barcelona con el objetivo de que se conviertiera en "un escritor
profesional". No faltaron a la cita el recientemente fallecido Jorge Edwards,
con su esposa, ni García Márquez, que también asistió junto a Mercedes,
su mujer. "Allí pasaron cosas" que pudieron desencadenar el fatal
desenlace de la amistad, sugirió Bayly.
"Cuando
era muy amigo de la familia Vargas Llosa, no me hubiera atrevido a
publicar esta novela", confesó el escritor, que desde su distanciamiento
con su compatriota por "un par de desencuentros" que corresponden a
"cuestiones políticas", se ha sentido "liberado". Incluso Balcells, que
durante años intentó reconciliar a los dos ganadores del Nobel de
Literatura, le pidió que no la publicara, según dijo. Sin embargo,
"alguien tenía que escribir esta novela", explicó Bayly, que aunque no
acertaría a predecir si a Vargas Llosa y/o a su familia les gustará,
asegura: "Me encantaría reconciliarme con él".
Bayly
ha recopilado testimonios de uno y otro lado "para que sea el lector
quien saque sus conclusiones". Pero no tiene "pruebas" que evidencien el
motivo de la pelea, reconoce. "Tampoco mi papel es juzgar los hechos",
explica. Lo que sí quiso dejar claro es que se trata de "una novela
escrita desde la más profunda admiración" a los protagonistas. Es, por
tanto, consciente de la dimensión de los personajes que comparecen en la
trama, lo que ha propiciado una extraordinaria expectación. "Si ahora
entrara Boris Izaguirre a golpearme, no le interesaría a nadie", vino a
decir.
La
violencia empleada por Vargas Llosa "en más de una ocasión", según
reveló Bayly, fue uno de los asuntos de los que se ocupó en rueda de
prensa. Lejos de disculparlo —"A mí no me ha pegado todavía", bromeó—,
quiso justificar su "carácter" con la referencia al tumultuoso ambiente
en el que creció. "Tuvo que aprender a pegar para defenderse" tras una
experiencia traumática en un colegio militar al que lo envió su padre,
el "cruel" Ernesto, que a la postre se convirtió en la víctima de su
propia violencia. Y es que Vargas Llosa golpearía a su padre después de
presenciar tantas veces los malos tratos a su madre, Dorita.
Más
allá del controvertido episodio, el incuestionable interés de Los
genios reside en el contexto en que transcurren los hechos: las décadas
de 1960 y 1970 fueron "un prodigio" de publicaciones literarias en
español, tal y como apuntó el editor de Galaxia Gutenberg Joan Tarrida,
que presentó el acto. Por otro lado, la aparición de personajes
"secundarios" como "la Balcells", responsable de la proximidad entre
tantos grandes autores en la Barcelona más literaria que se recuerda, enriquece una historia que, desde su propio planteamiento, resulta apasionante.
Bayly
se sumerge en la intimidad de "los genios" a través de sus propias
experiencias y los testimonios recabados. Cierto es que, como él mismo
reconoce, algunos detalles están ficcionados. Lo mismo que los diálogos,
cuyo contenido está basado en su percepción personal: cómo habrían
reaccionado cada uno de los personajes en determinadas situaciones. Por
ejemplo, el momento en que el autor de Relato de un náufrago le propone a
su amigo escribir una novela a cuatro manos: la historia de la guerra
entre Colombia y Perú.
También
resulta impactante el modo en que el autor de este libro recrea las
palabras que Vargas Llosa habría utilizado para romper con Patricia.
Bayly nos presenta al autor de La casa verde como un tipo frío, egoísta,
displicente y pletórico de determinación. “Se había inaugurado a los
catorce años con las putas afrancesadas de Lima”, leemos también. Ahora
bien, "no es un machista", aclaró el autor en rueda de prensa. Respecto a
las desconsideraciones que supuestamente tuvo con mujeres como Patricia
o su tía Julia Urquidi, con la que estuvo casado años antes, "eran
otros tiempos", afirmó Bayly.
