BLOG ORLANDO TAMBOSI
Mykola Polishchuk, presidente da Cruz Vermelha da Ucrânia, em entrevista à revista Ethic:
Tiene
la mirada acerada y la cara surcada por valles y cordilleras que
recuerdan a los Cárpatos del suroeste ucraniano, no tanto por rozar ya
los 80 años como por haber presenciado los horrores de una abominable
guerra durante los dos últimos. Mykola Polishchuk (Lypiatyn, 1944) nació
en una familia de campesinos, enseñó matemáticas en la escuela de su
pueblo y luego se movió a Kiev a estudiar medicina y a especializarse en
neurocirugía. Fue ministro de Salud en el Gobierno de Víktor
Yúshchenko, y desde 2018 es presidente de Cruz Roja de Ucrania. Algo le queda de su especialización en el cerebro humano: «La mayor herida del pueblo ucraniano es mental».
Si
uno busca información en internet sobre lo que hace Cruz Roja de
Ucrania, apenas hay menciones. Resulta extraño, teniendo en cuenta que
una organización humanitaria de tal envergadura está, ahora mismo, en el
centro del conflicto bélico más grave del mundo occidental.
No
se corresponde con la realidad. Soy el presidente de la Cruz Roja de
Ucrania desde 2018, y desde entonces estamos hemos hecho un trabajo
enorme en el país. Al principio fue muy complicado montar un equipo, ya
que teníamos poca ayuda financiera del Gobierno, pero logramos sacar
adelante muchos programas sociales en las diferentes regiones,
asistencia de primera emergencia y apoyo a las personas que se
trasladaban desde Crimea, donde ya existía un conflicto por la anexión
rusa. Así, finalmente logramos crear una estructura sólida de Cruz Roja
en Ucrania que, por ejemplo, funcionó con mucha eficacia durante la
pandemia de la covid-19, con un gran apoyo de la Federación
Internacional de Cruz Roja. Por eso ya estábamos muy bien preparados
cuando empezó la guerra.
¿Cómo se puede planificar la ayuda humanitaria en un país en el que todos los días se dan situaciones impredecibles?
Ahora
mismo están en funcionamiento unas 200 organizaciones de Cruz Roja, y
en cada región tenemos una gran presencia con importantes sedes que se
dedican a labores de evacuación y de ayuda humanitaria, así como a
acciones de primera emergencia sanitaria en lugares donde no hay acceso a
medicamentos ni hospitales. Hemos desarrollado la capacidad de trabajar
de manera autónoma para atender los problemas específicos de cada
región y, por suerte, cada vez tenemos más apoyo internacional.
Durante
aquellos días anteriores al inicio de la guerra, ¿intuían la
posibilidad de una invasión? ¿Comenzaron a prepararse para ese
escenario?
Claro
que hablábamos de la posibilidad de que estallara una guerra, pero a
nivel personal te diré que no podía imaginar que algo tan terrible
pudiera llegar a pasar. Con todo, de manera preventiva, días antes
reforzamos nuestros activos en todas las regiones, especialmente las del
este y en Sumy, muy cerca de la frontera con Rusia, que de hecho fue la
primera ciudad ocupada el primer día de la invasión. Esto nos permitió
reaccionar rápidamente y atender enseguida las zonas invadidas. Lo mismo
que hacíamos antes frente a desastres naturales o pandemias. Estamos
organizados para actuar siempre justo en el momento en el que se
requiere ayuda humanitaria.
¿Cómo fue la reacción de la población? ¿Tuvo una actitud solidaria o fue más bien de «sálvese quien pueda»?
Fue
increíble: cuando empezó la guerra, todo el mundo se unió en bloque
para ayudar. Todos hacían lo que podían: colaboraban en labores de
evacuación, de emergencia sanitaria, de entrega de comida y de agua, de
acogida, de apoyo psicológico… La estructura humanitaria, en Ucrania,
está funcionando realmente bien.
Tengo
entendido que hay una proyecto de escultura en Kiev en honor a los
voluntarios. ¿Qué papel juegan en esta crisis humanitaria?
