A origem do coquetel é atribuída sobretudo a Jenny Jerome, destacada editora de revistas de Nova York e pianista, que mais tarde iria para a Inglaterra. Pilar Tejera para Entreletras:
Los
expertos en cócteles no se ponen de acuerdo a la hora de determinar los
orígenes del célebre Manhattan. Ya en 1882 el periódico The Democrat
hablaba de un cóctel de whisky, vermú y bitter que estaba de moda,
conocido como «Turf Club», «Jockey Club» y «Manhattan». También se cita
esta bebida en una guía de bares fechada en 1860. Otra historia se
remonta a 1899. Al parecer el coronel Walker de New Orleans durante una
travesía con unos amigos neoyorquinos y sin más bebida a bordo que vermú
y whisky, decidió mezclar ambas bebidas. El resultado fue tan bueno que
a su vuelta a casa perfeccionó la mezcla a la que bautizó “Manhattan”
en honor a sus amigos.
Pero
la historia de su origen se atribuye sobre todo a Jenny Jerome,
(1854-1921), una destacada editora de revistas y pianista aficionada.
Ocurrió en 1874, siendo anfitriona de un banquete para celebrar el
nombramiento de Samuel Jones Tilden, amigo de su padre, como gobernador
del Estado de Nueva York. Aquello tuvo lugar en el entonces emblemático
New York City’s Manhattan Club, situado frente al lugar que hoy ocupa el
Empire State. Parece ser que Jenny Jerome pidió al barman que elaborara
un cocktail a base de vermut amargo y bourbon. El hombre, animado por
tan original sugerencia, se puso manos a la obra y agitó la mezcla para
impresionarla en un gesto que pasaría a la posteridad. El éxito de
aquella bebida entre los invitados fue tal que se puso de moda en otros
establecimientos. La gente la pedía haciendo referencia al nombre del
club donde se había originado: «el cóctel de Manhattan». Acababa de
nacer el famoso cocktail que todos conocemos.
Madre de Winston Churchill
Nacida
en Brooklyn en 1854, Jernny Jerome fue una destacada socialicé y una
vividora toda su vida a la que le importó muy poco “el qué dirán”. Hija
de un millonario, se dio la buena vida desde joven viajando por Europa y
residiendo una larga temporada en París, donde permaneció con su
familia incluso tras el estallido de la guerra franco-prusiana. Era una
era marcada por los eventos sociales y fue precisamente durante la
celebración de uno de ellos, en un baile celebrado en honor al heredero
al trono del Imperio ruso, Nicolás, donde conoció a su futuro marido,
Randolph Churchill. La boda, se celebró en la embajada británica de
París.
Ella
era una auténtica belleza. Una dama de elegancia profunda, casi
insondable, morena, de rizos perfectos siempre recogidos, un rostro fino
y delicado, unos ojos oscuros e inteligentes y una seguridad imposible
de derribar, que enamoró a cuantos hombres se cruzaron en su camino.
Tras casarse, Lady Churchill se trasladó a vivir al Reino Unido. Allí
tendría sus dos hijos, el futuro estadista Winston Churchill y John
Strange Spencer-Churchill. Esta dama a la que todos sus conocidos
atribuían una inteligencia notable fue muy activa en la carrera política
de su esposo y en la vida pública. Al parecer al enviudar, retomaría su
actividad apoyando la carrera de su hijo Winston y acompañándolo en
muchos de sus viajes por el país.
Dos matrimonios más y numerosos amantes
Lady
Churchill tuvo dos maridos más. El segundo fue un militar veinte años
más joven que ella y al parecer no tuvo reparos en interrumpir su luna
de miel para acompañar a su hijo Winston en uno de sus viajes. Cuando
muchas otras damas habrían aparcado su vida social, ella siguió
presentando batalla. En 1918, con 64 años, esta dama a la que claramente
le atraían los jóvenes, se casó con un funcionario británico de 44
años, (tres años más joven que su hijo Winston). Además, se le atribuyen
numerosos amantes, entre ellos el embajador del Imperio austrohúngaro
en el Reino Unido y el entonces príncipe de Gales y futuro rey Eduardo
VII. A solo dos meses del fallecimiento de su primer marido, tuvo una
relación con su compatriota y senador del Partido Demócrata, William
Bourke Cockran.
Autora y antisufragista
Jennie
Jerome tuvo un protagonismo relevante en la vida política de Reino
Unido y publicó varios libros, entre ellos su autobiografía. También
coordinó una colección de ensayos sobre la participación de la mujer en
la I Guerra Mundial. Pese a destacarse como una figura adelantada a su
tiempo, fue una convencida anti sufragista. Jennie Jerome murió en 1921 a
causa de un proceso gangrenoso, tras una caída en su casa.
Pese
a todas sus andanzas y méritos, nos gusta pensar que por lo que Jenny
Jerome ha pasado a la historia es por la invención del Manhattan, la
bebida que en las décadas de 1930 y 1940 con el esplendor del cine de
Hollywood se convirtió en el cóctel más varonil y cosmopolita. Decorada
con una cereza marrasquino y servida fría en una elegante copa de
Martini, esta bebida también es conocida como «el abuelo de los cócteles
estadounidenses». El cine la inmortalizó y la Paramount estrenó una
película en 1928 titulada: Manhatan Cocktail, con los dos protagonistas
emergiendo de una copa de Martini en el cartel que la anunciaba.
Así
pues, tal vez la próxima vez que nos dirijamos a un barman pidiendo que
nos sirva “un Manhattan por favor”, o que volvamos a ver la película
“Con faldas y a lo loco”, en la que Marilyn Monroe prepara la famosa
bebida a base de whisky y vermut dulce, recordemos a la neoyorquina que
legó un clásico de cualquier bar que se precie. La estética de esta
bebida, su color, su sabor y su aroma llamativo, encarna el espíritu de
la ciudad natal y la personalidad de tan singular dama.
Este
artículo está basado en un capítulo dedicado del libro “Damas de
Manhattan-Las mujeres que forjaron la historia de Nueva York” (Editorial
Casiopea)
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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