Hernán Bonilla resenha, para o Instituto Cato, o livro do historiador britânico Tom Holland sobre a relação entre o cristianismo e os valores ocidentais:
El
historiador británico Tom Holland ha cobrado notoriedad en los últimos
años con varias obras que han despertado interés. Una de ellas, y el
objeto de esta columna, es Dominio: Cómo el cristianismo dio forma a
Occidente publicada en 2019. Holland no es creyente, pero hace unos años
admitió que se había equivocado al pensar que los valores occidentales
provenían fundamentalmente de las Grecia y Roma de la Antigüedad.
“Dominio”
es un gran tour de force en que va presentando, desde la Antigüedad al
presente, como nuestra forma de ver el mundo fue radicalmente
transformada por el cristianismo y como todos, aun quienes reniegan de
él, lo hacen desde esos mismos valores. El nuevo mandamiento de Jesús
cambió el mundo de una vez y para siempre, desde entonces y a lo largo
de una historia compleja por cierto, la “paciencia en la tribulación,
ofrecer la otra mejilla, rezar por los enemigos y amar a quienes nos
odian” en palabras de Anselmo, se abrieron paso contrastando
frontalmente con el panorama cultural en que apareció.
Holland
afirma que la relación entre la cristiandad y el mundo que la vio nacer
es paradójica: “es, a la vez, el principal legado de la Antigüedad
clásica y la medida de los completa que fue su transformación”. Y eso no
ha cambiado en la actualidad: “Por mucho que los bancos de las Iglesias
estén cada vez más vacíos, Occidente permanece amarrado con firmeza a
su pasado cristiano” sentencia el autor. Otra forma de medir el cambio
que se produjo se puede constatar apreciando nuestro actual sentido
común en contraste con el precristiano: “Que los seres humanos tienen
derechos; que nacen iguales; que se les debe sustento, cobijo, refugio y
protección frente a la persecución: estas verdades no fueron nunca
evidentes”.
El
libro es jalonado por los principales hitos de la historia del
cristianismo y sus exponentes más destacados para cambiar la cosmovisión
de los seres humanos. Desde el insoslayable destaque de San Pablo hasta
nuestro siglo la prosa de Holland es siempre erudita y entretenida,
aunque algunos de sus juicios puedan no compartirse. Incluso como
introducción a algunos de los grandes pensadores de la Iglesia el libro
reviste interés, aunque la presentación sea parcial e interesada en el
hilo conductor de la historia que relata.
El
propio humanismo, destaca Holland, no tiene sentido sin el
cristianismo: “Sin basarse en la historia bíblica de que Dios había
creado a la humanidad a su propia imagen y semejanza, la reverencia de
los humanistas por su propia especie corría el riesgo de parecer
sensiblera y superficial.”
Tom
Holland resume el mensaje de su libro en un pasaje que vale la citar:
“Es su audacia –la audacia de encontrar en un cadáver derrotado y roto
la gloria del creador del universo– lo que explica, más que ninguna otra
cosa, la absoluta rareza del cristianismo, y de la civilización que
alumbró. Hoy, el poder de esta extrañeza sigue tan vivo como siempre. Se
manifiesta en la gran ola de conversiones en Asia y Africa durante el
siglo pasado; en la vonvicción de millones y millones de que el aliento
del Espíritu Santo, como fuego vivo, sigue soplando sobre el mundo; y,
en Europa y Estados Unidos, en las creencias de muchos más millones que
jamás pensarían en describirse como cristianos. Todos son herederos de
la misma revolución: una revolución que tiene como corazón y núcleo, la
imagen de un Dios muerto en una cruz”.
Este artículo fue publicado originalmente en El País (Uruguay) el 9 de agosto de 2022.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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