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A cidade de Herculano, arrasada como Pompéia pelo Vesúvio em 79 d.C., esconde histórias assustadoras e grandes tesouros. Em livro, Daniel García Varo recolhe seus enigmas petrificados. David Barreira para El Cultural:
El
misterio inquietaba a los arqueólogos: ¿dónde estaban los habitantes de
Herculano? ¿En qué lugar se refugiaron inútilmente del flujo
piroclástico del volcán? Hasta la década de 1980, las excavaciones en la
antigua ciudad romana sepultada por el Vesubio en el año 79 d.C.
no habían documentado muchos cadáveres en las viviendas. Pero el fresco
del horror emergió en los llamados fornicis, una docena de almacenes
portuarios construidos frente a la playa. Allí se amontonaban unos
trescientos esqueletos humanos con las pocas posesiones que habían
logrado empaquetar a toda prisa. Llegaron de madrugada, como demuestra
el hallazgo de numerosas lámparas de aceite en terracota, con la
esperanza de salvarse del infierno subiendo a alguna embarcación que
nunca llegó.
O
tal vez, ese grupo de desgraciados esconde una historia todavía más
trágica: son los que se quedaron atrás, los que ya no tenían sitio en
las escasas embarcaciones atracadas en el puerto de la pequeña ciudad el
día de la catástrofe, entre el 24 y 25 de octubre. A unos pocos metros
de los almacenes se realizó otro hallazgo excepcional: un barco de unos
nueve metros con el casco íntegro. Estaba boca abajo y también escondía a
varias víctimas, como un remero y un soldado que portaba un gladius, un
puñal de hierro y una bolsa de monedas con un valor equivalente al sueldo mensual de la guardia pretoriana.
¿Es
la escena congelada de un intento desesperado de un legionario retirado
—tenía una edad avanzada y su cuerpo presentaba numerosas lesiones— que
desempolvó su uniforme de guerra para tratar de botar la pequeña nave
arrastrándola a través de la arena y ayudar a sus vecinos en el
desastre? ¿O el fatal resultado de una de las embarcaciones integrantes
de esa flota de rescate enviada por el célebre Plinio el Viejo? Un
enigma trágico.

Esqueletos hallados en el puerto de Herculano.
A la sombra de Pompeya,
mucho más grande y masificada —unos 4.000 habitantes frente a 15.000 en
época romana; y 300.000 visitas anuales frente a 2,5 millones en la
actualidad—, Herculano esconde también historias y vestigios fascinantes
sobre la Antigua Roma.
Fue, en palabras del historiador Daniel García Varo, "un resort de
vacaciones", una pequeña ciudad a la que los ciudadanos de alto estatus,
como el emperador Calígula, que dispuso allí de una residencia, acudían
para descansar y esquivar el ajetreo de las principales urbes.
En
el año 79 a.C. quedó sepultada por veinticinco metros de cenizas
petrificadas y no empezaría a salir a la luz hasta el siglo XVIII. Los
primeros restos de Herculano —la escena del teatro— fueron descubiertos
en 1738 por el ingeniero zaragozano Roque Joaquín de Alcubierre gracias a
un pozo que había en la zona y que iba a servir para abastecer el
Palacio Real de Portici, en Nápoles, del futuro Carlos III. Entre los hallazgos arqueológicos más recientes destaca el esqueleto de un individuo inserto en una de las paredes
volcánicas. Probablemente murió golpeado por grandes vigas de madera,
aunque llama la atención el color rojizo de sus huesos, resultado de la
rápida evaporación de la sangre por las altísimas temperaturas.
En
Herculano. La ciudad del Vesubio (Almuzara), García Varo traza una
radiografía completa de todos los aspectos del sitio: la historia de
cómo era y cómo evolucionó a nivel arquitectónico, la vida en época
romana —la estructura social, qué comía la gente y dónde compraba el
vino, con qué se divertía, las demandas judiciales o los grafitis
sexuales que se dedicaban en las termas públicas— y las distintas
investigaciones que se han desarrollado en el yacimiento.
El
libro es una guía detallada y muy accesible para adentrarse en los
secretos de un lugar que hasta fue utilizado por el Gobierno fascista de
Benito Mussolini para alimentar los sentimientos nacionalistas y el
renacer de una nueva Italia. Domus, mosaicos, frescos, pinturas,
tabernas y espacios religiosos se han conservado en un estado
excepcional hasta el presente gracias a la explosión volcánica de hace
dos milenios.

Uno
de los lugares más fascinantes de Herculano es la Villa de los Papiros,
una de las más grandes y suntuosas de la ciudad que se encuentra al
noroeste del yacimiento urbano. Habitada por un pariente de Julio César,
su nombre se debe a la cantidad de rollos de papiro —en torno a los dos
mil, escritos en griego y que versan sobre temas filosóficos— allí
encontrados. También apareció un extraordinario conjunto de esculturas:
51 bronces y 24 estatuas de mármol, el tesoro más importante de todas
las casas particulares antiguas que desvelan el afán coleccionista de
unos propietarios cultos y entendidos. Entre ellas, el famoso grupo del
dios Pan copulando con una cabra.
Pero
la historia de Herculano, "una ciudad que no ha sido valorada como se
merece", en palabras del historiador, no se ha terminado. Las
excavaciones continúan y, como Pompeya, todavía tiene muchos secretos que sacar a la luz.
Postado há 7 hours ago por Orlando Tambosi

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