O economista sérvio, autor de 'Capitalismo sem rivais", fala do futuro da economia russa e afirma que o capitalismo "é o único sistema socioeconômico do mundo". Entrevista a James Pethokoukis, para Letras Libres:
El problema de Rusia es lo que he llamado su “historia económica circular”.
Para enriquecerse, las naciones necesitan paz interna y externa, no
caos. Cabe recordar la famosa afirmación de Adam Smith de que “la paz,
los impuestos fáciles y una administración de justicia tolerable” son
suficientes para que los países transiten de una renta muy baja a una
muy alta. Rusia no ha tenido esa experiencia durante todo un siglo. El
periodo de rápido crecimiento económico tras la eliminación de la
servidumbre en 1861 –es decir, antes del fin de la esclavitud en Estados
Unidos– terminó con la Primera Guerra Mundial y luego con la revolución
bolchevique y la Guerra Civil. Otra aceleración del crecimiento en los
años treinta mediante la industrialización estalinista fue detenida por
la Segunda Guerra Mundial. El repunte del crecimiento de los años 50-60
se ralentizó bajo Brezhnev, pero al menos no hubo declive entonces. El
declive llegó con la disolución de la Unión Soviética y la transición al
capitalismo. El PIB ruso disminuyó más del 40% (más de lo que disminuyó
el PIB estadounidense durante la Gran Depresión). En el último episodio
de la dinámica “crecimiento-guerra-y-vuelta a empezar”, los resultados
relativamente buenos de la Rusia de Putin hasta aproximadamente 2012 han
terminado definitivamente con la guerra.
Se
pueden discutir otras razones, tal vez más fundamentales, para la falta
de avance tecnológico de Rusia, pero quería destacar un hecho muy
simple que a menudo se pasa por alto: para llegar a ser desarrollados y
ricos, los países necesitan estabilidad y crecimiento constante durante
largos períodos de tiempo. Para cualquier persona razonable (excepto el
presidente de Rusia), esto se traduce simplemente en el hecho de que
Rusia necesitaba al menos cincuenta años de paz, estabilidad y una
administración de justicia tolerable para alcanzar los países avanzados.
Nunca tuvo esa oportunidad.
¿DURANTE
CUÁNTO TIEMPO CONTINUARÁN LAS SANCIONES OCCIDENTALES A RUSIA Y CUÁL
SERÁ EL EFECTO A LARGO PLAZO EN LA ECONOMÍA POLÍTICA DE ESTE PAÍS?
Creo
que las sanciones continuarán durante varias décadas porque los
problemas abiertos por la invasión rusa de Ucrania son excepcionalmente
difíciles de resolver políticamente. Son tan difíciles, si no más, como
el problema de Oriente Medio (Israel-Palestina), o el problema chipriota
(Chipre del Norte) o el de India y Pakistán (Cachemira). Ninguno de
estos problemas se ha resuelto en los últimos 50-70 años. Así que
tampoco se resolverá el problema entre Rusia y Ucrania, lo que a su vez
significa que las sanciones occidentales, y especialmente las
estadounidenses, seguirán en vigor.
Las
sanciones tendrán un impacto devastador en la economía rusa. Ese
impacto es de medio a largo plazo. No tiene sentido centrarse en las
oscilaciones diarias o semanales de los tipos de interés o de cambio,
como hace mucha gente.
Rusia
tendrá que proceder a la sustitución de importaciones en unas
circunstancias únicas en las que la importación de maquinaria fabricada
en el extranjero que normalmente se necesita para poner en marcha la
sustitución de importaciones es imposible. Así pues, Rusia tendrá que
proceder a lo que llamé “sustitución regresiva de importaciones”, es
decir, sustituir los bienes producidos hoy en día en Occidente,
empezando por las cosechadoras, los coches y los aviones, hasta las
patatas fritas y la novocaína (para las cirugías dentales), por
sustitutos nacionales inferiores y anticuados. En otras palabras, la
política será, básicamente, retroceder en términos de desarrollos
tecnológicos y/o tratar de reinventar todo de nuevo por fuerzas propias.
Nadie en la historia se ha visto obligado a hacerlo.
