Em artigo publicado pelo Instituto Cato, o professor Alberto Benegas Lynch (h) resenha o livro de Anne Aplebaum sobre "o ocaso da democracia":
Me
impulsó a escribir sobre este tema medular el libro de Anne Applebaum
(ganadora del Premio Pulitzer) titulado El ocaso de la democracia. La
seducción del autoritarismo. De entrada consigno que la obra plantea el
problema grave del desvío de la democracia de sus cauces originales para
entrar en el sendero sumamente peligroso del autoritarismo cuando no
del liso y llano totalitarismo, se detiene en anécdotas y referencias
muy jugosas e ilustrativas de estos descarriles mayúsculos ocurridos en
Polonia, Hungría, Gran Bretaña, Estados Unidos, Rusia y Francia, más no
ofrece soluciones para revertir tamaño desbarranque. Es una aguda
descripción de los hechos.
La
autora se declara liberal y por ende partidaria del libre mercado y,
claro, contraria a los estatismos, la xenofobia, las paranoias
nacionalistas, los antisemitismos y el marxismo. Se detiene en subrayar
las advertencias de los Padres Fundadores en Estados Unidos para “evitar
que una nueva democracia se convirtiera en tiranía” y concluye que las
diversas manifestaciones autoritarias hoy en boga muestran una marcada
“tendencia a la homogeneidad” puesto que “el autoritarismo es algo que
atrae simplemente a las personas que no toleran la complejidad […] es
meramente anti-pluralista, recela las personas con ideas distintas y es
alérgico a los debates […] personas que admiran a los demagogos o se
sienten más cómodos con las dictaduras […] El político antiliberal
quiere socavar los tribunales para dotarse de más poder […] fomentar ya
fuera la pasión de clase en forma de marxismo soviético o la pasión
nacional en forma del fascismo”. Todo en última instancia copiado de los
bolcheviques “no meramente antidemocrático, es también anticompetitivo
[…] Las plazas universitarias, los puestos relacionados con los derechos
civiles o los cargos de responsabilidad en el gobierno y la industria
no se asignaban a los más trabajadores ni a los más capaces, sino a los
más leales […] favorecían a las personas que profesaban en voz alta su
fe en el partido […] Lenin escribió que la libertad de prensa es una
patraña, se burlaba de la libertad de reunión como una frase vacía y en
cuanto a la democracia parlamentaria en sí misma no era más que una
máquina para la opresión de la clase obrera”. Todo se resume según
Applebaum a “nepotismo, clientelismo estatal y corrupción” en medio de
“un odioso predominio de la meritocracia, la competencia política y el
libre mercado” y los riesgos de los controles vía tecnología sofisticada
en manos de los aparatos estatales.
Hasta
aquí este libro que ha significado un disparador para lo que sigue. Son
muy ciertas y pertinentes las advertencias de los Padres Fundadores
estadounidenses las cuales por mi parte resumí en mi libro Estados
Unidos contra Estados Unidos junto a la puntualización del marcado
declive de los valores fundacionales en ese gran país. Así, por ejemplo,
para ponerlo en una cápsula, George Mason escribió que “todos los actos
de la legislatura contrarios al derecho natural y a la justicia son
nulos según nuestras leyes y deben serlo según la naturaleza de las
cosas […] en conciencia estamos obligados a desobedecer si contradicen
aquellos principios”. James Madison ha destacado que “Dondequiera que
resida el poder del gobierno, existe el peligro de opresión” y se
refiere al alma de la libertad al escribir que “El gobierno ha sido
instituido para proteger la propiedad de todo tipo. Éste es el fin del
gobierno, solo un gobierno es justo cuando imparcialmente asegura a todo
hombre lo que es suyo”. James Wilson enseña que “el gobierno se debe
establecer para asegurar y extender el ejercicio de los derechos
naturales de los miembros y todo gobierno que no tiene esto en la mira,
como objeto principal, no es un gobierno legítimo”. Y Thomas Jefferson
enfatizó que “un despotismo electo no fue el gobierno por el que
luchamos”.
Ya
señalaban los peligros de los tumultos Gustave Le Bon en La psicología
de las multitudes y Ortega y Gasset en La rebelión de las masas pero
mucho antes que esto Cicerón y Benjamin Constant definieron el peligro
de trastocar la democracia en tiranía. El primero al escribir que “El
imperio de la multitud no es menos tiránica que la de un hombre solo y
esta tiranía es tanto más cruel cuanto que no hay monstruo más terrible
que esa fiera que toma la forma y el nombre de pueblo” (en Tratado de la
República) y el segundo afirma que “los ciudadanos poseen derechos
individuales independientes de toda autoridad social o política y toda
autoridad que vulnere estos derechos se hace ilegítima […] La voluntad
de todo un pueblo no puede hacer justo lo que es injusto” (en Curso de
política constitucional).
