Acaba de ser publicada em espanhol a biografia do historiador Jack Weatherford sobre o fundador do Império mongol em que reivindica sua figura como "perfeito homem moderno". David Barreira para El Cultural:
Con un ejército de menos de cien mil hombres y en apenas veinticinco años, Gengis Kan
logró someter más territorios y pueblos que los romanos en cuatro
siglos. Su imperio, que se extendía de la nevada tundra siberiana a las
calurosas llanuras de la India, desde Corea hasta los Balcanes, abarcó
en su momento de mayor apogeo entre diecisiete y diecinueve millones de
kilómetros cuadrados, la superficie aproximada del continente africano.
El caudillo mongol conquistó más del doble de regiones que cualquier
otro hombre en la historia. Sin embargo, su imagen popular es mucho
menos benévola que las de Julio César o Alejandro Magno. Fue el arquetipo del bárbaro, del salvaje sangriento y despiadado.
Gengis
Kan (1162-1227) nació en un entorno de enorme violencia tribal,
caracterizado por los asesinatos, los secuestros y la esclavización, en
el seno de una familia proscrita abandonada en las estepas. Siendo
todavía un niño, mató a su medio hermano mayor y fue capturado y
encadenado por un clan rival hasta lograr escaparse. Toda esta
información contribuye a configurar una marmita de los horrores. Pero
aquel muchacho que tenía miedo de los perros y lloraba con gran
facilidad estaba predestinado a cambiar el mundo, como profetizó su
madre al observar el coágulo de sangre que tenía en la mano, aunque no
abriendo las puertas de la barbarie y la destrucción, sino conectándolo,
haciéndolo moderno.
El expansionismo militar de los mongoles
tuvo unas inesperadas y revolucionarias consecuencias globales: cambió
la forma de hacer la guerra, priorizando la velocidad y la sorpresa
sobre el campo de batalla a las fortificaciones de las ciudades, unificó
las tribus, conectó civilizaciones de Europa y Asia y abrió nuevas
rutas comerciales, derribó el sistema feudal... Así lo expone el
historiador y antropólogo Jack Weatherford en su sugerente y original
libro Gengis Kan y la creación del mundo moderno, editado ahora en
español por Ático de los Libros.

Retrato de Gengis Kan, realizado en el siglo XVIII.
Según
el investigador, especialista en pueblos tribales y receptor de la
Orden de la Estrella Polar, la máxima condecoración que otorga el
gobierno de Mongolia a ciudadanos extranjeros, por sus estudios y libros
sobre Gengis Kan y los mongoles, el imperio erigido por el conquistador
desarrolló un sistema singular basado en los méritos personales, la
lealtad y la consecución de objetivos. Bajó los impuestos, estableció el
primer sistema de correos internacional y creó una suerte de derecho
internacional. También concedió la libertad religiosa en sus dominios,
la inmunidad diplomática a todos los embajadores y legados y abolió la
tortura.
"Gengis
Kan supo moldear como nadie el mundo moderno del comercio, las
comunicaciones y los grades Estados seculares", escribe Weatherford.
"Fue el perfecto hombre moderno por su sistema de guerra profesional y
ágil y por su compromiso con el comercio global y con el régimen de unas
leyes seculares internacionales". Y añade: "Todos los aspectos de la
vida europea —la tecnología, la guerra, la vestimenta, el comercio, la
alimentación, el arte, la literatura y la música— cambiaron durante el Renacimiento como consecuencia de la influencia de los mongoles".
Enemigo moderno: la URSS
A
pesar de que solo ha pasado un siglo desde el gobierno del último
descendiente del Gran Kan —Alim Kan, emir de Bujará, que permaneció en
el poder en Uzbekistán hasta ser despuesto en 1920 a raíz de la
revolución bolchevique—, el Gengis Kan histórico ha estado rodeado de
misterios, como la localización de su tumba en una zona conocida como el
Ij Jorig, el "Gran Tabú", en lo más profundo del corazón de Asia, y de
leyendas, como las causas de su muerte: abatido por un rayo, una herida
de flecha en su rodilla, un conjuro mágico o incluso desangrado al ser
castrado por una princesa —un estudio reciente ha concluido que
probablemente falleció tras contraer la peste bubónica durante el asedio a una ciudad china—.
También
su físico es enigmático: Gengis Kan nunca permitió que nadie lo
plasmara en un cuadro o en una escultura. Una de las pocas descripciones
escritas contemporáneas la hizo el cronista persa Minjah al-Siraj
Yuzayani, que lo definió "un hombre de elevada estatura, de carácter
enérgico y complexión robusta, con pelo escaso y grisáceo, ojos felinos,
lleno de vigor, discernimiento, genio e inteligencia fina, fascinante,
un carnicero, justo, resoluto, un arrollador de enemigos, intrépido,
sanguinario y cruel".

Paradójicamente, uno de los grandes enemigos del conquistador fue muy posterior: el comunismo.
En los años treinta, los secuaces de Stalin asesinaron a unos 30.000
mongoles en varias campañas contra la cultura y religión de este pueblo.
En esa coyuntura desapareció el estandarte de crines del espíritu de
Gengis Kan —al morir uno de estos guerreros, su alma vivía en los
mechones de su montura—, que se conservaba en el monasterio de Shanj.
También vigilaron las autoridades soviéticas lo que llamaron Área
Estrictamente Protegida, es decir, la tierra natal del Gran Kan, que
pasó a estar protegida por tanques y albergar depósitos de armas
nucleares.
Solo
a raíz de la caída de la URSS los investigadores han podido acceder a
las estepas y montañas que se encadenan en esta zona para tratar de
descifrar la información recogida en la Historia secreta de los
mongoles, la obra literaria clásica más antigua que se ha conservado de
este pueblo. Jack Weatherford y otros investigadores han estado años
recorriendo cientos de miles de kilómetros a lo largo de Mongolia
persiguiendo la estela del nómada Gengis Kan. Su libro es también un
relato de ese proyecto de arqueología de los desplazamientos, una
aventuresca crónica personal de sus encuentros con la naturaleza más
salvaje en la persecución del fundador del imperio más grande de la
historia.
BLOG ORLANDO TAMBOSI

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