Es
en ese sentido que la sustitución “regresiva” de importaciones es
fundamentalmente diferente de la sustitución de importaciones de Stalin
que, en la parte técnica, se basaba en la tecnología occidental, es
decir, en la tecnología avanzada de la época.
La
idea de que China ayudará de algún modo a Rusia a no tener que
retroceder es parcialmente cierta. Pero China tendrá mucho cuidado de no
caer en las sanciones secundarias de Estados Unidos. Además, China no
puede sustituir a Occidente en todos los campos tecnológicos. La propia
China depende en muchos ámbitos de la cooperación con Occidente.
Permítanme
mencionar que dentro de cinco o seis años, el transporte aéreo civil
ruso no podrá dar servicio a zonas lejanas: no se podrá viajar en avión
directamente desde Moscú a (digamos) Vladivostok. En muchos aspectos, el
modo de vida ruso retrocederá, tecnológicamente, a los años 80. Podemos
decir: bueno, pero la gente vivía, y muchos muy bien, en la década de
1980. Es cierto, pero es muy diferente vivir con la tecnología de los
años ochenta en los años ochenta que vivir con la tecnología de los años
ochenta en la actualidad.
¿SIGUE SIENDO APROPIADO LLAMAR A RUSIA UNA OLIGARQUÍA, O ES AHORA EVIDENTE QUE LOS OLIGARCAS SON BENEFACTORES DEL ESTADO SIN NINGUNA INFLUENCIA?
Esta
es una muy buena pregunta. Antes de la guerra, cuando apenas se
amenazaba con las sanciones, la suposición en Occidente era que los
oligarcas eran lo suficientemente influyentes como para que el miedo a
perder todo (o casi todo) su patrimonio les concentrara y les empujara a
disuadir a Putin de la invasión. Esto no ocurrió. Así que la suposición
en la que se basaba toda esta idea de amenazar con sanciones a los
oligarcas era errónea. Es importante tener esto en cuenta por dos
razones.
En
primer lugar, no tenemos ni idea de por qué se castiga hoy a los
oligarcas. Supongo que por no ser lo suficientemente poderosos.
Occidente les está diciendo: “Ahora sabemos que no sois poderosos y os
castigaremos por ello”. ¿No es extraño? Escribí sobre ello aquí.
En
segundo lugar, la naturaleza de la oligarquía rusa había cambiado de
manera fundamental entre Yeltsin y Putin. He escrito sobre eso en 2019 aquí.
Por decirlo de forma sencilla, bajo Yeltsin, los oligarcas mandaban.
Tomemos como ejemplo la famosa reunión de invierno de 1996 de los
principales multimillonarios rusos en Davos cuando, junto con George
Soros, decidieron financiar la campaña presidencial de Yeltsin, traer
asesores y consultores estadounidenses y hacer todo lo posible para
ayudar a Yeltsin a ganar en junio (1996). Tuvieron éxito y fueron
ricamente recompensados mediante el famoso acuerdo de préstamo por
acciones.
Con
Putin las cosas cambiaron, aunque gradualmente. Lo llevó al poder
Berezovsky, quien creía que él, Berezovsky, sería el titiritero y Putin
la marioneta. En realidad, sin embargo, Berezovsky acabó ahorcándose
(probablemente) en su antigua casa de Inglaterra. Bajo el mandato de
Putin, los principales oligarcas (no necesariamente todos) podían
conservar sus bienes solo si no contradecían los intereses del Estado,
definidos por Putin y los ministerios del poder, y podían aumentar su
riqueza si hacían lo que el Estado les decía. La relación de poder entre
los ultrarricos y los gobernantes políticos se ha invertido. Parece que
en Washington y Londres no eran conscientes de ese cambio hasta el 24
de febrero de 2022; o tal vez fingían no ser conscientes de ello.
HA DICHO QUE EL CAPITALISMO ES “EL ÚNICO SISTEMA SOCIOECONÓMICO DEL MUNDO”. ¿ES PROBABLE QUE ESO CAMBIE A LARGO PLAZO?
Para
entender lo que quiero decir y responder a su pregunta, volvamos a la
definición de capitalismo que utilizo en Capitalismo, nada más. No es
una definición muy original. La utilizaron tanto Karl Marx como Max
Weber. Es sencilla. Es poderosa y sitúa el “modo de producción” en la
forma en que se organiza la producción, no (como hacen las definiciones
amateurs de capitalismo y socialismo) en la forma en que se realiza la
distribución.
