Alejandro Tagliavini observa, em artigo publicado pelo Instituto Cato,
que a crescente quantidade de jovens que nem trabalham nem estudam se
deve a um amplo sistema de impostos e leis trabalhistas que obstaculizam
o trabalho:
El término nini — ni
estudia, ni trabaja— que equivale al acrónimo en inglés NEET —not in
employment, education or training— se introdujo en el Reino Unido en
1999 al publicarse el Informe "Bridging the gap: new opportunities for
16-18 year olds NEET", de la Unidad de Exclusión Social. Ese término,
que describe con cierto menosprecio a los jóvenes que ni estudian ni
trabajan, es una realidad trágica pero no natural sino impuesta a la
sociedad.
Grecia sigue
ostentando el peor récord de desempleo juvenil de la Unión Europea (UE),
con una tasa en torno al 44%. Segundos, los jóvenes españoles, en el
ranking de la UE (39%). Por cierto, de Grecia sale una sangrienta fuga
de cerebros: unos 250.000 jóvenes cualificados han emigrado en menos de
una década.
Como dice Alejandro
Cercas, cuando no hay futuro para la juventud la sociedad entera camina
hacia la decadencia. No quedará impune marginar a tantas personas con
tanto futuro por delante. Los daños afectarán negativamente a la
economía, la salud, la demografía, la convivencia, y a la propia
democracia.
Según investigaciones
de la UE (Eurofound 2012) el desempleo de los nini supuso una pérdida
anual de €153.000 millones, 1,2% del PIB de Europa que sufría un
desempleo juvenil del 20%. Las encuestas de Eurostat y del CIS muestran
legiones pesimistas sobre su futuro, crecientemente euroescépticas y
nutriendo los partidos extremistas y nacionalistas. En las revoluciones
árabes de 2010 y 2011, la participación de las generaciones de jóvenes
ni-ni ha sido decisiva.
Por cierto, los
políticos de la UE intentaron “solucionar” el problema. La Comisión
(2009) y el Parlamento (2010) propusieron, entre otras, la Estrategia
Europa Juventud 2010-2018, y la Garantía Juvenil Europea que ofrece a
los Estados miembros metodología y recursos (€ 8.800 millones) para
desarrollarla. Y qué han conseguido. El desempleo entre menores de 25
años, en 2008 era del 12,8% en EE.UU. y 15,9% en la UE (España 24,5%,
Grecia 21,9%). Para 2017, en EE.UU. bajó al 9,2% mientras que subió al
16,8% en la UE (38,6% en España, 43,7% en Grecia).
Entretanto, en
América Latina —que no goza del “Estado de bienestar” europeo
coactivamente impuesto al mercado— en 2016 el desempleo juvenil subió
desde el 15,1% en 2015 al 18,3 % en 2016 —unos 114 millones de jóvenes—
según la OIT. Destacándose Argentina con el 24,6 % de desempleo entre
los menores de 25 años, el más alto de la región, según Adecco.
Ahora, llama la
atención que haya tantas personas desocupadas y al mismo tiempo tanto
trabajo por hacer: viviendas para personas sin casa propia, hospitales,
rutas, etc. Dicen que faltan capitales, lo que no es cierto ya que las
casas podrían —eventualmente— construirse a mano sin empresas
constructoras capitalizadas. El capital, dice la economía, no crea
trabajo, el trabajo está allí, es natural: hay muchísimo para hacer. Lo
que hace el capital es aumentar la productividad: compra una máquina que
realiza el trabajo con más rapidez y eficacia, lo que lleva a un
aumento del poder adquisitivo de las personas.
Entonces, si
naturalmente hay tanto trabajo —y no es necesario el capital— alguien
está impidiendo que la gente trabaje: los políticos, con sus impuestos y
leyes laborales coactivamente establecidas. Ya que, por ejemplo, al
cobrar impuestos encarecen el trabajo y, por lo tanto, o no se realiza, o
se hace en “negro” por fuera de la ley.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
Nenhum comentário:
Postar um comentário