MEDIÇÃO DE TERRA

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domingo, 30 de julho de 2023

Milan Kundera ou o cântico à liberdade

 

BLOG  ORLANDO  TAMBOSI


A brutal guerra na Ucrânia nos permite entender a violência nos romances do autor checo, que não é contabilizada em cadáveres, mas em seres anulados pelo poder. Germán Guillón para El Cultural:


El gran escritor checo Milan Kundera nos ha dejado cuando el olvido empezaba a arañarle los talones. Incluso su reputación apareció cuestionada en la última década, cuando sus últimas novelas, puestas bajo la lupa por la crítica fijada en interpretar la identidad personal, comenzaron a ser juzgadas con la estrechez de miras de los apóstoles de la cultura de la cancelación.

Cuando en 2014 publicó La fiesta de la insignificancia las miradas del protagonista, Alain, un intelectual de edad avanzada, señas que indican una clara semejanza con Kundera, a una joven cargadas de erotismo, acompañadas de ciertos arriesgados comentarios hizo que algún recensionista se preguntase si todavía cabía defender la validez y perduración de su obra. Apreciaban estos comentaristas un evidente antifeminismo.

El barómetro crítico anuncia, pienso yo, una tormenta pasajera, porque si ampliamos la lente estimativa comprenderemos mejor el contexto de su vida y literatura, que dan mejor cuenta de la talla del autor. Y antes de entrar en materia, recuerdo que Javier Marías, digo el rey Xavier del Reino de Redonda, confirió a Kundera el título de duque de Amarcord.

Y recuerdo también que la literatura y la filosofía producidas en el Este de Europa durante el pasado siglo manifiestan una cercanía notable al folclore, entonces los artistas cosechaban desde el siglo XIX fuentes temáticas de la tradición. Aparece en los autores la preocupación por la identidad, por indagar sobre sus raíces.

El padre de Milan Kundera (1929-2023), Ludvik, discípulo de Leo Janácek, el gran investigador e intérprete de músicas eslavas, enseñó piano a su hijo, y le familiarizó con una forma de sentir y sintonizar con el pulso de la vida checa. Esta educación chocaba con la ideología oficial de los ocupantes soviéticos, y poco a poco su carrera profesional, de profesor de literatura y de música, de literato, le convierten en un disidente político, uniéndose así a otros miembros de esa ruptura provocada por los intelectuales del Este de Europa durante la guerra fría. La imposibilidad de ganarse la vida y de participar en la vida cultura checa al ser expulsado por sus actividades subversivas del Partido Comunista, le llevó a emigrar a Francia (1975), donde adquirió la nacionalidad en 1987.

Para las nuevas generaciones, el nombre y la obra de Kundera quizás apenas evoque recuerdo alguno, pero en los años ochenta del pasado siglo, varias de sus novelas, especialmente El libro de la risa y el olvido (1979), La insoportable levedad del ser (1984) y La inmortalidad (1988), escritas ya en su país de adopción, alcanzaron un éxito extraordinario, precisamente porque planteaban un tema de actualidad, la relación entre la identidad personal y la nacional. La Comunidad Económica iba dando forma a lo que sería la Unión Europea, y en España concretamente la transición planteaba retos al desarrollo democrático. Leer a Kundera te permitía ensayar tus propios dilemas.

También eran novelas del exilio, lo que naturalmente resonaba en España, donde la recuperación de los trasterrados ocupaba un lugar preferente. Estas novelas no cayeron del cielo, venían precedidas por tres estupendas narraciones, plenas de humor, donde se recrea ya la vida bajo el régimen comunista, tituladas La broma (1967), La vida está en otra parte (1972) y La despedida (1973).

La insoportable levedad del ser permanece en la memoria por muchas razones. Hay asuntos inolvidables, el amor de Teresa por un perro. Son detalles que por momentos te sacan de la historia central, y te recuerdan que este libro se caracteriza por mezclar la ficción con el ensayo. El mundo representado fluye como en la vida, de lo insignificante, que nos impacta por la carga afectiva, a lo intelectual.

Esto a la vez le concede a las novelas de Kundera una forma particular, en la que todo se acaba conectando. En especial, y lo que no dejará de tocar a los lectores es la manera en que la identidad personal de los personajes se ven afectadas, incluidas, por las fuerzas políticas que quieren forzar un conflicto para anular la libertad personal. Hoy, la brutal guerra de Ucrania, la crueldad y excesos rusos, perspectivizados por los de la Checoslovaquia de los ochenta, nos permiten entender lo que significa esta violencia personal, que no se contabiliza en cadáveres, sino en seres anulados por el poder del más fuerte.

Leer al Kundera novelista me parece hoy un ejercicio muy razonable y oportuno. Su libro de ensayos El arte de la novela (2006), una lectura que provoca a releer la literatura del Este europeo. Y, como la violencia humana es un río que no cesa, me atrevo a afirmar que la fuerza expresiva las novelas de Kundera, la calidad literaria de sus textos, quedará con nosotros.
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