Para
llamar a un país capitalista, la definición requiere, en primer lugar,
que la mayor parte de la producción sea llevada a cabo por empresas
cuyos activos son de propiedad privada; en segundo lugar, que los
propietarios de los activos gestionen directa o indirectamente las
empresas que, a su vez, utilizan mano de obra contratada para producir
cosas o servicios. El hecho de que la mano de obra sea contratada es
importante: los trabajadores no desempeñan un papel empresarial, solo se
les dice lo que tienen que hacer. El sistema de producción está
totalmente jerarquizado. Por último, la toma de decisiones económicas
está descentralizada.
Ahora
bien, ¿tenemos propuestas serias para cambiar alguna de las tres partes
de esa definición para alejarnos del capitalismo? Yo no las veo. Para
ser claros, veamos lo que implicaría, es decir, enumeremos las
condiciones en las que el capitalismo cambiaría de forma sustancial. Por
ejemplo, si se nacionalizaran los activos. Esto es obvio. En segundo
lugar, si la mayor parte de la producción es realizada por pequeños
productores (trabajadores-propietarios). En ese caso, no habría mano de
obra contratada. En efecto, los trabajadores (que al mismo tiempo son
también capitalistas) ejercen el papel empresarial. Y en tercer lugar,
si la coordinación económica está centralizada, digamos que a través de
un plan explícito o una fuerte regulación gubernamental de las
actividades clave.
Como
he dicho, no veo que ninguno de estos elementos tenga mucho apoyo hoy
en día. Sin embargo, puedo imaginar algunos cambios. Por ejemplo, es
posible que en el futuro haya más empresas que se parezcan a las
actuales start-ups. La gente con ideas busca capital. En ese caso, el
capitalista ya no es directa o indirectamente el “decisor”; es solo el
prestamista, el inversor. El capital sigue siendo privado, obtiene un
rendimiento, pero el hecho de ser propietario no le da derecho a
gestionar la producción. Ese papel corresponde al trabajo, en realidad a
las personas con ideas. Un sistema en el que los propietarios del
dinero son simplemente proveedores de ese dinero sin ningún papel de
gestión y en el que ese papel recae en el trabajo ya no es capitalismo
en el sentido en que lo he definido. Este es un cambio que puedo
imaginar.
Otro
es el proceso que documenté en Capitalismo, nada más para los Estados
Unidos y varias economías avanzadas. Lo llamo homoploutia. Esto
significa que una proporción cada vez mayor de personas que se
encuentran (digamos) en el 10% más alto de la distribución de la renta
total de EEUU están tanto en el 10% más alto de la distribución de la
renta por el capital, como en el 10% más alto de la distribución de la
renta por el trabajo. En otras palabras, no son solo personas ricas:
están entre los trabajadores más ricos y entre los capitalistas más
ricos. Este es un capitalismo muy diferente, “nuevo”: en el capitalismo
clásico, los capitalistas más ricos no están entre los trabajadores más
ricos. No se molestan en trabajar; dirigen sus empresas. Pero ahora, se
puede tener un directivo muy educado que tiene una renta laboral muy
alta, ahorra de esa renta, invierte, y obtiene una renta de capital muy
alta que le sitúa entre el 10% de los capitalistas más ricos, mientras
que él/ella ya está entre el 10% de los trabajadores más ricos. Esto es,
como he dicho, un gran cambio en comparación con el pasado. Tiene
algunas características positivas y otras negativas. Pero dejaré a los
lectores de Capitalismo, nada más que descubran cuáles son.
¿EN QUÉ ACERTÓ Y SE EQUIVOCÓ FUKUYAMA EN EL FIN DE LA HISTORIA?
Admiro
profundamente el trabajo de Fukuyama en Los orígenes del orden
político. Es, en mi opinión, un libro de primera clase. He escrito dos
reseñas, aquí hay una.
