Carlos Rodríguez Braun considera, com base nas obras de James Buchanan e
Fréderic Bastiat, que os economistas deveriam estudar os arranjos
cooperativos e a coação que impede seu surgimento:
No puede haber economía sin rendir cuentas de la acción humana, igual
que no puede haber sociología si uno parte de la base, como Mandeville o
Rousseau, de que no hay en los seres humanos impulsos sociales.
Pero ello, como dice James Buchanan en What should economists do?,
requiere alejarse del enfoque asignativo de la economía, característico
de la teoría neoclásica. No es una cuestión de que sus modelos son
irreales: todos lo son. El error de los economistas es convertir “la
conducta del individuo que elige desde un contexto social-institucional a
uno físico-computacional”. Las personas actuamos porque el mercado no
es un mecanismo sino un proceso que anuda un conjunto de relaciones
sociales que permiten la posibilidad de ganancia.
Si el mercado es solo un mecanismo, entre otras opciones, entonces
nos adentramos en el terreno que nubla la distinción entre libertad y
coacción. Lo recorrieron grandes economistas, como Paul Samuelson, que
insistieron en que Estado y mercado son solo dos sistemas alternativos
de asignación de recursos.
De ahí el éxito de los fallos del mercado, presentados como prueba de
que la coacción es mejor que la libertad, cuando el problema no es
divinizar esta última, como si las personas no tuviésemos defectos, sino
concluir que los ciudadanos no podrán buscar voluntariamente soluciones
para resolver los problemas que afrontan.
El economista ha de estudiar estos posibles arreglos cooperativos, y
la coerción que impide que surjan. Así delimita los campos Buchanan: “La
economía es el estudio de todo el sistema de las relaciones de
intercambio. La política es el estudio de todo el sistema de relaciones
coercitivaso potencialmente coercitivas”.
Cien años antes de Buchanan, Frédéric Bastiat señaló las dificultades
del liberalismo: “La desconfianza hacia el comercio libre es sincera.
En caso contrario, no podría haber tanta gente asustada ante la
libertad”. Un problema clásico es: “A los enemigos del mercado libre les
bastan unas pocas palabras para establecer una media verdad, mientras
que, para probar que es una media verdad, los liberales hemos de
recurrir a disertaciones extensas y áridas”.
El intervencionismo triunfa al centrarse solo en el bien que hace,
ocultando el daño que inflige. Así, mucha gente aprueba un mayor gasto
público, desatendiendo su coste fiscal, o la prohibición de los
desahucios, ignorando que ello encarece hipotecas y alquileres a
millones de personas.
Un daño perpetrado por el antiliberalismo es precisamente el aval al
mayor experimento redistributivo de la historia: el Estado de Bienestar.
Lo detectó Bastiat en la introducción a sus Sofismas Económicos, donde
entrevió qué pequeño podría ser el Estado liberal, en contraposición al
intervencionista y redistribuidor. Dijo entonces que los liberales
podemos aceptar pagar unos impuestos bajos al Estado, pero rechazamos de
plano que los ciudadanos nos cobremos impuestos los unos a los otros. (Instituto Cato).
Este artículo fue publicado originalmente en Expansión (España) el 31 de julio de 2019.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
Nenhum comentário:
Postar um comentário