BLOG ORLANDO TAMBOSI
O panfleto escrito por Marx e Engels é o texto político mais lido da história, ainda que sua primeira edição tenha tido pouca repercussão. Júlio Martín Alarcón para El Confidencial:
“El
mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de
la navegación y de todos los medios de transporte por tierra. Este
desarrollo influyó a su vez en el auge de la industria, el comercio, la
navegación y los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía,
multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las
clases por legadas por la Edad Media…”.
Escrito en 1848, el indispensable tratado y panfleto comunista de Karl Marx y
Friedrich Engels, del que se cumplen ahora 175 años, no dejaba de
acentuar con precisión lo que habían sido las revoluciones burguesas de
los siglos anteriores.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F40b%2Fab7%2Fa76%2F40bab7a7654c8a23f33c6f974d1a96b1.jpg)
Sí, parece contradictorio, pero se suele obviar el cierto elogio explícito hacia el capitalismo
en la obra de Marx y Engels: “La burguesía, con su dominio de clase,
que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas
productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones
pasadas juntas”.
Un fantasma recorre Europa...
En
efecto, el despegue económico y la globalización, el libre comercio, la
división del trabajo habían transformado la sociedad definitivamente y
la habían elevado a unas condiciones de vida mejores a las de las épocas
anteriores del “oscurantismo”, como inevitablemente daban a entender Marx y Engels.
¿Qué significaba entonces ese fantasma que recorría Europa? La
enumeración de una teoría fundamental sobre la lucha de clases: una de
ellas, la proletaria, aplastada por la burguesía que había conseguido
desarrollar la riqueza. El Manifiesto del Partido Comunista enarbolaba
esa teoría de la lucha de clases y sobre todo servía para la llamada a
la acción que la derrocara a los burgueses e impusiera la ‘dictadura del
proletariado.
Pero
175 años después de que Marx y Engels comenzaran su texto con el
célebre “un fantasma recorre Europa”, lo que ha quedado más actual y
menos obsoleto fue su análisis del capitalismo, mientras que en los años
posteriores a la caída del Muro de Berlín
en 1989 se ha interpretado habitualmente a ese “fantasma del comunismo”
como algo que casi proféticamente ha quedado exactamente en eso, en una
ilusión y en una representación fantasmagórica de lo que fue tras el
desplome de la URSS.
No
en vano, los múltiples prólogos que se escriben en cada una de las
nuevas ediciones que elogian la actualidad del Manifiesto Comunista caen
casi siempre en la misma repetición, que es precisamente el de la
descripción del mundo capitalista. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz,
lo hizo en 2020 en el prólogo de una edición coincidiendo con el
centenario del Partido Comunista: “El pensamiento de Karl Marx parece
escrito, con tinta indeleble, sobre el viento de la Historia. Reaparece
siempre, en los contextos de crisis económica y social, con toda su
lucidez y su capacidad de estimular la reflexión. Su mirada sobre los
mecanismos de la producción capitalista sigue arrojando comprensión y
luz sobre los principales problemas de nuestro mundo y de nuestro
tiempo” (Yolanda Díaz, Manifiesto Comunista, ed. Galaxia-Gutenberg).
Otra
cuestión, que se suele olvidar, es que su verdadero carácter original
—que no era otro que servir como panfleto para la unión de la clase
proletaria, de hacer que ese fantasma que recorría Europa acabara con la
desigualdad creada por la clase burguesa— tenga algún sentido ahora.
Como hizo notar Mario Caballero en El salto diario: “El documento no es
más que un panfleto de fácil digestión y comprensión, hecho para que los
obreros industriales lo leyeran durante sus descansos. El texto fue
concebido así debido a las tasas de alfabetización entre la población
obrera de la época, siendo el público objetivo la clase obrera
industrial, ya que aquella era el grueso de la población. Se publicó por
primera vez en 1848, en pleno auge de la Primavera de los Pueblos,
siendo un llamamiento a la clase obrera
para que se uniera internacionalmente para superar la lucha de clases y
lograr la dictadura del proletariado. Ya sabemos cómo ha terminado
todo”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F21b%2Fd58%2F211%2F21bd58211fc270c78f1650c3c8c2fefb.jpg)
En 1848, Karl Marx,
que había dejado de trabajar para la Gaceta Renana cinco años antes, se
estableció en París, donde conoció a Friedrich Engels, hijo de una
familia de ricos empresarios de una fábrica textil de Manchester. Engels
se había trasladado antes a Inglaterra, en donde estudió a la clase
obrera para publicar su obra: La situación de la clase obrera en
Inglaterra (1945).
