Liderança na rabeira era
com o caneludo Barack Obama. As viagens internacionais de Trump -
atacadas, obviamente, pela mídia ideológica - tomam um rumo próprio,
olhando para a frente tanto em relação ao Oriente Médio quanto em
relação à Europa. Adeus, Obama, adeus falsos democratas. A propósito,
segue artigo de Nile Gardiner, publicado em Libertad.org:
Cuatro meses después
de asumir el cargo, el presidente Donald Trump ha salido de Estados
Unidos en su primera incursión oficial en la escena mundial. Durante
siete días estará de viaje en Medio Oriente y Europa, visitando cuatro
países, Arabia Saudita, Israel, Bélgica e Italia, y el Vaticano.
La gira del
presidente en el extranjero es una importante oportunidad para proyectar
el liderazgo de Estados Unidos, para estar hombro a hombro con líderes
clave para Estados Unidos y para fortalecer las alianzas que han
constituido la base de los intereses estratégicos de Estados Unidos
durante décadas. Un ejemplo de ello es que Trump participará en una mini
cumbre en Bruselas y acabará su gira con la cumbre del G-7 en Taormina,
Italia.
La visita de Trump empezó con reuniones en Arabia Saudita e Israel, dos aliados clave de Estados Unidos en Medio Oriente.
Se espera que el
enfoque en ambos países sea sobre los próximos pasos para controlar las
ambiciones nucleares de Irán y el fortalecimiento de la coalición
internacional para derrotar al Estado Islámico. La visita de Trump es
también simbólicamente valiosa. Israel y Arabia Saudita fueron tratados
de manera despectiva por la administración Obama, y la relación
Estados Unidos-Israel en particular se vio perjudicada por el desprecio,
incluso la hostilidad absoluta, del expresidente Barack Obama hacia el
primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
Las relaciones entre
Washington, Tel Aviv y Riyadh se pusieron muy tirantes debido a la
incesante campaña de Obama por lograr un acuerdo nuclear a toda costa
con los gobernantes de Irán, una tiranía que en numerosas ocasiones ha
amenazado con “borrar del mapa” a Israel.
En Europa, habrá un
intenso escrutinio por la participación de Trump en la mini-cumbre de la
OTAN, en un momento de creciente agresión rusa. Su mensaje en Bruselas
deberá ser firme y claro: Estados Unidos se opondrá a cualquier intento
de Moscú de amenazar la soberanía de los Estados bálticos y los países
miembros de la OTAN en Europa del Este.
Al mismo tiempo, el
presidente deberá reiterar sus anteriores reclamos por un mayor gasto en
defensa de todos los miembros de la OTAN. Los socios europeos de la
alianza pueden y deben hacer más para invertir en su propia defensa. Es
inaceptable que sólo cinco países de la OTAN cumplan actualmente con lo
mínimo acordado, el 2% de su producto interno bruto en defensa.
La presencia de Trump
en la mini cumbre de la OTAN es crucial. Como líder del mundo libre, su
voz debe oírse en un momento en el que Rusia está cada vez más
desafiante con su fuerza militar en las fronteras de la OTAN. La Alianza
atlántica es la columna vertebral del mundo libre y su preservación y
progreso es un interés nacional fundamental de Estados Unidos.
La reunión en
Bruselas es también una importante oportunidad para que el presidente
exija que Moscú termine la ocupación de Crimea y retire sus fuerzas de
suelo ucraniano. La invasión de Ucrania del presidente ruso Vladimir
Putin es una afrenta a los principios de la soberanía nacional y la
autodeterminación. Esto ha resultado en la muerte de 10,000 ucranianos y
el desplazamiento de dos millones de personas. Ucrania no puede ser un
miembro de la OTAN, pero es un aliado de Estados Unidos, liderado por un
gobierno pro occidental que busca liberarse de los intentos de dominio
ruso.
Hay muchas maneras en
que Estados Unidos puede apoyar a Ucrania en su momento de necesidad,
desde el envío a Kiev de armas defensivas hasta intensificar las
sanciones existentes contra Moscú. Putin sólo entiende dos cosas: la
fuerza y la decisión. La alianza deberá proyectar ambas toda esta
semana.
Uno de los aspectos
más llamativos de la política exterior de la administración Trump hasta
ahora ha sido su enfoque en la revitalización y la mejora de las
alianzas tradicionales de Estados Unidos, desde la “relación especial”
de Estados Unidos y el Reino Unido hasta la alianza entre Estados Unidos
y Japón. Es el enfoque correcto.
El mantra de la
presidencia de Obama, “liderar desde atrás”, era altamente perjudicial
para los intereses de Estados Unidos y proyectaba debilidad en lugar de
fuerza, dejando a muchos de nuestros aliados confundidos y dudando del
compromiso de Estados Unidos con el liderazgo internacional. La doctrina
Obama resultó desastrosa en Medio Oriente, permitiendo el surgimiento
del Estado Islámico tras la retirada de las fuerzas americanas de Irak, y
culminó en un temerario acuerdo nuclear con Teherán, impuesto contra
los deseos de los socios de Estados Unidos en la región.
En su primera gira en
el extranjero, Trump deberá liderar desde el frente, estar con los
aliados de Estados Unidos y proyectar fuerza y decisión ante los
enemigos de Estados Unidos. Como hemos visto en los últimos ocho años,
un mundo sin un sólido liderazgo de Estados Unidos lo hace un lugar cada
vez más peligroso. Es hora de que el nuevo ocupante de la Oficina Oval
revierta de forma enfática la fracasada estrategia de la era Obama.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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