En
torno al desconocimiento de estas definiciones giran los problemas de
nuestro tiempo donde en nombre de la democracia se hiere el corazón del
sistema cual es la protección de los derechos de todos en el contexto de
la igualdad ante la ley y no mediante ella. En su lugar se da prelación
al simple recuento de votos con lo que se llega a la aberración de
sostener que Hitler era democrático porque asumió con la primera minoría
y así sucesivamente con todos los dictadores electos de nuestros días.
Esa es la preocupación y ocupación de pensadores contemporáneos como
Giovanni Sartori, Friedrich Hayek y Bertrand de Jouvenel.
Vamos
ahora a las propuestas tendientes a revertir el problema antes que el
planeta se convierta en un inmenso Gulag en nombre de una supuesta
democracia que en verdad muta a cleptocracia, es decir, los gobiernos de
ladrones de libertades, de propiedades y de sueños de vida. Tengamos en
cuenta que si por alguna razón no se consideran convenientes las
propuestas que siguen es imprescindible sugerir otras pero en ningún
caso quedarse con los brazos cruzados esperando la próxima elección. Es
indispensable abrir un debate en torno a este problema mayúsculo que
amenaza con devorarnos.
En
primer lugar, la educación para atender a lo dicho por Antonio Gramsci
desde la vereda opuesta al espíritu liberal en cuanto a la inmensa y
decisiva importancia de influir sobre la cultura para cambiar las cosas
de raíz. No es del caso detenernos en este tema pues ya hemos escrito en
detalle, solo nos limitamos a puntualizar la urgencia que el sistema
debe despolitizarse y no aceptar que las estructuras curriculares se
dicten desde el poder lo cual contradice el sentido de la educación que
requiere un sistema abierto, competitivo y de auditorias cruzadas en
busca de excelencia en un contexto evolutivo de prueba y error. Un
sistema educativo de esta naturaleza permite entre muchas otras cosas
que se perciba la relevancia y el significado de la democracia a la que
nos venimos refiriendo.
En
segundo lugar, el debate de fondo respecto a nuevos límites al poder al
efecto de preservar la democracia. Bruno Leoni en La liberad y la ley
ha sugerido en una primer paso para el Poder Judicial que se abra la
posibilidad –sin regulaciones de ninguna naturaleza (ni siquiera la
condición de ser abogado)– la inclusión de árbitros privados para
estimular la competencia en un proceso de descubrimiento del derecho y
no de ingeniería social y de diseño vía fallos en competencia, en esta
instancia según los marcos institucionales establecidos por la Corte
Suprema.
En
cuanto al Poder Legislativo, el antes mencionado Hayek propuso (en
Derecho, legislación y libertad) diferentes disposiciones a las que se
suelen añadir la prohibición de reelecciones y el trabajo en tiempo
parcial en el Congreso, por un lado para evitar que la política se
convierta en un negocio y por otro para que los legisladores sepan de
modo vivencial de que se trata el sector privado.
Ahora
viene un tema que sorprenderá a timoratos a quienes me imagino
recostados en sus poltronas refiriéndose con sorna a la propuesta que
sigue, personajes que nunca contribuyeron a ningún debate serio pero que
están envueltos en las pesadas telarañas mentales del statu quo, una
instancia de la que son incapaces de zafar. Se trata del Poder
Ejecutivo. Resulta fértil aplicar al caso un pasaje escrito por quien es
la referencia máxima de la división de poderes superando las ideas
centrales de John Locke y Algernon Sidney, es decir Montesquieu que
escribe en El espíritu de las leyes tomado de las experiencias en las
repúblicas de Florencia y Venecia: “El sufragio por sorteo está en la
índole de la democracia”. Esto que puede sonar estrafalario ya que
cualquiera puede resultar electo se condice con la preocupación de Karl
Popper en La sociedad abierta y sus enemigos cuando refuta la tesis de
Platón respecto al “filósofo rey” mostrando que lo decisivo no son los
hombres sino las instituciones “para que el gobierno haga en menor daño
posible”. En el caso señalado, los incentivos se volcarán a defenderse
de posibles atropellos lo cual se traslada en instituciones fuertes que
es precisamente lo que se necesita para contar con una sociedad libre. A
esta propuesta podría adicionarse lo que se discutió originalmente de
modo detenido en tres sesiones en la Asamblea Constituyente de Estados
Unidos pero que finalmente no se adoptó y es que el Ejecutivo sea
tripartito para disminuir los riesgos del caudillaje y se vean obligados
a proceder por mayoría de sus miembros y tal como se propuso en la
referida Asamblea solo en caso de guerra el poder será unipersonal por
turno en tiempos previamente establecidos.
