Fracassado,
o tirano Nicolás Maduro tenta agora bancar o comandante, responsável
que é pelo "domínio mais importante da ditadura castrista". Artigo de Carlos Sánchez Berzain:
El
régimen en Venezuela, para mantenerse en el gobierno, avanza
frontalmente hacia una dictadura abierta que ha paramilitarizado el
ejercicio del poder político. No queda ninguna duda que Nicolás Maduro y
su gobierno son responsables del dominio más importante de la dictadura
castrista. Maduro, fracasado en su disfraz de presidente, ahora ensaya
el de comandante y la peligrosidad de la dictadura venezolana se hace
evidente interna e internacionalmente como una amenaza para toda la
región.
En el
siglo XXI el eje de confrontación de la política en América Latina no es
ideológico, no se trata de la lucha por el poder entre izquierdas y
derechas, o entre nacionalistas y globalizadores, ni entre estatistas y
liberales, tampoco entre progresistas y conservadores. La disputa
fundamental se presenta entre quienes quieren el poder indefinidamente
con su propia voluntad e interés como norma, contra los que creen en la
institucionalidad del estado de derecho con el mandato de la ley como
fundamento. Es la confrontación entre la dictadura y la democracia,
entre el castrismo que logró expandir su proyecto anti democrático en la
región, contra los pueblos que quieren libertad, con alternancia en el
poder, rendición de cuentas y responsabilidad de los gobernantes. De la
disputa de planes de gobierno se ha retrocedido a la confrontar la forma
de gobierno y de Estado.
Esta
situación resulta de la “destrucción institucionalizada del estado de
derecho” y en consecuencia de la democracia que el castrismo expandió
como nuevo método de lucha desde su alianza con Hugo Chávez. Con
pretensión de revolución y discurso populista, con ingentes cantidades
de dinero provenientes del petróleo venezolano, de la corrupción y hasta
del narcotráfico, manipulando procesos electorales, plebiscitos y
referéndums, suplantaron constituciones, introdujeron leyes infames,
lograron el control total del estado y de sus órganos hasta obtener la
concentración y manipulación total del poder al servicio de la
corrupción.
En lo
inmediato controlaron la región con éxito aparente. Luego llegó el
inevitable fracaso, porque el sistema castrista de “dictaduras del
socialismo del siglo XXI” (SSXXI) entró en crisis por su economía
centralista, estatista y personalista, por la incapacidad, la corrupción
y la ausencia de libertad; la falta de frenos y balances, de oposición
real, alternancia en el poder, elecciones limpias, prensa libre,
justicia independiente. Pasaron a destacarse por sus nuevos ricos, los
crímenes de estados y los presos, exiliados y perseguidos políticos que
además de ciudadanos cubanos desde hace casi 60 años ahora son
venezolanos, bolivianos, ecuatorianos…
Además
de la crisis económica, social y política del modelo dictatorial
castrista que hoy se ve en su grado más avanzado en Venezuela, han dado
lugar a una verdadera crisis de paz y seguridad hemisférica, producida
por las acciones políticas deliberadamente ejecutadas, fijando su centro
en Venezuela. Se trata de la amenaza a la paz y seguridad
internacionales que han crecido exponencialmente con el “narcotráfico”,
las vinculaciones con el “terrorismo” islámico, la presión sobre
“migración forzosa” y la “corrupción” que las dictaduras del SSXXI han
generado como parte de su declarada política antiimperialista contra de
los Estados Unidos de América.
Bajo el
sistema promovido por Castro y Chávez el narcotráfico creció y se
señalan como narco estados a la Venezuela de Chávez y Maduro y a la
Bolivia de Evo Morales. Las dos principales fuentes de cocaína del mundo
que cada año incrementan su producción son Colombia con las FARC (en
proceso de legalización política) y Bolivia con Evo Morales, que han
hecho de Venezuela el eje del ilícito. Esta situación hubiera sido
imposible sin la participación directa del castrismo SSXXI sosteniendo a
las FARC y defendiendo la coca como política de estado con Evo Morales
afirmando en la ONU que la lucha antinarcótico es “un instrumento de
opresión del imperialismo norteamericano”. Así no resulta casual que
todos estos gobiernos hayan expulsado a la DEA.
Similares
acciones son verificables en las vinculaciones con el terrorismo de
origen islámico, la presión sobre migraciones por la inseguridad que
crea el narcotráfico, y respecto a la corrupción institucionalizada. El
detalle en la situación actual de la dictadura de Nicolás Maduro, es que
la mayoría, sino todos los centros de control de estas cuestiones
criminales aparecen mostrando como eje a Venezuela.
La
peligrosidad de la dictadura venezolana es extrema para toda la región
porque hoy Venezuela –entre otras cosas– aparece como el centro de: la
protección a las FARC; del tráfico de drogas provenientes de las FARC y
de los sindicatos cocaleros de Evo Morales; es el país que emite
pasaportes dando falsa identidad a personas de territorios afectados por
el terrorismo islámico; es donde la corrupción, por ejemplo el “lava
jato”, permanece sellada igual en Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Expertos dan cuenta que es desde el eje de narcotráfico de Venezuela,
que crece la presión de inseguridad en Centro América con maras, mafias y
carteles mexicanos incluidos.
En este
escenario no es raro que Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua hayan
reiterado su apoyo incondicional a la dictadura de Maduro. Lo extraño es
que todos los gobiernos de las democracias del hemisferio, desde Canadá
y Estados Unidos hasta Brasil, Argentina y Chile –con extraordinarios
servicios de información– no señalen la alta peligrosidad que representa
para sus pueblos, sus gobiernos y sus estados la permanencia de la
dictadura venezolana en el poder.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
Nenhum comentário:
Postar um comentário