Em artigo reproduzido pelo Instituto Independiente, o professor Alberto Benegas Lynch (h) não poupa críticas ao olhar enviesado do prêmio Nobel Joseph Stiglitz:
No
debe extrañar que este premio Nobel en Economía haya ponderado la
situación económica argentina de la actualidad basada en exacciones
fiscales astronómicas, deudas colosales, inflaciones galopantes y
regulaciones asfixiantes puesto que su posición es la de un estatista
cabal.
David
Gordon comenta el libro de Stiglitz titulado Power, People and Profits
donde de entrada abre con su definición del problema:
“Mis
estudios de economía me enseñaron que la idea de muchos conservadores
[liberales en terminología estadounidense] están equivocados, su
creencia religiosa en el poder de los mercados -tan grande que pueden
confiar en que los mercados no intervenidos pueden administrar la
economía- no tiene base alguna en la teoría ni en la evidencia.” (p.
xii).
El
profesor Gordon en su ensayo titulado Stiglitz, Enemy of the Free
Market concluye que: “Para él, la codicia de los capitalistas y otros
aprovechados explotan a la gente” y que en el sistema de mercados libres
“los más afortunados son los que escriben las reglas en su favor” por
lo que “solo los fundamentalistas de mercado creen que pueden operar sin
controles firmes del gobierno” en cuyo contexto “sostiene que la mayor
parte de las personas son irracionales que requieren control por parte
de expertos como él.”
Por
su parte, Frank Shoastak en su columna titulada Professor Stiglitz and
Lord Keynes muestra su entusiasta adhesión a las recetas keynesianas y a
su apoyo a instituciones como el Banco Mundial (de la que fue
economista jefe) y el Fondo Monetario Internacional.
No
es del caso repetir en esta ocasión los beneficios del mercado libre
solo subrayamos que constituye el proceso para asignar como eficiente de
los siempre escasos recursos a las áreas preferidas por la gente y que
consecuentemente los operadores que aciertan con las demandas obtienen
ganancias y los que yerran incurren en quebrantos. En este contexto, las
desigualdades de rentas y patrimonios son el resultado de lo anterior
y, a su vez, los incrementos en las tasas de capitalización hacen que
los salarios e ingresos se incrementen. Lo contario, es decir, el
empobrecimiento ocurre cuando los empresarios se alían con el poder de
turno y cuando los gobernantes se inmiscuyen en los arreglos
contractuales libres y voluntarios entre las partes bloqueando el uso de
la información fraccionada y dispersa para concentrar ignorancia que
generan los conocidos faltantes y desajustes varios.
Conviene
eso si recordar que instituciones internacionales como el FMI y el
Banco Mundial succionan coactivamente recursos de los contribuyentes de
diversos países para financiar gobiernos fallidos que cuando están por
reconocer sus estrepitosos fracasos reciben cuantiosos recursos que les
permite seguir subsistiendo y jugando con incumplidores seriales a
quienes les refinancian sus deudas siempre a costa de bolsillos ajenos.
También
es del caso recordar lo escrito por el propio Keynes en el prólogo a la
edición alemana, en 1936, en plena época nazi, de la Teoría general de
la ocupación, el interés y el dinero: “La teoría de la producción global
que es la meta del presente libro, puede aplicarse mucho más fácilmente
a las condiciones de un Estado totalitario que a la producción y
distribución de un determinado volumen de bienes obtenido en condiciones
de libre concurrencia y de un grado apreciable de laissez-faire”.
Por
último solo señalamos que Stiglitz desdibuja los conceptos de bienes
públicos, externalidades, el dilema del prisionero y la asimetría de la
información, sobre lo que nos hemos detenido en otra oportunidad en Bienes públicos, externalidades y los free-riders: el argumento reconsiderado (Santiago de Chile, Estudios Públicos, invierno de 1998, No.71).
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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