Fascismo é o termo perfeito para definir o dito socialismo bolivariano, escreve Ian Vásquez, em artigo publicado pelo Instituto Cato. Segue o texto na íntegra:
No hay mejor término
que fascismo para denominar al socialismo bolivariano de hoy. Hace años
que el régimen chavista dejó de ser democrático y la dictadura se
despreocupó completamente por respetar los derechos de los venezolanos.
Pero en la medida en que la crisis generada por el mismo socialismo se
fue agudizando, Venezuela se militarizó aun más y ha recurrido al fascismo.
Por el colapso de la
economía, el deterioro o ausencia de servicios públicos y las continuas
violaciones a los derechos civiles, cientos de miles de venezolanos se
han estado alzando por todo el país por más de 40 días para protestar
contra la dictadura. Es, sin duda, la amenaza más seria al chavismo
desde que el mismo Chávez fue temporalmente destituido en el 2002. Y
ocurre en momentos en que, según una encuesta, la popularidad del
mandamás Nicolás Maduro ha caído al 10,9%.
La represión siempre
ha sido la respuesta del chavismo ante el descontento popular. Esta vez
lo que ha sido diferente es que Maduro ya casi ni pretende observar las
formas democráticas para justificar su autoritarismo. Ha empezado a usar
tribunales militares para juzgar a civiles que son acusados de
rebelión, entre otros delitos. Desde el mes pasado, más de 260 civiles
han sido procesados en los tribunales militares y unos 158 han sido
condenados a prisión, según el Foro Penal Venezolano.
La práctica viola las
normas democráticas, pues los delitos civiles se deben tratar en cortes
civiles. En los tribunales militares, los ciudadanos prácticamente no
han tenido derecho a la defensa, se han acusado a múltiples civiles del
mismo cargo a la misma vez y se ha violado el debido proceso de otras
maneras. José Miguel Vivanco, de Human Rights Watch, reporta que los
detenidos denuncian abusos como, por ejemplo, ser obligados a comer
excremento.
Maduro también ha
anunciado una nueva Asamblea Constituyente “para reformar el Estado”.
Además de violar la Constitución vigente, que aclara que solo el pueblo
puede pedir tal Constituyente —o sea, a través de un referendo— busca
imponer un sistema que termine con algunos conceptos básicos
democráticos que todavía existen en la Constitución actual y a los que
el pueblo hoy está apelando, incluso si el régimen los ignora.
La propuesta es
fascista. Maduro no permitirá el sufragio universal o que participen los
partidos políticos. La mitad de la Constituyente sería por selección
corporativista, es decir, que el régimen escogerá representantes de
distintos sectores de obreros, campesinos, comunas, etc. Como bien
observa Alberto Benegas Lynch (h), “es al mejor estilo de Mussolini con
sus consabidas corporaciones en reemplazo del Parlamento republicano”.
Por su parte, Carlos
Alberto Montaner compara la propuesta con la España franquista, donde
“las ‘cortes’, como se le llamaba al Parlamento, estaban integradas por
tercios: el familiar, el sindical y el municipal. Y no tenían facultad
de legislar libremente, sino que se limitaban a refrendar las normas
pautadas en los consejos de ministros presididos por el caudillo. A ese
mecanismo expedito y antiliberal le llamaban ‘democracia orgánica’”.
Hay otros numerosos
indicios de fascismo en Venezuela. Por ejemplo, el depender de
colectivos armados para intimidar y hasta matar a la oposición y
permitir que empresarios se enriquezcan, incluso de manera ilícita,
siempre y cuando estén al servicio del régimen.
Reconocer la
naturaleza del gobierno chavista debería desalentar la ilusión —dentro y
fuera de Venezuela— de que se debe o se puede negociar con este. La
única salida, práctica y moral, es la resistencia.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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