BLOG ORLANDO TAMBOSIO
Marías foi um pensador do ser humano e sua circunstância vital, que rompeu com o passado sem deixar de se referir a ele. Isaac García Guerrero via Letras Libres:
Con
Javier Marías se va todo un tiempo que ya es pasado. Un mundo que, sin
darnos demasiada cuenta, se nos ha ido escapando poco a poco. Con su
muerte se certifica que aquel rostro que mirábamos, el de Marías y el de
su tiempo que también era el nuestro, no era el rostro del presente,
sino el del mundo de ayer.
Como
autor de genio, sus obras ahondan en temas y espacios recurrentes. El
amor, el deseo, la traición, el desconocimiento del ser amado y del
amigo ocupan sus páginas narrativas. Sus reflexiones se entremezclan con
los temas más cercanos y particulares de la vida española, como el
secuestro y asesinato del joven político Miguel Ángel Blanco perpetrado
por el grupo terrorista ETA en 1997, tema de fondo, por ejemplo, de
Tomás Nevinson. Pero su obra también gusta de revisitar los mismos
espacios, especialmente Madrid, Londres y Oxford. Un interés por lo
local que se ve muy marcado en sus columnas periodísticas, donde el fútbol, el cine, la política municipal o la cultura woke también tuvieron su espacio.
Es
precisamente su interpretación de ese mundo de ayer lo que nos habla de
su altura. Javier Marías representa a una generación que nació en la
posguerra y que llegó al mundo profesional tras la muerte del dictador
Francisco Franco. Es esta una generación marcada, junto a sus padres,
por los rigores de la represión. Si las primeras memorias de Marías
pertenecen a New Haven es, precisamente, porque su padre, el pensador
Julián Marías, tuvo que refugiarse en las universidades estadounidenses
–Yale, en este caso– luego de haber sido despojado de su puesto
universitario, tras la delación de un compañero. Sin esta herida
familiar en su infancia no sería posible comprender “Fiebre”–la primera
sección de Tu rostro mañana (2002-2007)– ni sus incursiones en temas
relacionados con la reciente historia de España en El siglo (Anagrama,
1983) o en Así empieza lo malo (2014). Por la importancia seminal de
estas vivencias primeras es que su novelística representa una transición
hacia una nueva España. Son los años de la apertura del país a Europa y
de la llegada de libertades y usos desconocidos. Unos años, cómo no,
donde también afloran nuevos anhelos, gustos y necesidades. Y Marías los
desarrolla a la perfección.
Frente
a los personajes apocados de vidas tristes y oscuras atrapados en
espacios provincianos que ocupan gran parte de la literatura española de
posguerra, los personajes de Marías encarnan a una nueva clase media
educada y culta. Es en el periodo central de su trayectoria donde
descubrimos ese mundo.
Ya
en El hombre sentimental (Anagrama, 1986) su protagonista es un hombre
sofisticado, cantante de ópera, que se ve envuelto en una relación
inesperada con una atractiva mujer casada. A partir de aquí, los
personajes de Marías van a ser profesores universitarios y detectives,
como en el llamado “Ciclo de Oxford” –Todas las almas (Anagrama, 1989),
Negra espalda del tiempo (Alfaguara, 1998) y Tu rostro mañana–, o
directores de cine, como en Así empieza lo malo.
Se
podría objetar que se trata de personajes excéntricos, que no reflejan
al grueso de la sociedad. Pero es aquí donde reside el valor de época
que tiene la obra de Marías. Con el triunfo del Partido Socialista
Obrero Español en 1982 también emerge una nueva clase sofisticada y
culta, que tiene un nuevo horizonte vital opuesto al estrecho mundo
franquista. Con ese horizonte viene también un mundo extranjero que era
desconocido.
En
ese espacio se desenvuelven nuevas maneras de relacionarse a través de
un deseo carnal antes vetado. En la obra de Marías, nuevas técnicas
narrativas heredadas del Faulkner o de su admirado Bernhard hilvanan las
aventuras de sus personajes. Aunque en rigor ya aparecen trazos de este
estilo narrativo en la generación anterior, Marías lo eleva
magistralmente. Este nuevo mundo, que en lo cinematográfico nacional
representan directores como Pilar Miró –Gary Cooper que estás en los
cielos (1980)– o José Luis Garci –en cintas como Asignatura pendiente
(1977) y Solos en la madrugada (1978)– Marías lo lleva al libro con un
tono más europeo.
Por
encima de todo, esa grandeza literaria le viene a Marías de saber
encarnar lo universal en lo particular. Su obra está transida de las
grandes cuestiones universales que ocupan al ser humano. Más allá de si
esas cuestiones se materializan en Madrid u Oxford, sus personajes se
cuestionan su posición en el mundo y la íntima dependencia de todo ser
con su semejante. La traición del que suponemos nuestro amigo en Tu
rostro mañana o la ausencia y posible infidelidad de quien amamos en
Berta Isla (Alfaguara, 2017) no son las ausencias y traiciones de un
individuo concreto. En sí, se puede decir que la obra de Marías, sobre
todo a partir de El hombre sentimental, es la obra ficcional de un
pensador del ser humano y su circunstancia vital. Es aquí, en la unión
de lo particular español con la universalidad de lo humano, donde se
agiganta la obra de Marías.
Momentos
de pérdida como este dejan una sensación de vacío. La incertidumbre se
apodera de nosotros, en una inevitable comparación entre lo que ya no
está y lo que aún no ha llegado. Sirva ahora su legado para contemplar
lo pasado, disfrutar lo presente y construir lo futuro.
Isaac García Guerrero es profesor de español y literatura española moderna en el Virginia Military Institute.
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