Artigo de Luís Leonel León, publicado no Blog de Montaner:
De pronto pudiera
parecer un día más, pero no es un jueves como otro cualquiera. Son las 8
y 55 de la mañana del 12 de enero de 2017. Barack Obama
avanza rumbo sur, dejando atrás los ventanales de la Casa Blanca. Ya ha
hecho sus maletas. En una mano carga una de ellas y en la otra lleva su
palo de golf preferido. Se detiene en medio de los jardines. Coloca
encima de la maleta una bola breakaway. Se voltea y lo vemos sonreír con
la ironía del que sabe qué va a suceder.
Preámbulo
Lleva tiempo
queriéndolo hacer y en sólo unos días no podrá dar más órdenes
ejecutivas. Está apurado. Quizás presionado. De un áspero plumazo
suprime la posibilidad de que todo cubano que pise territorio
estadounidense pueda quedarse en este país bajo la presunción de que se
trata de un asilado político del único régimen totalitario que persiste
en el hemisferio occidental.
Aunque en la política
cubana de las últimas seis décadas el absolutismo es el gesto más
determinante, pareciera que Obama nunca lo notó, o al menos no le
importó mucho en sus ocho años de mandato. Menos iba a importarle a sólo
unos días de entregar el poder ejecutivo a Donald Trump, a quien más
que un adversario considera un infame enemigo.
Obama pidió al
Congreso varias veces cancelar la Ley de Ajuste Cubano. Derogar “pies
secos/pies mojados” era una carta, de doble cara, que tenía guardada y
que no pocos esperábamos pudiese sacar como triste despedida. No sólo
fue una concesión más a Castro, sino también su pretensión de dejarle en
las manos una especie de papa caliente al nuevo presidente, a quien le
ha declarado una guerra.
Flash Back
Lo acontecido desde
que el 17 de diciembre de 2014 Obama restableció relaciones entre su
gobierno y el régimen castrista, demuestra que llevaba años jugando con
el exilio cubano, de cuyos votos se benefició y que finalmente no
consiguió traspasarle a Hillary Clinton, a quien intentó venderles
-craso error- como su continuadora. Como todo gran populista, aunque se
empeñe en negarlo, Obama es un político malabarista, un embustero de
saco y corbata que prometió al exilio cubano no alterar la política
migratoria de EEUU mientras el totalitarismo habanero no diera muestras
de aceptar girar hacia la democracia. La vida demostró que no se trató
de una utopía sino de una farsa de calculado montaje.
¿Valdría la pena
preguntarle si de verdad cree que haya cambiado la realidad dictatorial
que sufren los cubanos? Obama y sus estrategas bien saben que no. Al
contrario, desde hace dos años ha aumentado la represión hacia los
disidentes y todo el que se atreva a levantar su voz en contra del
comunismo isleño. Obama ha dicho que tiene “diferencias” con Castro,
pero todo el tiempo pactó con él como un gobernante legítimo. Y además
le complació.
Intermezzo
La memoria colectiva
tiende al olvido. Puesta en marcha por Bill Clinton poco más de 20 años,
“pies secos/pies mojados” en su momento no fue del agrado de muchos en
el exilio. Pero al menos mantenía una puerta para todo cubano que
lograra pisar suelo estadounidense. No olvidemos que antes de 1995,
cuando un guardacostas interceptaba a cualquier balsero, en vez de
regresarlo al régimen como sucedió a partir de la política de Clinton,
era traído a EEUU amparado con esa frase mágica y de profundo
significado, que gracias a Obama los cubanos no podrán escuchar:
“Bienvenido a tierras de libertad”.
Hay quién se
pregunta: ¿Y ahora qué nos queda? Los disidentes responden: enfrentarse a
la dictadura. Razón no les falta, pero casi nadie se atreve. El sistema
es dueño de las armas, los tribunales, los medios de comunicación,
todos los recursos. Y antes que arriesgarse a ir a la cárcel o ser
reprimidos, prefieren arriesgarse a morir en las selvas o en el mar
rumbo al sur del norte. Hay quienes preguntan a los opositores: ¿Por qué
no puedo escapar yo como tantos otros han hecho? Cientos de preguntas y
respuestas se incendian en el cielo de la isla.