Nuevamente
decimos que si estas sugerencias no parecen adecuadas es necesario
proponer otras. Siempre y en todos los campos las nuevas ideas se
rechazan y se recurre a la sandez de la falacia ad populum, a saber, si
nadie lo aplica está mal y si todos lo aplican está bien con lo cual no
hubiéramos pasado del garrote puesto que el arco y la flecha en cierto
momento nadie las usaba hasta que irrumpió el primero y así con todo el
progreso de la humanidad. Es por ello que John Stuart Mill ha consignado
que “toda buena idea pasa siempre por tres etapas: la ridiculización,
la discusión y la adopción”. Esto nos recuerda a aquellos que huyen de
lo complejo tal como vaticina Anne Applebaum y pretenden escritos cortos
y conferencias resumidas. Ludwig von Mises ilustraba lo dicho con lo
que le ocurrió con un alumno en la Universidad de New York –seguramente
una exageración pero sirve para ejemplificar– contaba riendo que ese
alumno le pidió que le explicara la teoría del ciclo económico “pero
rápido porque tengo un partido de golf”.
En
resumen, esta nota periodística apunta a la apertura de un debate sobre
un tema crucial pues nos va la vida en el asunto. Todos los partidarios
de la libertad debieran participar activamente en este debate. Es una
irresponsabilidad limitarnos a contar anécdotas sobre posibles sucesos
en las próximas elecciones. Debemos mirar más lejos antes que resulte
demasiado tarde. Tantas veces ha reiterado Juan González Calderón que
los demócratas de los números ni de números saben pues parten de dos
ecuaciones falsas: 50%+1%=100% y 50%-1%=0%. Desde esta perspectiva, hoy
observamos algunos episodios rayanos en la antidemocracia con la muy
pastosa parodia de la democracia en Perú, Nicaragua, Chile, Argentina y
con 20 gobiernos autoritarios en 35 años: Haití, solo para citar algunos
casos de llamativas implosiones en nuestra región americana. Applebaum
pone como ejemplo de la antidemocracia a Donald Trump en Estados Unidos y
cita como dos de sus ejemplos “la entrevista realizada en 2017 por Bill
O´Reilly de Fox News. Trump expresaba su admiración por el dictador
ruso Vladimir Putin” y “en otra entrevista televisiva esta vez con Joe
Scarborough: ´él gobierna su país y al menos es un líder´, declaraba
Trump hablando de Putin” es la manía de la “retórica de la equivalencia
moral” entre el bien y el mal puesto que Donald Trump “no comprende el
lenguaje de los fundadores de la nación [estadounidense] ni simpatiza
con él, de manera que tampoco puede servirle de inspiración”.
La
revolución norteamericana ha sido la más fértil de la humanidad en lo
que va de su historia al efecto de preservar las libertades con el
consiguiente progreso moral y material, pero como escribía Tocqueville
en El antiguo régimen y la Revolución Francesa, si esto se da por
sentado y no se contribuye diariamente a sostener la libertad fatalmente
se revertirá la situación (los Padres Fundadores decían que “el precio
de la libertad es su eterna vigilancia”). No pocos son los necios que se
circunscriben a sus arbitrajes personales sin darse cuenta que para que
se los respete deben contribuir a que se entiendan los pilares de la
sociedad libre. Actúan como si estuvieran ubicados en una inmensa platea
mirando al escenario donde estiman que se encuentran los que les deben
resolver sus problemas en lugar de asumir sus propias responsabilidades.
Benjamin Franklin, de 81 años, al salir de la Convención Constituyente
cuando lo felicitaban por el documento logrado miró fijo a los
aplaudidores y les transmitió su célebre dictum que no ocultaba cierto
presagio por lo que advertía con gran sensatez: “Entregamos una
República, si la pueden mantener”.
Este artículo fue publicado originalmente en Infobae (Argentina) el 23 de abril de 2022.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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