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Lula chegou a dizer que, à diferença do Ocidente, que é colonialista e inclinado à guerra, a China sempre promove a paz e persegue uma política exterior "mais humana, mais justa, mais fraternal". Não foi um chiste. Alvaro Vargas Llosa para o Instituto Independiente:
Hay
una diferencia entre ampliar los lazos comerciales con otros países con
independencia de su ideología, prepararse para el día en que el dólar
estadounidense deje de ser la moneda de reserva del mundo o seguir una
política exterior que no dependa de Washington, y enviar todas las
señales de que tus afinidades son con poderosos dictadores con
ambiciones geopolíticas, justificando los peores aspectos de esos
regímenes, facilitando su inserción en tu región y dirigiendo una
cantidad significativa de hostilidad pública contra las democracias
liberales occidentales. El brasileño Lula da Silva comprende la
diferencia y ha optado conscientemente por lo segundo.
A principios de este año, Lula autorizó a dos buques de guerra iraníes
atracar en Río de Janeiro en su camino hacia el Canal de Panamá a pesar
de los precedentes que señalan que Teherán utiliza este tipo de navíos
para actividades ilegales (funcionarios de la administración brasileña
subieron a bordo para saludar a los visitantes). Unas semanas más tarde,
el asesor de política exterior más cercano a Lula viajó a Rusia para visitar a Vladimir Putin, preludio de un viaje de Serguéi Lavrov,
ministro de Relaciones Exteriores de Moscú, a América Latina, donde
está haciendo escala en Brasil y en tres notorias dictaduras: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Una visita del propio Putin está en ciernes.
En
un reciente viaje a China, Lula culpó de la continuación de la guerra
en Ucrania a los Estados Unidos y a la Unión Europea. Puso a Rusia y
Ucrania en pie de igualdad, dejando en claro, no por primera vez, que no
ve a Rusia como el agresor original. Sus comentarios reflejan su
opinión de que un nuevo orden mundial debe emerger en el que sus amigos,
las dictaduras de China, Rusia y Arabia Saudita, entre otras, deberían
desempeñar un papel protagónico. Durante la misma visita a Beijing, Lula
no tuvo más que elogios para con el modelo político chino. En una
entrevista concedida a China Media Group, estaba lleno de admiración
por la forma en que el Partido Comunista de China había sido capaz de
preservar su ideología y su organización, es decir, el Estado de partido
único, al tiempo que modernizaba la economía.
Lula
continuó diciendo que, a diferencia de Occidente, que es colonialista y
proclive a la guerra, China siempre promueve la paz y persigue una
política exterior "más humana, más justa, más fraternal". No fue un
chiste.
En febrero, Brasil y China firmaron convenios para hacer del yuan la moneda de intercambio. Durante la reciente visita de Lula, se celebraron acuerdos
sobre tecnología de satélites, 5G y semiconductores que expandirán la
huella tecnológica de Beijing en el país más importante de América
Latina.
El
patrón parece claro. Lula no está llevando a cabo una política exterior
independiente, procurando ampliar el comercio con los principales
socios comerciales, preparándose sensatamente para un mundo en el cual
el dólar estadounidense ya no sea abrumadoramente dominante
comportándose de otra manera, como el presidente de un gran país que es,
como un niño grande entre los niños grandes. En lugar de eso, se está
alineando con las grandes autocracias de nuestro tiempo, burlándose de
los valores de la libertad, los derechos humanos y la buena vecindad que
debería estar propugnando.
Lo
peor es el mensaje que esto envía a América Latina, donde millones de
personas se encuentran padeciendo bajo dictadores estrechamente
alineados con esos mismos poderes autoritarios, y millones más luchan
bajo gobiernos que se están convirtiendo gradualmente en regímenes
antiliberales y autocráticos.
La
última vez que Lula estuvo en el poder, se convirtió en un aliado
importante del venezolano Hugo Chávez, los hermanos Castro de Cuba, el
ecuatoriano Rafael Correa y el boliviano Evo Morales. Pero en aquella
época, varios países de tamaño significativo de América Latina eran
democracias liberales y abrazaban valores más saludables (aunque algunas
de esas administraciones no pudieran generar muy buenos resultados).
Hoy en día, gran parte de América Latina se encuentra bajo regímenes
demagógicos y populistas, y los valores de la democracia liberal bajo el
Estado de Derecho, el libre comercio y el gobierno limitado están bajo
asedio, lo que hace que el juego de Lula sea aún más peligroso.
Postado há 6 days ago por Orlando Tambosi
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