Um estudo prova a capacidade de um micróbio para identificar mutações tumorais de forma precoce. Daniel Mediavilla para El País:
Los
tratamientos contra el cáncer comenzaron con agresivos cócteles
químicos y evolucionaron con la creación de fármacos a partir de
células. Ahora, en la guerra contra estas enfermedades se pueden
incorporar seres vivos. Hace unos días, un equipo de investigadores de
las universidades de San Diego (EE UU) y Adelaida (Australia) presentó en la revista Science
un trabajo en el que se emplearon bacterias modificadas para detectar
ADN tumoral en los intestinos de ratones. Esta capacidad se podría
incorporar a las exploradas por otros proyectos,
que han logrado emplear bacterias diseñadas para llevar cargas
terapéuticas hasta el interior de tumores sólidos, salvando las barreras
con las que se protegen del sistema inmune y las dificultades para
alcanzarlos con medicamentos.
Los
autores del trabajo adaptaron una capacidad de las bacterias para
adaptarse a su entorno conocida como transferencia genética horizontal.
Frente a la transmisión vertical que sucede entre padres e hijos, los
microorganismos son capaces de intercambiar genes, y las capacidades que
proporcionan, entre ellos, algo que facilita, por ejemplo, la
propagación de las resistencias a los antibióticos. Aunque esta
habilidad de intercambio entre bacterias es conocida, los investigadores
vieron que también es posible entre tumores de mamíferos o células
humanas y bacterias.
De
entre las bacterias que pueblan el intestino, Robert Cooper, de la
Universidad de California en San Diego, eligió la Acinetobacter baylyi,
un organismo que modificaron para que pudiese identificar el gen KRAS
mutado que está detrás de muchos tumores. Las bacterias incorporaban ese
ADN que servía después para saber si el ratón del que se habían
extraído había desarrollado un tumor. Los investigadores quieren emplear
ahora estos biosensores bacterianos para detectar otros tipos de tumor o
algunas infecciones microbianas.
Los
avances en biología sintética no solo están permitiendo reclutar
bacterias para avisar de que un tumor acecha, también pueden
aniquilarlo. Un equipo de Caltech
(EE UU) ha empleado bacterias dirigidas con ultrasonidos para llevar
fármacos a los tumores aprovechando sus tretas para escapar del sistema
inmunitario. Las células cancerosas son capaces de generar un entorno
inmunosupresor que mantiene a raya a células como los linfocitos T, pero
de esa forma facilitan que las bacterias se puedan instalar allí. Los
investigadores modificaron las bacterias para que transporten
medicamentos que de otra forma no llegarían y, además, desarrollaron un
sistema de ultrasonidos que activaba la liberación del fármaco solo en
las células dañinas, evitando los efectos nocivos en las sanas.
Los
autores del artículo que publica Science advierten de que su trabajo es
una prueba de concepto, pero ya tienen ideas sobre cómo lo podrían
llevar a los pacientes. “La administración podría ser tan fácil como
tomar una pastilla probiótica [con las bacterias de diseño dentro]”,
explica Robert Cooper, primer autor del artículo e investigador de la Universidad de California en San Diego. Después, las bacterias se extraerían para su análisis a través de muestras de heces, orina o sangre.
Cooper
reconoce como limitaciones de esta forma de detectar ADN tumoral que
las bacterias solo capturan mutaciones conocidas para cuya detección
estén diseñadas. “Sin embargo, el cáncer colorrectal tiende a tener unas
pocas mutaciones muy comunes que lo desencadenan”, señala. Además, el
intestino es un lugar repleto de bacterias, el conocido microbioma intestinal,
que hace muy fácil la incorporación de estos biosensores a un entorno
que les resulta acogedor. Esa característica haría que este método
supere en sensibilidad a las biopsias líquidas, que necesitan más tiempo
para que un tumor sólido se desarrolle y empiece a esparcir ADN tumoral
en la sangre.
Para
el futuro, los científicos quieren ampliar el sistema para que sea
posible identificar más de una mutación, incorporando nuevas
modificaciones a las bacterias o elaborando cócteles con distintas
bacterias que detecten diferentes mutaciones. “La detección de ADN,
probablemente, tendrá que combinarse con otros métodos de cribado,
porque no todos los tumores tendrán una mutación distinta, pero es
posible que, al menos, sea posible reducir la frecuencia de las
colonoscopias”, concluye Cooper.
Postado há 3 weeks ago por Orlando Tambosi

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