Juan
Manuel Santos, que chegou a ganhar o Prêmio Nobel da Paz (cada vez mais
ridícula, essa coisa), fez um acordo com os assassinos,
narcotraficantes e sequestradores das FARC, rejeitado pelos colombianos.
Graças a este canastrão, a Colômbia foi a última vítima do tirania
castrista. Emílio Campmany, no Libertad.org:
El
acuerdo de Colombia, que es su rendición ante las FARC, patrocinado por
los Castro y toda la izquierda occidental, ha superado el escollo de
haber sido rechazado por el pueblo colombiano mediante el expeditivo
recurso de no someterlo esta vez a votación popular. Cuando el
presidente colombiano Juan Manuel Santos decidió convocar un referéndum
para ratificarlo no lo hizo por gusto, sino para blindarlo frente a
cualquiera que en el futuro quisiera revisarlo. Pero, a la vista del
obstinado empeño del pueblo colombiano en conservar su dignidad, Santos
ha decidido que al nuevo acuerdo, un simple refrito del anterior, le
basta la ratificación del Congreso, donde el presidente disfruta de
mayoría parlamentaria. Dado su alcance, que incluye la creación de
tribunales especiales para exculpar a los terroristas o la atribución de
escaños a las FARC sin necesidad de tener que pasar por unas
elecciones, Santos asume el riesgo de que el acuerdo, sin referéndum,
sea tachado de inconstitucional. De hecho, Álvaro Uribe está pensando en
abstenerse, en vez de votar no, para poner en evidencia la
inconstitucionalidad del procedimiento.
Los
tribunales especiales para la paz que crea el acuerdo no sólo están
encargados de blanquear a los terroristas, sino que también podrían
juzgar a los militares y policías que, en su lucha contra las FARC,
hayan podido contrariar a Timochenko. Esta pesadilla que está sufriendo
uno de los pocos países hispanoamericanos que, a pesar las muchas
dificultades, ha logrado conservar su democracia como algo más que
aparente sólo ha sido posible por el vergonzoso y abrumador respaldo que
ha recibido desde Occidente. El patrocinio de los Castro debería haber
bastado para que países como Estados Unidos, España o toda la Unión
Europea se mostraran más recelosos. Pero como aquí cualquier cosa que se
haga en nombre de la paz ha de ser necesariamente buena, Obama y,
detrás de él, toda la progresía occidental han respaldado el oprobioso acuerdo.
Encima,
todo ha tenido que ser amañado echando virutas para que Santos pueda
presentarse en Oslo a principios del mes que viene a recoger el premio
Nobel de la Paz con algo que ofrecer a los parlamentarios noruegos.
Mucho más cuando Noruega, además de Cuba, es garante del dichoso
acuerdo. Si a Obama se lo dieron sin hacer nada, ¿cómo no se lo iban a
dar a Santos después de haberse rendido al terrorismo de extrema
izquierda? Mucho más haciéndolo con la garantía de Noruega. No obstante,
los españoles deberíamos agradecer al país escandinavo que, a pesar de
haber sido escenario de parte de las conversaciones que el expresidente
español José Luis Rodríguez Zapatero mantuvo con la banda terrorista
ETA, tuviera el detalle de no darle el Nobel.
Qué
triste es ver cómo un pueblo empeñado en conservar su dignidad la ve
pisoteada por sus dirigentes, calzados con las botas de una dictadura
comunista y apoyados en el carcomido báculo de la izquierda occidental.
blog ORLANDO TAMBOSI
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