Ambos
formaron primero parte de la Liga de los Justos y después de la Liga de
los Comunistas, que fue el germen del célebre manifiesto. Lo explicaba
así el mismo Engels en el prólogo a la edición alemana de 1872: “La Liga
Comunista, una organización obrera internacional, que en las
circunstancias de la época —huelga decirlo— solo podía ser secreta,
encargó a los abajo firmantes, en el congreso celebrado en Londres en
noviembre de 1847, la redacción de un detallado programa teórico y
práctico, destinado a la publicidad, que sirviese de programa del
partido. Así nació el Manifiesto, que se reproduce a continuación y cuyo
original se remitió a Londres para ser impreso pocas semanas antes de
estallar la revolución de febrero”.
Sin apenas repercusión al principio
“Un
detallado programa teórico y práctico” que en su primera redacción no
tuvo apenas repercusión, aunque estuviera destinado posteriormente a ser
el texto político quizás más reproducido y traducido de toda la
historia. Según Engels: “¡Proletarios de todos los países, uníos!'.
Cuando hace cuarenta y dos años lanzamos al mundo estas palabras, en
vísperas de la primera revolución de París en que el proletariado levantó ya sus propias reivindicaciones, fueron muy pocas las voces que contestaron”.
No
sería hasta 1863, cuando se creó la Asociación Obrera Internacional,
cuando el Manifiesto Comunista se introdujo con más fuerza en las clases
proletarias, poco antes de que Karl Marx
culminara la obra esencial de su pensamiento en El Capital (1867).
Antes habían fracasado las revoluciones obreras de 1848 en Francia, La
Comuna de París y en Alemania, que era el verdadero contexto en el que
se ideó el Manifiesto, por lo que quedó relegado durante varias décadas.
La supresión de la propiedad privada burguesa y la lucha contra esa
clase por medio de la dictadura del proletariado nunca se produjo en
Europa realmente hasta la Revolución de Octubre de 1917, en un contexto radicalmente distinto, que incluía la Primera Guerra Mundial.
Según
el historiador Eric Hobsbawn: “A lo largo de los siguientes cuarenta
años [a partir de la década de 1870] el manifiesto conquistó el mundo,
impulsado por el ascenso de los nuevos partidos obreros
(socialistas), en los que la influencia marxista creció rápidamente
durante la década de 1880. Ninguno de ellos optó por darse a conocer
como Partido Comunista hasta que los bolcheviques rusos volvieron al
nombre original tras la Revolución de Octubre, pero el título de
Manifiesto del Partido Comunista se mantuvo sin cambios”.
Fue el momento de mayor difusión del texto y su circulación creció enormemente a la luz de la URSS,
que no lo remitía a una cuestión histórica, sino a una experiencia de
la política entonces actual, ya que afirmaba ser el Estado representante
de la ideología marxista, de forma que se incluyó en los programas de
las universidades. Así, precisamente el estalinismo, el concepto del que
todos los teóricos comunistas quieren huir, sirvió para la verdadera
gran difusión del texto, según Hobsbawn, a pesar de que el Manifiesto
hubiera quedado obsoleto para entonces en muchos de sus aspectos por
estar pensado para aquella situación específica de 1848. No solo eso,
sino que además estaba vinculado a una etapa temprana del propio
pensamiento de Marx, que no publicaría El Capital hasta dos décadas
después.
Tanto
Marx como Engels así lo reconocieron en algunos de los prólogos de las
ediciones al calificarlo documento histórico que convenía no retocar ya.
Ahora, por mucho que se recalque la fuerza del breve, pero potente,
documento de apenas 20 páginas, dividido en breves párrafos casi
bíblicos y repleto de frases lapidarias de indudable persuasión,
difícilmente podría unir a una supuesta clase proletaria que ya no
existe con esas características, aunque se puedan encontrar similitudes
con el régimen capitalista y la actual globalización.
“El
mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de
la navegación y de todos los medios de transporte por tierra. Este
desarrollo influyó a su vez en el auge de la industria, el comercio, la
navegación y los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía,
multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las
clases por legadas por la Edad Media…”.
Postado há 6 hours ago por Orlando Tambosi

Nenhum comentário:
Postar um comentário