Rafael Bardají escreve
um artigo devastador contra Barack Obama, que deixou o país em estado
pior do que aquele que encontrou ao assumir a Casa Branca. "Levou o
mundo a um estado de violência e perigo não visto em muitas décadas".
Seu legado, prossegue Bardají, se evaporará e "seus anos de divisão
política e racial, de abandono dos aliados, de renúncia aos interesses
da América e de concessões aos seus inimigos passarão aos negros anais
da História". Nas impiedosas críticas do articulista, Obama é a própria
Besta:
La CNN alucinaba con
la posibilidad de que Donald J. Trump fuese asesinado durante la
ceremonia de inauguración de su mandato, seguramente porque sus
redactores viven más las fantasías de series como Superviviente
Designado que la realidad del pueblo americano. Gracias a Dios no ha
sucedido nada alarmante durante la ceremonia y Trump es el 45º
presidente de Estados Unidos. A tenor de la cara de la exprimera dama,
Michele Obama, parecería que el día de la Bestia acababa de llegar.
Puede que no estuviera tan equivocada. En realidad, el día ha llegado
para la Bestia, pero la Bestia no es Donald Trump, sino Barack Obama.
El ya expresidente
Obama no sólo ha dejado a Estados Unidos peor que cuando entró en la
Casa Blanca, sino que ha llevado al mundo a un estado de violencia y
peligro no visto en décadas. Su legado
se evaporará y sus años de división política y racial, de abandono de
sus aliados, de renuncias a los intereses de América y de concesiones a
sus enemigos sólo pasarán a los anales negros de la Historia.
El presidente Trump ha prometido que comienza una nueva era.
En su discurso de inauguración ha dejado meridianamente claro que
desprecia Washington y que odia la forma como el establishment ha
gobernado el país hasta ahora, defendiendo sus privilegios a expensas de
los ciudadanos. Sí, es un discurso que puede ser tachado de populista,
pero que no deja de ser cierto. La democracia, al fin y al cabo, surgió
como el gobierno del pueblo para el pueblo, algo que, en la actualidad,
está muy lejos de ser una realidad en Estados Unidos como en Europa. El
gran contrato social de la democracia liberal, a saber, creciente
prosperidad, paz y seguridad para los ciudadanos, ha dejado de
cumplirse. Por la inhabilidad para lidiar con la crisis, por el
pacifismo acomplejado de nuestras élites y por la supeditación de los
intereses de los nacionales frente a los inmigrantes.
Llevamos años, si no
décadas, soportando líderes light–como dice el expresidente de España,
José María Aznar-, descafeinados, sin fuelle, sin principios firmes y
sin moral intachable. No es de extrañar que un presidente en la Casa
Blanca que denuncia ese vacío político, que rechaza ser prisionero de lo
políticamente correcto, que no rehuye fajarse con sus enemigos, sea
visto como una amenaza por todo lo institucional, políticos, medios de
comunicación y organismos internacionales.
El presidente Trump,
en cualquier caso, no lo va a tener fácil. Es verdad, tiene al pueblo
americano de su parte, pero el establishment se atrinchera fácilmente.
El Congreso, por citar un ejemplo, puede querer frustrar muchas de las
iniciativas que proponga. Salvo que convenza a un número significativo
de demócratas y republicanos para que le apoyen, tal vez su única
alternativa sea socavar ambos partidos y construir su propio partido.
¿Imposible? No, pero será algo que nunca hemos visto antes.
Trump no es Ronald
Reagan, es un conservador revolucionario, si se me permite la expresión.
Posiblemente sea hoy más como Margaret Thatcher, odiada por todos, pero
convencida de tener razón y dispuesta a pagar el precio político para
llevar adelante sus ideas (¿recuerdan su lucha con los mineros en sus
dos primeros años?).
Yo le deseo lo mejor a
Donald J. Trump en su primer mandato. Los americanos necesitan
liberarse de los años de Obama y el mundo necesita otro Estados Unidos.
Pero tengo suficiente edad, me temo, como para saber que sus planes
conllevan tantos cambios que las resistencias serán también enormes.
Cuanto antes se ponga manos a la obra menos difícil será. Su propia
elección nos tiene que hacer creer que lo imposible es ya posible.
(Libertad.org).
BLOG ORLANDO TAMBOSI

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