Pero se equivocó en 1989. Esto es lo que vemos claramente ahora. Hubo
dos errores. En primer lugar, las revoluciones de independencia nacional
y autodeterminación que eran esencialmente revueltas nacionalistas
fueron proclamadas por Fukuyama y otros maîtres à penser de la época
como revoluciones de la democracia. Esto fue un rompecabezas para mí
desde el principio. Si eran las revoluciones de la democracia, del
liberalismo y del plurinacionalismo, ¿por qué se disolvieron las tres
federaciones comunistas en lugar de limitarse a democratizarse? ¿Por
qué, por utilizar un contraste, se democratizó España y se mantuvo como
una federación democrática de base étnica, mientras que se disolvieron
todas las federaciones étnicas comunistas? Está claro que había algo más
que la simple democratización, y ese algo más era la autodeterminación
étnica. Esta era la característica clave de las revoluciones de Europa
del Este; la democracia era contingente.
Toda
la ideología de 1989 eludió esta cuestión. Es una cuestión fundamental,
porque responder a esa pregunta no solo pone de manifiesto la verdadera
naturaleza de las revoluciones, sino que responde a la pregunta de qué
motivó una serie de guerras, incluida la actual, que hemos presenciado
desde 1989. Hubo doce guerras en los llamados países en transición.
Todas ellas se libraron en las antiguas federaciones comunistas, y once
de estas doce guerras fueron guerras por las fronteras. (La única guerra
que no fue por las fronteras fue la guerra civil en Tayikistán). Por lo
tanto, la respuesta sobre lo que motivó estas revoluciones debe ser
obvia para todos, excepto para las mentes más dogmáticas.
Pero,
incluso si Fukuyama tuviera algo de razón en su explicación de 1989, la
observación más amplia que planteó, siguiendo a Hegel, en relación con
un término en la evolución de las instituciones humanas, a saber, la
democracia en la esfera política y el capitalismo en la esfera
económica, es simplista y es poco probable que se haga realidad. Como
muestra el propio Fukuyama en Orígenes…, la experiencia humana, ya sea
la historia, la filosofía, el trasfondo económico, las instituciones, la
“cultura”, etc. de los diferentes pueblos, es tan diversa que creer que
un sistema se ajustará a todas esas necesidades y creencias tan
diversas es poco menos que utópico. Y el peligro de la utopía de
Fukuyama, como el de todas las utopías, es que el deseo de conjurar su
existencia conduce inevitablemente al conflicto. Si creemos que Rusia y
China, Egipto y Sudáfrica, Nigeria y Brasil, Irán y Argelia, Birmania y
Arabia Saudí, y todo el mundo en este amplio mundo estaría mejor si
tuvieran un sistema, el sistema político occidental, lógicamente tenemos
que convencerles de ello. Y si se obstinan en persistir en lo “erróneo
de sus formas”, tenemos que hacerles la guerra. Así, la utopía de
Fukuyama conduce a una cadena interminable de conflictos.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE EL CRECIMIENTO ECONÓMICO? ¿NO HEMOS CONSEGUIDO LO SUFICIENTE Y PODEMOS REDISTRIBUIR LO QUE TENEMOS?
Nunca
lograremos lo suficiente porque el deseo humano de “mejorar”, como lo
llamaba Adam Smith, no tiene límites. Si tuviéramos un apetito limitado
por todas las cosas, podríamos imaginar una sociedad estacionaria. Pero
nuestras necesidades no son fisiológicas; están determinadas por la
sociedad. Cada desarrollo crea nuevas necesidades. No teníamos necesidad
de teléfonos móviles antes de que existieran. Pero ahora tenemos esa
necesidad. Ahora no tenemos la necesidad de volar a Marte para una
excursión de fin de semana (aunque Elon Musk pueda sentirlo así). Hoy
nos parece un poco extraño tener esa “necesidad”. Pero dentro de varias
generaciones, no será tan extraño. Será como nuestra “necesidad” de ir
de vacaciones a México o Italia. Así, el crecimiento económico y las
necesidades están, si se quiere, en una relación dialéctica: más
crecimiento crea nuevas necesidades que requieren más crecimiento para
satisfacerlas. Esto no tiene fin.
Traducción del inglés de Ricardo Dudda.
James Pethokoukis es economista y miembro del American Enterprise Institute.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
Nenhum comentário:
Postar um comentário