BLOG ORLANDO TAMBOSI
O jornalista Guillermo Altares analissa, em seu novo livro, como nascem e naufragam as tiranias, recordando que nenhuma liberdade está destinada a manter-se para sempre. David Barreira para El Cultural:
En
el edificio de una antigua fundición de cobre, reconvertida en un
recinto estanco con las ventanas tapiadas, las autoridades de la
República veneciana decidieron confinar a los judíos el 29 de marzo de
1516. Ese fue el primer gueto de la historia, vocablo que la mayoría de
estudiosos considera que procede del verbo gettare, "fundir". Sin
embargo, podría tener otra etimología: en 1492, un grupo de hebreos huyó de España
en un barco que tuvo que recalar en Génova tras la muerte del capitán.
Se les prohibió entrar en la ciudad y pasaron semanas, sin apenas comida
ni agua, confinados en uno de los embarcaderos. Un relato del siglo XVI
de un rabino de Corfú se refiere al lugar donde fueron retenidos como
geto, que en genovés significaba "muelle", demostrando una tradición en
la memoria colectiva de los sefardíes exiliados.
La
palabra pogromo, derivada del ruso gromit, "aplastar" o "destruir",
entró en el léxico internacional en la década de 1880 y también remonta a
un pasado reciente oscuro, a una nueva dimensión —desarrollada en el
marco de la guerra civil rusa, entre 1918 y 1921— en el ambiente de odio
hacia los judíos que fue creciendo desde la Edad Media y culminó en el Holocausto.
El pastrami, una carne de ternera sazonada y ahumada, es un ingrediente
típico de los sándwiches que se sirven en los restaurantes judíos de
Estados Unidos. Pero esconde igualmente la historia de exilio y
persecución de los hebreos que huyeron de Europa en los siglos XIX y XX.
Los
tres términos, escribe Guillermo Altares en el prólogo de su nuevo
libro, Los silencios de la libertad (Tusquets), cargan con un pasado que
implica una advertencia: ninguna libertad está destinada a mantenerse
para siempre. Son las "huellas que nos recuerdan tiempos mucho más
infelices", marcados por "los viajes de ida y vuelta de la paz a la
guerra, de la democracia a la tiranía".
Serrano Súñer, Franco y Mussolini en 1941.
Si en Una lección olvidada
(Tusquets, 2019) el periodista recordaba de una forma muy personal, a
través de sus viajes y experiencias profesionales como corresponsal por
los principales escenarios del continente, el "palimpsesto de horrores"
sobre el que se asienta la historia europea, en su nuevo ensayo indaga
en cómo empiezan y por qué naufragan las dictaduras, y en cómo han
afectado y atrapado a millones de seres humanos desde la Atenas del
siglo V a.C. hasta la Rusia de Putin.
"Ambos
libros comparten una serie de reflexiones de muchos años viajando y
leyendo sobre Europa", explica el autor. "Al principio pensaba hacer una
cosa más ambiciosa sobre las dictaduras en todo el mundo, pero luego me
di cuenta que era imposible, que tendría que hacer un libro tan grande como el de Simon Sebag Montefiore.
Al final se fue perfilando hacia una historia de las veces que la
democracia ha estado en peligro desde los griegos hasta nosotros".
Altares
sigue el rastro de las tiranías en Siracusa, Roma y por supuesto
Berlín, donde se prolongó desde 1933 hasta 1989 en sus dos extremos más
terribles, presenta multitud de ejemplos que evidencian cómo el terror
ha sido un arma política desde las guerras de religión medievales hasta las cámaras de gas de Auschwitz
y cierra con un collage de microhistorias, como la de Paul Grüninger,
comandante de policía suizo que se negó a acatar la orden de cerrar la
frontera a los refugiados judíos que llegaban desde Austria tras la
anexión nazi, o la de varios agentes que participaron en la famosa
redada del Velódromo de Invierno de 1942, deteniendo judíos o mirando
hacia otro lado, para reflejar las distintas actitudes humanas frente al
totalitarismo.
"Las
dictaduras tienen personas que les apoyan, otras que simplemente tratan
de sobrevivir sin meterse en muchos líos y las que toman decisiones
valientes y siguen luchando", explica el periodista y jefe de Cultura de
El País. "Hay una cosa que se olvida muchas veces y es que en Alemania
hubo millones de trabajadores esclavos de toda Europa. En un momento
dado, la Gestapo tuvo miedo de que se rebelasen, pero nunca hubo planes
de contingencia contra una rebelión del pueblo".
Grietas democráticas
Una
de las cuestiones más estremecedoras que aborda y vertebra el ensayo,
fabulosamente escrito y que esconde una biblioteca de lecturas
complementarias, es la dificultad de intuir el punto de inflexión, el
momento en que un determinado pueblo se está convirtiendo en el foco del
horror. "Es muy difícil imaginar lo imposible", resume el autor. "Mucha
gente se pregunta por qué los nobles en la Revolución francesa
no se fueron antes, cuando estaba claro que se iban a producir
estallidos de violencia y el gran terror. Los judíos estaban muy
integrados y habían luchado por Alemania en la I Guerra Mundial. Aunque
Hitler lo decía, no podían darse cuenta de que ese odio iba a
cristalizar de esa manera: Auschwitz era inimaginable. Y visto desde una
Europa de fronteras cerradas, tampoco se puede olvidar que en muchos
casos no pudieron huir".
Reconoce
Altares que uno de sus descubrimientos a la hora de escribir este libro
es "lo rápido que podemos perder la libertad, nuestra seguridad, las
cosas que damos por hechas en nuestra vida cotidiana". Ahí están los
casos de los habitantes de Sarajevo o Kiev, despertados y amenazados por las bombas de un día para otro. "No hay que ser tremendistas, pero sí vigilantes", alerta.
Los
silencios de la libertad se puede leer también como el diagnóstico del
aumento de la preocupación de Guillermo Altares por las grietas que se
están abriendo en las democracias liberales occidentales. "Los que somos
la generación de la Transición estamos convencidos de que las
libertades no se pierden, se ganan. Y de repente vemos que sí se pueden
perder, como la sentencia del Tribunal Supremo de EEUU sobre el aborto",
dice. "Es un país en que la realidad dejó de ser un consenso, y me
pregunto si en Europa vamos hacia algo parecido".
Los
regímenes democráticos se enfrentan en el presente a una preocupante
hueste de amenazas: el deterioro institucional, la politización de las
instituciones, la ultraderecha o la capacidad de la propaganda, el poder
de las mentiras. Altares cita el caso de Hungría, un país que conoce
bien tras cubrir su entrada en la Unión Europea, y ejemplo de ese
tiovivo de libertades ganadas y perdidas. Cuando los húngaros empezaban a
respirar tras sufrir muchísimo bajo la dictadura de Miklós Horthy y
tras la invasión soviética, emergió un nuevo autócrata: Viktor Orbán.
"La
democracia es excepcional y lo sigue siendo. Y ahora mismo, lo que es
una preocupación enorme, es mucho más excepcional que hace veinte años",
sentencia el autor. Su libro, siendo un grito de alarma ante la
fragilidad de las libertades democráticas, incluye también lecciones y
motivos para la esperanza: "Las dictaduras son poderosas, pero los seres
humanos pueden serlo mucho más".
Postado há 1 week ago por Orlando Tambosi
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