BLOG ORLANDO TAMBOSI
A combinação entre a degradação da profissão jornalística, a multiplicação de novos meios e o conflito entre as ideologias oficiais e quem a elas se opõe fez a reputação dos meios se ressentir. José Carlos Rodríguez para Disidentia:
Reuters
ha recurrido a los servicios de YouGob para realizar una encuesta a más
de 93.000 personas de 46 países sobre sus hábitos de consumo de
noticias. Es un informe que lleva varios años haciendo, de modo que
ofrece la perspectiva de ver qué tendencias evolucionan con el tiempo.
Por
ejemplo, una de las tendencias más señaladas es la del consumo de
noticias en formato digital. Bajo el influjo de dos asuntos de
actualidad de gran relevancia, como son la pandemia y la invasión de
Ucrania por Rusia, se ha acelerado el cambio estructural “hacia entornos
mediáticos más digitales, móviles y dominados por plataformas, con
nuevas implicaciones para los modelos de negocio y los formatos del
periodismo”.
LA
COMBINACIÓN ENTRE LA DEGRADACIÓN DE LA PROFESIÓN PERIODÍSTICA, LA
MULTIPLICACIÓN DE NUEVOS MEDIOS DE LA MANO DE LA TECNOLOGÍA, Y EL
CONFLICTO ENTRE LAS IDEOLOGÍAS OFICIALES Y QUIENES SE OPONEN A ELLAS, HA
HECHO QUE LA REPUTACIÓN DE LOS MEDIOS SE RESIENTA
Otra
de las tendencias es que los usuarios cada vez son más reacios a
iniciar su búsqueda de noticias en las webs o apps de sus medios de
comunicación de referencia. En la actualidad, sólo lo hace un 22 por
ciento, 10 puntos menos que en 2018. Los usuarios prefieren (o
preferimos) acudir a algún mediador que nos lleve a las noticias.
Típicamente, ese mediador son las redes sociales, pero también están los
buscadores o los “agregadores de móvil”, aplicaciones que, como
SmartNews, TopBuzz, GoogleNews o Flipboard, por poner algunos ejemplos,
ayudan a categorizar y filtrar noticias.
Por
supuesto, Facebook sigue en cabeza de los intermediarios entre los
lectores y las noticias que consumen. Pero su importancia cae a pasos
agigantados, y va por el camino que lleva a las grandes empresas de
internet a ser una larga y prolija entrada en la wikipedia. Amenazan su
posición otras redes sociales, como YouTube o TikTok.
Esta
red social es un caso muy interesante. Es una empresa china. Y como es
una dictadura comunista, eso quiere decir que la empresa está controlada
por el gobierno de Pekín. Cuando los medios estadounidenses, (algunos),
señalan que desde TikTok se sobreponderan los mensajes que son
disolventes desde el punto de vista moral y favorecen el consumo de
drogas, es difícil no ver la mano de China apretando por el pescuezo a
la sociedad norteamericana. Y se está convirtiendo en el principal
mediador entre los más jóvenes y la información que reciben.
Todo
ello forma parte de lo que podemos prever por el cambio tecnológico, y
por el comportamiento que vemos en los demás y en nosotros mismos. Lo
más significativo de este estudio, aunque no sea estrictamente una
novedad, es el descenso en la confianza que generan los medios de
comunicación en los usuarios.
El
consumo de medios tradicionales cae, parece que sin remedio, pero el
aumento en el uso de los nuevos medios no compensa esa caída. Es decir,
el público pasa cada vez más de lo que hacen los medios de comunicación.
Durante
la pandemia, la credibilidad en los medios aumentó. Pero la situación
se ha dado la vuelta, y esa confianza es ahora menor. Sólo dos de cada
cinco usuarios (el 40%) confía en los medios de comunicación la mayoría
del tiempo. En 2017, casi dos ciudadanos de cada tres, el 63%, estaba
muy interesado en la actualidad informativa. Hoy es menos de la mitad,
el 48%. Uno de cada tres huye de la actualidad.
Una
de las vías es que los usuarios paguen por los contenidos. Esto permite
que los medios de comunicación cuenten con más medios, y puedan
dedicárselos a crear una información de mayor calidad. Pero en el
mercado de la información, hacer un mejor producto no pasa sólo por
dedicar grandes dosis de talento y medios para explotarlo.
De
hecho, no está claro hasta qué punto los consumidores de los medios de
comunicación son también sus principales clientes. La pérdida de un
modelo de negocio rentable de la prensa ha hecho que las empresas que
trabajan en este mercado recalen en otros clientes que pueden darle lo
que los consumidores no pueden o no quieren: dinero. El dinero puede
llegar directamente, por medio de la publicidad institucional, cuando no
directamente de subvenciones.
Hay
otro camino más indirecto, que es el que conecta las modas
intelectuales, algunas de dudoso origen, con las políticas de las
instituciones internacionales (ONU, UE), y a éstas con las grandes
empresas y, finalmente, con los medios de comunicación. Anoten este
mecanismo de transmisión, porque lo vamos a recuperar más adelante.
Los
ciudadanos saben que son la estación final del viaje de la información,
cuya estación de origen no está clara. Son los receptores de un
producto encargado por otros. No es que sea así en todos los medios, ni
la sensación tiene que ser del todo cierta. Pero lo es en alguna medida,
y eso es suficiente para arruinar el prestigio que tuvo la prensa en
otro tiempo.
Es
normal desconfiar de los medios que tienen una perspectiva sobre la
realidad distinta de la propia. Los consumidores de información buscan
reforzar lo que piensan. Eso ha pasado siempre, y no debe sorprendernos.
Pero la situación actual es peor, y yo creo que hay un motivo
específico: los medios de comunicación mienten.
Mienten,
ocultan la información, cubren la realidad con mensajes
distorsionadores… Eso lo hacen los medios, incluso los más serios, con
asiduidad. No es lo mismo que el fenómeno de las “fake news”, a las que
no sé por qué no se les llama “noticias falsas”. Se llama “fake news” a
las informaciones, falsas o no, que se salen del mecanismo de
transmisión que mencionaba antes.
No.
De lo que hablo no es de “fake news”, sino de las verdaderas mentiras,
ocultaciones y distorsiones que se producen en los medios. La
combinación entre la degradación de la profesión periodística, la
multiplicación de nuevos medios de la mano de la tecnología, y el
conflicto entre las ideologías oficiales y quienes se oponen a ellas, ha
hecho que la reputación de los medios se resienta. Y que los ciudadanos
se distancien de ellos. O que intenten salvarse del naufragio de la
prensa aferrándose a sus medios favoritos que, creen, son los únicos que
les defienden. O, directamente, que huyan de la actualidad, como hace
uno de cada tres ciudadanos. Una tabla de salvación; es a lo máximo a
que pueden aspirar la mayoría de las empresas periodísticas.
Postado há 1 week ago por Orlando Tambosi
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