La filosofía y la psicología
se relacionan entre sí de muchas maneras, entre otras cosas porque
ambas abordan de una u otra forma el mundo del pensamiento y las ideas.
Uno
de estos puntos de unión entre ambas disciplinas se encuentra en lo
relacionado con las falacias lógicas y argumentativas, conceptos
utilizados para referirse a la validez (o a la falta de la misma) de las
conclusiones a las que se llega en un diálogo o debate. Veamos con más
detalle en qué consisten y cuáles son los principales tipos de falacias.
¿Qué son las falacias?
Una falacia es un razonamiento que a pesar de parecerse a un argumento válido, no lo es.
Se
trata, por tanto, de una línea de razonamiento que es errónea, y las
inferencias que se presenten como producto de estas no pueden ser
aceptadas. Independientemente de si la conclusión a la que se llega a
través de una falacia es verdadera o no (podría serla por pura
casualidad), el proceso por el cual se ha llegado a este es defectuoso,
porque vulnera al menos una regla lógica.
Las falacias y la psicología
En la historia de la psicología
casi siempre ha existido una tendencia a sobrevalorar nuestra capacidad
para pensar racionalmente, estando sujetos a unas reglas lógicas y
mostrándonos coherentes en nuestra manera de actuar y argumentar.
Con la excepción de ciertas corrientes psicológicas como la psicoanalítica fundada por Sigmund Freud,
se ha dado por supuesto que el ser humano adulto y sano obra de acuerdo
a una serie de motivos y razonamientos que pueden ser expresados
textualmente con facilidad y que normalmente entran dentro del marco de
la racionalidad. Los casos en los que alguien se comportaba de manera
irracional se interpretaban bien como una muestra de debilidad o bien
como un ejemplo en el que la persona no sabe identificar las verdaderas
razones que motivan sus actos.
Ha
sido en las últimas décadas cuando se ha empezado a aceptar la idea de
que la conducta irracional está situada en el centro de nuestras vidas,
que la racionalidad es la excepción, y no al revés. Sin embargo, hay una
realidad que ya nos venía dando una pista de hasta qué punto nos
movemos por emociones e impulsos poco o nada racionales. Este hecho es
que hemos tenido que desarrollar una especie de catálogo de falacias
para intentar que estas tengan poco peso en nuestro día a día.
El
mundo de las falacias pertenece más al mundo de la filosofía y la
epistemología que al de la psicología, pero mientras que la filosofía
estudia las falacias en sí mismas, desde la psicología se puede
investigar el modo en el que se utilizan. El hecho de ver hasta qué
punto los falsos argumentos están presentes en los discursos de personas
y organizaciones nos da una idea del modo en el que el pensamiento que
hay detrás de ellos se ciñen más o menos al paradigma de la
racionalidad.
Los principales tipos de falacias
El
listado de falacias es muy largo y posiblemente haya algunas de ellas
que aún no se han descubierto por existir en culturas muy minoritarias o
poco estudiadas. Sin embargo, hay algunas más comunes que otras, así
que conocer los principales tipos de falacias puede servir como
referencia para poder detectar vulneraciones en la línea de razonamiento
allí donde se den.
A
continuación puedes ver una recopilación de las falacias más conocidas.
Como no existe una sola manera de clasificarlas para crear un sistema
de tipos de falacias, en este caso se clasifican según su pertenencia a
dos categorías relativamente fáciles de entender: las no formales y las
formales.
1. Falacias no formales
Las
falacias no formales son aquellas en las que el error del razonamiento
tiene que ver con en el contenido de las premisas. En este tipo de
falacias lo que se expresa en las premisas no permite llegar a la
conclusión a la que se ha llegado, independientemente de si las premisas
son ciertas o no.
Es
decir, que se apela a ideas irracionales sobre el funcionamiento del
mundo para dar la sensación de que lo que se dice es cierto.
1.1. Falacia ad ignorantiam
En
la falacia ad ignorantiam se intenta dar por hecha la veracidad de una
idea por el simple hecho de que no se puede demostrar que es falsa.
El famoso meme del Monstruo Espagueti Volador
se basa en este tipo de falacia: como no se puede demostrar que no
existe un ente invisible formado de espaguetis y albóndigas que además
es el creador del mundo y sus habitantes, debe de ser real.
1.2. Falacia ad verecundiam
La
falacia ad verecundiam, o falacia de autoridad, vincula la veracidad de
una proposición a la autoridad de quien la defiende, como si eso
proporcionase una garantía absoluta.
