BLOG ORLANDO TAMBOSI
Se fôssemos capazes de ler, analisar e pensar uma décima parte do que dedicamos às asneiras, as coisas seriam tão diferentes que até dá medo. Javier Benegas para Disidentia:
La
actualidad, entendida como producto de gran consumo, donde la
relevancia de una noticia es inversamente proporcional al enorme tráfico
que genera, está salpicada de sucesos chuscos, en realidad
irrelevantes, pero susceptibles a la polarización ciega, sorda y muda
que beneficia al poder. Se trata de sucesos que ni siquiera llegan a
serlo, anécdotas de comedia bufa a lo sumo que no hace tanto habrían
sido desplazadas al sótano del scroll, a los almacenes de curiosidades y
cotilleos, de tonterías breves y amenas al que los lectores solían
bajar cuando se habían hartado de leer.
Cada
vez es más escaso ese periodismo lento que partiendo de un hecho
verdaderamente relevante y que ciertamente debería interesarnos por la
cuenta que nos trae, informa en profundidad. Un periodismo que partiendo
de la objetividad y el esmero enriquece el contenido con perspectivas
bien razonadas, de manera que el lector, además de informarse, piensa y
reflexiona y contempla lo que sucede con una mirada aguda y reposada.
Pero
¿a quién le interesa que el público piense? Al poder no. Al contrario,
al que manda le interesa que la actualidad discurra como uno de esos
trenecillos del túnel del terror, donde los sustos se suceden sin más
pretensión que entretenernos, porque el negocio consiste en que obviemos
los auténticos terrores.
También
a la prensa le resulta mucho más interesante centrarse en esta
actualidad basura, porque prácticamente se elabora sola y con muy poco
esfuerzo se consigue un tráfico estupendo. Al medio le basta con
proyectarla tal cual, apenas necesita redacción y menos aún verdadera
prospección. Muchas veces la información en sí misma consiste en
englobar un clip de vídeo de un tercero, al que se le añade un titular y
una entradilla. Luego, se proyecta en las redes sociales o se encaja
como una cuña en programas televisivos y el chismorreo hace el resto.
Lo
más llamativo es que ni siquiera nos damos cuenta. No es sólo que
hayamos aceptado consumir y compartir esta bazofia con sorprendente
naturalidad, es que nos hemos vuelto adictos. Necesitamos como mínimo
una dosis a la semana, un asunto estúpido e irrelevante pero chusco con
el que poder dar rienda suelta a discusiones ridículamente intensas y,
por supuesto, polarizadas. Tan polarizadas que cada cual es capaz de ver
en una misma imagen realidades completamente distintas. Así, para unos
un bofetón es una caricia y para otros la caricia es una tentativa de
homicidio. Según afinidades partidistas, la misma imagen da lugar a
interpretaciones antagónicas. Diríase que la memez convertida en noticia
viene con una señal luminosa que nos indica qué dirección hay que
tomar, según seamos de Villa Arriba o Villa Abajo.
Entretanto
consumimos este MacPeriodismo con una fruición enfermiza, el poder
sigue a lo suyo, a salvo de los focos y las miradas indiscretas. España
es Óscar Puente, Rubiales, algún borderline que se graba a sí mismo
mientras llora a moco tendido porque su iPhone no funciona, hombres
barbudos y peludos que se perciben mujer y llevan a algún pobre
insensato a los tribunales porque no acaba de creérselo, mensajes
privados de grupos WhatsApp que alguien filtra y donde la gente tiene la
temeridad de hablar con libertad, incluso de ser borrica en la
intimidad, personajes agresivos que pierden los papeles o cualquier acto
de cualquiera, sea un famoso o un desconocido, que por el mero hecho de
ser desagradable resulte rentable distribuirlo a la velocidad de la
luz. Lo llamamos la sociedad de la información, pero en realidad es la
sociedad de la difusión de la memez. La información consistiría en
advertir de todo cuanto es importante. No gilipolleces.
Por
ejemplo, ¿se ha enterado usted, querido lector, de que la Unión Europea
ha aplazado la entrada en vigor de la norma Euro 7 dos años y que,
además, llegará tan descafeinada que prácticamente no tendrá ninguna
incidencia en la industria del automóvil? La noticia en sí quizá no le
parezca extraordinaria. Pero, precisamente, para entender su calado hace
falta ese periodismo que ha desparecido, para que tire del hilo y
descubra que la UE chocó contra el muro de la realidad hace ya tiempo,
pero lo disimula, incluso recurre a la mentira para mantener viva la
parte mollar de su negocio, que es redistribuir arbitrariamente los
dineros, idear nuevos impuestos, subvenciones y programas.
Tampoco
se habrá enterado de que los españoles hemos logrado este 2023 ser los
últimos de Europa en PIB per cápita o de que la deuda batió en
septiembre su récord histórico, superando los 1,55 billones de euros.
Tampoco, imagino, tendrá noticia de que el encarecimiento que estamos
sufriendo en el precio de la gasolina se debe a las restricciones
impuestas en la zona euro para la construcción de nuevos centros de
refinado y que la UE, pese a todo, por mera cuestión de imagen, no va a
rectificar, lo que puede llevar el precio del litro de la gasolina por
encima de los dos euros y más allá.
Sin
embargo, un estudiante trolea aun diputado en un tren y en cuestión de
minutos esta memez, que viaja a la velocidad de la luz por la red, se
convierte en la clave de bóveda no ya de la política, sino de la
existencia misma.
Para
concluir, añadiré una observación empírica, fruto de mis años dedicados
a conocer audiencias (datos propios): un estadounidense lee tres veces
más contenidos en línea que un español. Y lo hace además con un índice
de atención que duplica el nuestro. Por supuesto, estas características
del lector estadounidense están relacionadas con contenidos mucho más
elaborados, lo que agrava aún más la diferencia. El único país
desarrollado que está por debajo de nosotros en atención y lectura es
Argentina. Y aquí dejo la pregunta: ¿qué se puede esperar del futuro con
esta incapacidad lectora y falta de atención?
¡Ay!,
si los españoles fuéramos capaces de leer, analizar y pensar una décima
parte del tiempo que dedicamos a enardecernos con memeces, las cosas
serían tan distintas que da hasta miedo imaginarlo… ¡por la
desesperación que provoca!
Postado há 1st October por Orlando Tambosi
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