Plano secuencia
Hasta que Obama
decidió lo contrario, a todo cubano que pidiera Asilo Político en EEUU
automáticamente se le entregaba un “parole” con el que obtener Permiso
de Trabajo y ayudas para encaminar su vida en un país democrático, que
le abría sus brazos, bien diferente al que supuestamente dejaban atrás.
Pero no siempre sucedía así.
Gracias a la Ley de
Ajuste Cubano, al año y un día de vivir en EEUU, podían solicitar su
Residencia Permanente. Como un producto más de la degradante sociedad
fabricada por el castrismo, algunos hijos y nietos de la doble moral
revolucionaria se aprovecharon de la anulada política migratoria y
apenas conseguían su Residencia, regresaban corriendo a la isla donde
aún existen las mismas condiciones por las que en territorio
estadounidense, con sus pies secos, pidieron Asilo Político. La mayoría
iba a visitar a sus familiares. Pero lastimosamente esta contradicción
se volvió una práctica normal entre un buen número de cubanos, sobre
todo de las nuevas generaciones, prostituyendo el concepto de exiliado.
Por supuesto que nos dañó como comunidad. ¿Pero fue ésta la razón por la
que Obama derogó “pies secos/pies mojados”?
En las redes
sociales, donde el sinsentido goza de gran espacio, se tergiversa a
Obama, cuya declaración fue bien clara: “Hoy Estados Unidos está dando
pasos importantes para normalizar las relaciones con Cuba
y para lograr una mayor consistencia en nuestra política de
inmigración. El Departamento de Seguridad Nacional está poniendo fin a
la llamada política de ‘pies secos/pies mojados’, que se puso en
práctica hace más de veinte años y fue diseñada para una época
diferente”.
Según Obama: Cuba ha
cambiado. Esa fue su justificación. Pero bien sabemos que es mentira.
Cuba sigue siendo la misma dictadura de siempre. Demoler “pies
secos/pies mojados” fue la acción final de su política de desbocado
acercamiento al castrismo. Tal como lo fue la eliminación del programa
especial Cuban Medical Professional Parole (CMPP) para los médicos y
otros trabajadores de la salud que desertaban en terceros países, que
son justamente los profesionales que más le importa retener y manejar al
régimen. George W. Bush, al implementar este programa en 2006, evitó
que todos los médicos estuvieran condenados a ser piezas de un vulgar y
esclavizador cambalache de Estado. Pero Obama, junto con “pies
secos/pies mojados”, destruyó ese canal para la deserción hacia la
libertad.
Cuando Obama dio su
discurso en La Habana, se ganó la simpatía de muchos cubanos que se
sintieron aludidos. Ahora la mayoría lo odia. Pasó de ser el más popular
de los políticos para convertirse en el más impopular. Suele ocurrir
cuando el engaño es el sentimiento de turno en cualquier sociedad.
Incluso en una tan acostumbrada a estos percances como la cubana.
Políticos
republicanos habían planteado desde hace tiempo modificar “pies
secos/pies mojados”, no eliminarla, como tantas veces sí había reclamado
Castro, quien por supuesto sigue abogando, al igual que Obama, por
terminar de una vez con la Ley de Ajuste Cubano.
En su despedida, como
un final pataleo, le concedió al régimen de La Habana un último pedido
mientras que a los cubanos, intentando dejarlos con los pies en el aire,
le regaló su última decepción. Para unos, el daño está hecho. Para
otros, ya se abrirán otros caminos para la fuga o la implosión.
Escena final
El sol hace brillar
la breakaway sobre la maleta. Pareciera que la acaricia, pero si miramos
bien desde otro ángulo vemos que sólo la acomoda. Sabe que es una bola
hueca, de diversión, y que cuando la golpee se romperá en mil pedazos.
La observa con su presidencial sarcasmo. La bola tiene una escrita una
palabra: cubanos. La golpea con fuerza. En La Habana Raúl Castro recibe
uno de los minúsculos fragmentos que coloca en una urna de cristal como
un trofeo más, al menos por ahora. Obama mira su Jorg Gray 6500. Son las
9 de la mañana del jueves 12 de enero de 2017. Guarda su palo en la
maleta y clava su mirada, con una extraña mueca, en los impecables
ventanales de la Casa Blanca.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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