"Esto es por lo que le hiciste a Patricia"
Lo
que realmente cuenta con la unanimidad de quienes pudieron presenciar
la escena in situ es la literalidad de la frase que, al parecer,
pronunció Vargas Llosa en el momento del golpe: "Esto es por lo que le
hiciste a Patricia". Qué le hizo Gabo a la mujer de Vargas Llosa, el
supuesto motivo por el que asestó el puñetazo a su amigo, es el trasunto
literario que Bayly emplea para generar suspense a lo largo de toda la
obra.
El
escritor y periodista dispone los planos temporales con astucia y
dosifica la información para ir desgranándola en la recta final del
relato, de modo que la verdadera causa la iracunda reacción, que
estableció una distancia definitiva en su amistad, sigue agazapada,
aunque latente, a medida que la narración avanza. Bayly se resiste a
revelarlo a las primeras de cambio.
El
escritor fabula en Los genios con la noche en que Patricia y García
Márquez pudieron haberse acostado, al tiempo que destila una hipótesis
para explicar el violento lance: el autor de El amor en los tiempos del
cólera podría haber contado a Patricia que su marido frecuentaba los
burdeles, donde por supuesto mantenía sexo con prostitutas. La mujer de
Vargas Llosa, ofuscada y sedienta de venganza, le habría arrojado a la
cara —la noche que murió Franco, cuando decidió perdonar a su marido—
una dolorosa falacia: se había acostado con su amigo. Herido en su
orgullo varonil, sintiéndose traicionado y envenenado por los celos, le
agredió públicamente semanas después. Un malentendido.
No
obstante, el autor de Los genios considera que en la relación hubo
"fisuras" previas al día del golpe. Aunque habían mantenido una
correspondencia de admiración desde hace años, se conocieron
personalmente en el aeropuerto de Caracas (Venezuela) en 1967, cuando
García Márquez acababa de publicar Cien años de soledad
en la editorial Sudamericana de Buenos Aires, acontecimiento que supuso
el despegue definitivo de su carrera. En el ejemplar que le regaló a
Vargas Llosa, según escribe Bayly, una dedicatoria rezaba: “Para el gran
jefe inca, por todo lo que nos une: los libros, los burdeles y la
noche”.
La Revolución cubana, motivo de discordia
El
caso es que Vargas Llosa iba a recoger el Premio Rómulo Gallegos, que
contaba con una importante dotación económica, y le contó a su amigo que
el régimen cubano, con Alejo Carpentier
como emisario, le instaba a que donara el dinero a la causa de la
Revolución. Aunque a García Márquez aquello le pareció un abuso, fueron
precisamente los postulados con respecto al discurrir del castrismo los
que comenzaron a separar a los escritores.
En
1971, Vargas Llosa se habría decepcionado por la actitud de su amigo,
que se enfureció cuando vio su propio nombre al final de una carta en la
que varios escritores —incluido Vargas Llosa— exigían la puesta en
libertad del poeta Heberto Padilla, encarcelado por el régimen de Fidel Castro. El autor de Diario de un secuestro no solo exigió a Plinio Apuleyo Mendoza,
el que incluyó su firma sin su consentimiento, que retirara su nombre
de aquella carta, sino que siguió defendiendo la Revolución cubana en
los años venideros. Su amigo, en cambio, se acababa de apartar para
siempre del castrismo, con el que se identificó durante tanto tiempo.
La
"segunda decepción" tuvo lugar, según Bayly, tres años más tarde; lo
que es lo mismo que decir dos años antes de la brutal agresión. En el
regreso de Vargas Llosa a Lima, en 1974, Perú seguía dominada por una
dictadura de izquierdas que ese año secuestró dos importantes periódicos
del país: El comercio y La prensa. Vargas Llosa no entendería que su
colega se posicionara junto al ejecutivo, aduciendo que aquellos medios
de comunicación servían a los burgueses.
Amén
de los hechos concretos que podrían haber desencadenado la ruptura,
Bayly nos presenta dos personalidades muy distintas. Vargas Llosa,
racional y disciplinado; García Márquez, desprendido y jovial.
Compartían, en cambio, la fobia a los aviones y la despreocupación hacia
el dinero que ganaban. Y el gusto por las mujeres, según la novela de
Bayly. Y un talento descomunal para la literatura. Esto sí que no hay
libro que lo desacredite.
Postado há 5 days ago por Orlando Tambosi
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