El
papel de los voluntarios es imprescindible. En el comité nacional solo
somos 43 personas, unas dos por cada una de nuestras organizaciones
regionales. Pues bien, ahora mismo, oficialmente registrados, contamos
con unos 8.000 voluntarios. Y te hablo del registro oficial, de modo que
en realidad son muchos más. Cada voluntario individual, con su ayuda,
tiene un gran impacto sobre muchísimas personas. Y esos voluntarios
suponen que Cruz Roja de Ucrania seamos la mayor organización
humanitaria del país.
¿Cómo es su relación con el Gobierno de Volodímir Zelenski?
Es
muy estrecha. Cooperamos mano a mano para responder a las crisis
humanitarias, para dar alimento y lugares para vivir a tanta gente
desplazada o que ha visto cómo destruían sus hogares. Por supuesto, el
Gobierno aporta cheques de alimentación y de elementos de primera
necesidad para quienes lo necesitan. También apoya las acciones de
primera emergencia y a los hospitales, así como la creación de centros
de rehabilitación, de apoyo psicológico y de adaptación social en cada
una de las regiones. Y a los equipos de emergencia en las regiones donde
no hay acceso a medicinas. En resumen, el apoyo del Gobierno es
realmente amplio y nos permite dar ayuda a cada persona que la necesita.
Ha
mencionado el apoyo psicológico, sin duda fundamental en una situación
así. ¿Cómo ve al pueblo ucraniano en ese sentido? ¿Cómo está afrontando
esta guerra?
No es fácil responder a eso. El mayor daño del pueblo ucraniano
es mental, pero en el estado psicológico de una persona influyen muchos
factores. Imagínate vivir aquí en un edificio de apartamentos en
invierno, sin calefacción, donde las tuberías de los váteres no
funcionan, muchas veces no hay luz… Eso mina mucho la entereza de la
gente ante una guerra como esta. Por eso nos enfocamos mucho en resolver
circunstancias así, en mejorar sus condiciones de vida. Luego está la
larga duración de la guerra, que tiene un grave impacto en el estado
mental de las personas. Y hay situaciones como, por ejemplo, la que se
dio en Kiev poco después de la invasión: es una ciudad de casi tres
millones de habitantes, y en solo un mes se convirtió en una ciudad
desierta: quedaban poco más de 200.000. Es algo tan abrupto que es
difícil de digerir a nivel psicológico. Pero te doy un ejemplo de
entereza: hoy, la gente ha vuelto a Kiev, que casi ha vuelto a su censo
original, aun cuando el pasado mes de mayo fue bombardeada varias veces
por el ejército ruso. Muchísima gente que huyó del país está volviendo
ahora, y eso dice mucho de la fortaleza mental de los ucranianos.
Quieren volver a vivir en su país, quieren volver a construir una vida.
El
símbolo de Cruz Roja siempre ha sido una garantía de ayuda humanitaria,
porque históricamente ha sido respetado en las diferentes guerras por
ambos bandos. En el caso de Ucrania, ¿el ejército ruso respeta que
desarrollen su labor?
En
absoluto. Rusia desprecia la Carta de Naciones Unidas y el derecho
internacional humanitario. Tampoco respeta las leyes internacionales
respecto a prisioneros, por ejemplo. Es algo que vemos y sufrimos todos
los días, por desgracia. No debemos olvidar que Rusia, hoy, es un Estado
terrorista. No se puede esperar que un país así respete las leyes.
A
nivel personal, como alguien que está tan implicado en el día a día del
lado más humano de esta guerra, ¿cómo ve el futuro de su país?
Tal
vez te extrañe lo que te voy a decir: veo un futuro muy bonito para
Ucrania. Veo a mi país integrado en la Unión Europea, en un mundo
progresista que secunda la lucha contra el terrorismo en la que estamos
ahora. La paz llegará, pero debe hacerlo con nuestras condiciones de
país libre. Y Rusia deberá responsabilizarse de sus actos en los
tribunales internacionales. Y deberá compensar a Ucrania por todo el
daño que ha causado. Ese es, para mí, el único futuro posible.
Postado há 3 weeks ago por Orlando Tambosi
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