BLOG ORLANDO TAMBOSI
Uma das lições, escreve Justin Logan no Instituto Cato, é que, dado que as forças russas não conseguiram derrotar um vizinho mais débil, se tornou risível que possam constituir uma ameaça para os demais centros de poder da Europa:
Muchos estudiosos creen que la política estadounidense en Europa es contrahegemónica,
como lo fue a principios del siglo XX. Desde este punto de vista, el
interés de seguridad de EE.UU. en Europa consiste en impedir que un país
domine Eurasia. Como potenciales hegemones, la Alemania nazi y la Unión
Soviética llevaron a EE.UU. a implicarse profundamente en los asuntos
de seguridad europeos.
El primer año de guerra en Ucrania demuestra sin lugar a dudas que la Federación Rusa
de 2023 no es, ni será en el futuro relevante para la política, un
hegemón potencial en Europa. O bien los objetivos de EE.UU. en Europa se
han ampliado drásticamente en las últimas décadas, o bien siempre han
sido más amplios de lo que sugiere la sabiduría convencional.
Rusia
ha conducido su guerra de forma desastrosa. El disparatado concepto
inicial de operaciones del Kremlin, su negativa o incapacidad para
luchar con armas combinadas desde el principio y su fracaso a la hora de
suprimir las defensas aéreas ucranianas fueron desconcertantes desde el
punto de vista militar. Los crímenes de guerra de Rusia inflamaron el
nacionalismo ucraniano, llegando incluso a poner en su contra a
ucranianos hasta entonces favorables. El ejército ruso ha funcionado
mucho peor sobre el terreno de lo que parecía sobre el papel. La idea de
que el ejército ruso, que lucha por derrotar a un vecino mucho más
pequeño y débil, pueda suponer una amenaza para los principales centros
de poder de Europa es una broma.
En
un mundo razonable, sería una buena noticia saber que impedir la
hegemonía en Europa no requiere grandes esfuerzos por parte de EE.UU.
Pero la "comunidad transatlántica", que informa a las élites y al
público sobre estas cuestiones, ha conseguido evitar esa conclusión.
Como escribió
en una ocasión Jeremy Shapiro, director de investigación del Consejo
Europeo de Relaciones Exteriores, "la propia identidad de las élites de
la política exterior estadounidense las ha atado a la continuación de un
enfoque que apoya sus intereses como clase: una política exterior
activista de liderazgo global estadounidense".
En lugar de reconocer la buena noticia de la debilidad de Rusia, nos enteramos de que su debilidad la hace más peligrosa. Otros partidarios del liderazgo estadounidense en Ucrania, como el académico de la Brookings Institution Robert Kagan, admiten
que "no hay forma de que la conquista de Ucrania por Putin tenga algún
efecto inmediato o incluso lejano sobre la seguridad estadounidense",
concediendo que la afirmación es "algo ridícula". Más bien, para Kagan, "la defensa de Ucrania es una defensa de la [sic] hegemonía liberal".
Dondequiera
que se observe la política hacia Ucrania –ya sea en Polonia, Israel,
Turquía o en la propia Ucrania– se ve a las élites defendiendo
celosamente los intereses de sus países. Luego está EE.UU. En nuestro
país, una élite insular ha dominado la respuesta occidental a la
invasión, enviando decenas de miles de tropas estadounidenses a Europa y
concentrando nuevamente la seguridad europea en EE.UU., con un tremendo coste en dinero, riesgo y atención.
La
ruina de la guerra para los ucranianos y rusos es una tragedia
humanitaria, pero la conclusión sobre la debilidad de Rusia es una buena
noticia. Una élite más prudente en política exterior se habría llevado
la victoria.
Este artículo fue publicado originalmente en Defense Priorities (EE.UU.) el 13 de febrero de 2023.
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