Alejandro Tagliavini escreve, em Libertad.org, contra a nova censura que se esboça em vários países em relação aos novos meios de comunicação:
Según la ONU, 2018 fue el año de mayor violencia contra la prensa
desde que se tenga registro, contabilizando unos 99 periodistas
asesinados, 348 encarcelados y 60 tomados como rehenes. México, con
nueve periodistas asesinados en 2018, es el país más peligroso entre
aquellos sin conflicto bélico “oficial” porque, de hecho, está librando
la atroz “guerra contra las drogas”. Nicaragua y Venezuela son
sindicados como dos países con grandes conflictos. Según Freedom House,
solo el 10% de la población mundial goza de un ambiente con plena
libertad de prensa.
Por cierto, según un estudio reciente de la Oficina de la ONU contra
la Droga y el Delito, el crimen organizado global, desde las maras
centroamericanas hasta las bandas que trafican con migrantes, es
responsable del mismo número de muertos que todos los conflictos armados
del mundo: casi 89,000 muertes causadas por criminales durante 2017,
cifra similar a los fallecidos en todas las guerras activas. Siendo
América Latina la región más violenta con 37% de los homicidios, en
particular, Centroamérica que lidera el índice de homicidios: 62.1 por
100,000 habitantes.
Ahora, hay periodistas y dirigentes que abusan de los conceptos.
Según Bloomberg, tres mil periodistas perdieron su empleo en 2019 en
Estados Unidos y la plantilla total de los medios de comunicación de
este país, que cuenta con la industria más potente del planeta, se
redujo en un cuarto en la última década. Digo que abusan de los
conceptos porque los hay quienes quieren ver en la disminución de los
medios una especie de reducción en la libertad de expresión lo que es
completamente falaz.
El hecho de que algunos medios tradicionales pierdan clientes dado el
desarrollo de los medios digitales y las plataformas sociales no
implica censura ya que nadie está coactivamente impidiendo la libre
difusión. Por el contrario, estas plataformas han potenciado la
capacidad de expresión del ciudadano común.
En cambio, la ley en camino de promulgarse en Francia al estilo de la
de Alemania, “contra el odio y la violencia” sí implica censura. Los
políticos pretenden que las plataformas de Internet, como Facebook o
Twitter y motores de búsqueda, retiren en 24 horas contenidos en las
redes que “inciten al odio, ya sea racial, religioso o por género, o
incluso a la violencia”, bajo penas de multas de hasta 1.25 millones de
euros.
Es decir, el Estado utilizaría su monopolio de la violencia -su poder
de policía- para prohibir expresiones violentas. Semejante
incoherencia, sin dudas, esconde censura.
En contraposición con esto, yerra una corte federal de Estados Unidos
que dictaminó que Trump no puede bloquear a los usuarios que lo
insultan en Twitter, la plataforma favorita del presidente en la Trump
que cuenta con 60 millones de seguidores. Trump no está ejerciendo
violencia sobre estas personas, que pueden seguir expresándose
libremente, sólo está administrando su propiedad. En fin, veremos qué
dice la Corte Suprema.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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