Por
ejemplo, es corriente argumentar que las teorías de Sigmund Freud sobre
los procesos mentales son válidas porque su autor era neurólogo.
1.3. Argumento ad consequentiam
En
este tipo de falacia se intenta hacer ver que la validez o no de una
idea depende de si aquello que se puede inferir a partir de ella resulta
deseable o indeseable.
Por
ejemplo, un argumento ad consequentiam sería dar por hecho que las
posibilidades de que el ejército dé un golpe de estado en un país son
muy bajas porque el escenario contrario supondría un duro golpe para la
ciudadanía.
1.4. Generalización apresurada
Esta falacia es una generalización no fundamentada en datos suficientes.
El
ejemplo clásico lo encontramos en los estereotipos acerca de los
habitantes de ciertos países, que pueden llevar a pensar falazmente, por
ejemplo, que si alguien es escocés debe de caracterizarse por su
tacañería.
1.5. Falacia del hombre de paja
En esta falacia no se critica las ideas del oponente, sino una imagen caricaturizada y manipulada de estas.
Un
ejemplo lo encontraríamos en una línea argumental en la que se critique
a una formación política por ser nacionalista, caracterizándola como
algo muy próximo a lo que fue el partido de Hitler.
1.6. Post hoc ergo propter hoc
Se
trata de un tipo de falacia en el que se da por sentado que si un
fenómeno ocurre después de otro, es que está causado por este, a falta
de más pruebas que indiquen que eso es así.
Por
ejemplo, se podría intentar argumentar que la subida repentina en el
precio de las acciones de una organización se ha producido porque el
inicio de la temporada de caza mayor ya ha llegado a Badajoz.
1.7. Falacia ad hominem
Por
medio de esta falacia se niega la veracidad de ciertas ideas o
conclusiones resaltando las características negativas (más o menos
distorsionadas y exageradas) de quien las defiende, en vez de criticar
la idea en sí o el razonamiento que ha llevado a ella.
Un
ejemplo de esta falacia lo encontraríamos en un caso en el que alguien
desprecie las ideas de un pensador argumentando que este no cuida su
imagen personal.
Sin
embargo, hay que saber distinguir este tipo de falacia de argumentos
legítimos referidos a las características de una persona en concreto.
Por ejemplo, apelar a la falta de estudios universitarios de una persona
que habla sobre conceptos avanzados de física cuántica puede
considerarse una argumentación válida, ya que la información que se da
guarda relación con la temática del diálogo.
2. Falacias formales
Las
falacias formales lo son no porque el contenido de la premisa no
permita llegar a la conclusión a la que se ha llegado, sino porque la
relación entre las premisas hace que la inferencia no sea válida.
Por
eso sus fallos no dependen del contenido, sino del modo en el que están
vinculadas las premisas, y no son falsas porque hayamos introducido en
nuestro razonamiento ideas irrelevantes e innecesarias, sino porque no
hay coherencia en los argumentos que usamos.
La
falacia formal puede ser detectada sustituyendo todos los elementos de
las premisas por símbolos y viendo si el razonamiento se ajusta a las
reglas lógicas.
2.1. Negación del antecedente
Este
tipo de falacia parte de un condicional del tipo "si le doy un regalo,
será mi amigo", y cuando se niega el primer elemento, se infiere
incorrectamente que el segundo también queda negado: "si no le doy un
regalo, no será mi amigo".
2.2. Afirmación del consecuente
En
este tipo de falacia también se parte de un condicional, pero en este
caso se afirma el segundo elemento y se infiere incorrectamente que el
antecedente es verdadero:
"Si apruebo, descorcho el champán".
"Descorcho el champán, así que apruebo".
2.3. Término medio no distribuido
En
esta falacia el término medio de un silogismo, que es el que conecta
dos proposiciones y no aparece en la conclusión, no cubre en las
premisas a todos los elementos del conjunto.
Ejemplo:
"Todo francés es europeo".
"Algún ruso es europeo".
"Por lo tanto, algún ruso es francés".
Referencias bibliográficas:
Clark,
J., Clark, T. (2005). Humbug! The skeptic's field guide to spotting
fallacies in thinking (en inglés). Brisbane: Nifty Books.
Comesaña, J. M. (2001). Lógica informal, falacias y argumentos filosóficos. Buenos Aires: Eudeba.
Walton, D. (1992). The Place of Emotion in Argument (en inglés). The Pennsylvania State University Press.
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