BLOG ORLANDO TAMBOSI
Difícil de definir, o termo "justiça social" serve para o Estado impor regulações, impostos, subsídios, controle de preços e assim por diante. Artigo de Eduardo Maschwitz para o Instituto Independiente:
En
nombre la “Justicia social”, término difícil de definir y de consensuar
acerca de lo que significa, el estado suele imponer a sus habitantes
regulaciones, impuestos, cargas, subsidios, beneficios, controles de
precios y toda clase de intervenciones en la vida de la comunidad,
afectando la libertad de las personas, y el normal rumbo de nuestras
vidas. Estas intervenciones no solo están dirigidas a cuestiones
económicas, sino también las vemos en temas de salud, educación,
cultura, esparcimiento, religiosas y otras.
La
clase política argentina entiende que la Justicia Social, es corregir
ciertas situaciones injustas, provocadas por el egoísmo de algunos, o
por sus privilegios y poder relativos desproporcionados, para
redistribuir recursos, imponiéndose a las reglas del mercado, en favor
de aquellos que están más necesitados y desposeídos. Luego de realizada
esta redistribución viviremos todos en una sociedad” justa”, según lo
defina la clase política. Intervienen lo “social”, para generar
“justicia” y mejorar el bienestar general y en particular de los
desposeídos o marginados. Luego de la intervención viviremos felices en
un mundo mejor.
Sabemos
que el nivel de los ingresos de los individuos en una economía libre no
son ni justos ni injustos. Están fuera de esa posible categorización.
El nivel de los ingresos de cada uno surge de múltiples valores y
factores difíciles de definir y cuantificar, incluyendo las libres
opciones que realiza cada individuo, y que además van cambiando en el
tiempo.
Argentina
es la clara evidencia que generar mayor justicia social a través de la
afectación de las libertades que realiza la clase política en la vida de
las personas no solo es imposible, sino que trae resultados opuestos a
los buscados. Durante los últimos 60 años hemos multiplicado varias
veces el gasto público en relación al PBI y en particular en
redistribución y beneficios sociales, y cada vez hay más pobres e
injusticias. Esto no es mi opinión personal, sino que surge de las
estadísticas provistas por el estado a disposición de quien quiera
verlas.
Más
adelante daremos una visión libertaria de la justicia social. Como ha
estado tan candente vamos a revisar las consecuencias que traen
aparejadas los impuestos a los activos, en cabeza del aumento de la
alícuota de impuesto a los bienes personales y el nuevo impuesto a la
“riqueza”, como un ejemplo de lo mencionado hasta aquí.
La
ideología atrás de estos impuestos consiste en sacarle a los ricos
recursos que les sobran y que además estas personas no les dan ningún
uso productivo y “social”, para redistribuirlos y darles un buen y mejor
uso por la sociedad, según lo defina la clase política de turno. Los
problemas y consecuencias negativas de estos impuestos son varias.
Se
desconoce la diferencia entre los activos que posee una persona y su
patrimonio, este último siendo la diferencia entre sus activos y
pasivos. También desconoce la diferencia entre lo que significa el stock
de un patrimonio, del flujo de fondos que generan esas personas y esos
bienes. Según la etapa de la vida normal de un individuo, cuando se es
joven se tiene más flujo que stock, y el paso de los años dejan de tener
flujos y pasan a tener solo stock. Tener que pagar impuestos vendiendo
necesariamente parte del stock puede tener graves consecuencias. Incluso
puede resultar muy difícil o imposible. Pero probablemente las
consecuencias más graves que trae son aquellas difíciles de medir y
conocer. Para empezar, es equivocado pensar que los recursos de los
ricos no están trabajando en beneficio de la comunidad, incluyendo
recursos que puedan parecer ociosos en efectivo en una cuenta bancaria
(nadie tiene importantes recursos en “efectivo” fuera del sistema
bancario), ya que la función de los bancos es redirigirlos hacia
proyectos productivos vía préstamos. Ni hablar cabe de activos que
conformen compañías que dan trabajo, pagan impuestos y ofrecen productos
necesarios para la sociedad. Vemos que los activos, en forma directa o
indirecta están todos orientados a la generación de inversiones y por lo
tanto producen nuevos puestos de trabajo y mejoras en los salarios
reales.
¿Qué
pasa entonces al gravar los patrimonios? Pasa que se rompe este
circuito virtuoso por el cual los patrimonios generan capital productivo
hacia inversiones en el sector privado destruyendo la generación de
nueva riqueza y puestos de trabajo, para derivar recursos hacia el
sector público, que hará un peor uso de los mismos y por lo tanto de la
sociedad. Vemos entonces como una carga impositiva desmesurada como la
argentina lleva a la decadencia y la pobreza, y no a mejorar la calidad
de vida de sus ciudadanos. Pero las consecuencias tampoco terminan aquí
como también somos un triste ejemplo. Los empresarios mudan sus
capitales a otros países, o los esconden, y ellos mismos deciden irse
del país. Ahora su energía personal y sus activos serán aprovechados por
otros países y sus ciudadanos. Nuestros jóvenes, y capaz los más
emprendedores, emigran hacia otros países donde vean oportunidades de
trabajo gracias al círculo virtuoso de la inversión, iniciativa e
inventiva privadas.
La
“justicia social” no es un concepto ajeno o contrario a las ideas
libertarias, ni rechazado por sus simpatizantes. Todo lo contrario. Los
amantes de libertad desean el mayor bienestar y felicidad posible, para
la mayor cantidad de personas posible y que no existan privilegios para
nadie. Pero su receta es completamente diferente. El libertario busca
resolver las injusticias y las diferencias de oportunidades atacando la
causa de las mismas y la razón de porque estas existen, y no a través de
nefastas redistribuciones dirigidas por el poder político de turno.
Busca anular y modificar las políticas públicas que dan origen a las
injusticias. Por ejemplo, la gente de menores recursos es la mayor
perjudicada con nuestras leyes laborales que los intentan proteger.
Nuestras leyes hacen que tengan trabajos precarios y mal remunerados. Lo
mismo pasa con el monopolio de la educación y de la salud y de la
jubilación. Quienes menos pueden defenderse y más perjudicados están son
las personas de menores recursos, que supuestamente se intenta
proteger. Las regulaciones que impiden emprender, dar trabajo, hacer
nuevas inversiones y elegir como vivir son las cuestiones de justicia
social que atacan los liberales. Mejorar las instituciones y su
funcionamiento es hacer verdadera justicia social. hay que tener pocas,
estables y claras reglas de juego, un poder judicial independiente, un
estado pequeño y clara división de poderes. La libertad de trabajar y
comerciar es una potentísima herramienta para reducir la pobreza y
permitir la movilidad social. Atacar todo lo que lo impida es justicia
social libertaria.
Las
recetas socialistas y de izquierda para eliminar la pobreza y las
injusticias ya han sido probadas y han fracasado. Es el momento de
probar algo diferente. Tenemos que animarnos, proponerlo y exigirlo.
El autor es presidente del Consejo de Administración de la Fundación Atlas para una Sociedad Libre.

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