Manuel Suárez-Mier resenha, para o Instituto Cato, o último livro do jurista norte-americano Cass Sunstein:
El
afamado y prolífico experto legal de EE.UU. Cass Sunstein recién
publicó el fascinante libro Embusteros: falsedades y libertad de
expresión en la era del engaño que analiza el irritante tema de cómo
calificar los discursos falsarios que se han vuelto generalizados.
La
Suprema Corte de su país prioriza la libertad de expresión y señala que
sólo puede acotarse constitucionalmente “en los casos en que
tradicionalmente se ha hecho cuando el discurso mentiroso causa un daño
considerable.” La Corte supone que no hay razón para alentar tales
expresiones, por lo que censurarlas debe hacerse con parsimonia para no
violar la libertad de expresión.
Además,
en la arena política, permitir que el gobierno tenga manga demasiado
ancha para castigar el discurso falsario, siempre lleva a que se
castiguen sólo las expresiones que le son desfavorables y critican su
actuación, por lo que la Corte ha sido asaz tolerante con la alocución
mendaz.
Como
escribió el legendario juez de la Suprema Corte de EE.UU. Oliver
Wendell Holmes, “Aún la más rigurosa protección de la libertad de
expresión no se extendería a quien gritara ¡fuego! en un teatro lleno de
gente, causando pánico”. Manifestaciones recientes en el ámbito
político, como la arenga de Donald Trump a sus fanáticos que llevó al
asalto del Capitolio, caen en esta categoría.
El
autor aclara que las mentiras son sólo un segmento del mundo de la
falsedad, pues los fanáticos que viven en una realidad aparte suelen
creer lo que dicen, aunque se trate de un absoluto embuste. En el caso
de Trump, el Washington Post contó 30.573 “afirmaciones falsas o
engañosas” en su periodo.
El
autor tiene dos objetivos al escribir este texto: el primero es
profundizar en su tesis que las falsedades no deben ser censuradas o
suprimidas en la mayoría de los casos, pues la sociedades libres las
protegen y los burócratas nunca deben ser la “policía de la verdad”, al
no ser confiables pues ellos también tienen sesgos.
El
antídoto para las falsedades es exponerlas frente a la realidad y no
censurarlas pues “quienes inician la eliminación coercitiva del disenso
se hallan pronto eliminando a los disidentes. La unificación obligatoria
de opiniones se alcanza solamente en la unanimidad del cementerio”,
como afirmó la Corte.
Su
segundo propósito es el de acotar estas conclusiones en los casos en
que sean genuinamente dañinos para la sociedad o grupos de ella, y el
gobierno debiera tener la facultad de regular esas mentiras o falacias,
porque “las afirmaciones falsas no están protegidas por la constitución
si se prueba que son perjudiciales”.
Actualmente
los gobiernos tienen facultades para controlar la difamación y la
publicidad engañosa, que se deben extender para restringir y castigar
cierto tipo de mentiras, como las que ponen en peligro a la salud y
seguridad públicas y las que atacan los procesos democráticos, que
pulularon en la era de Trump.
Este debate es muy relevante en México dada la proclividad de su líder de vivir en una realidad alternativa.
Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 26 de marzo de 2021.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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