MEDIÇÃO DE TERRA

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MEDIÇÃO DE TERRAS

domingo, 11 de setembro de 2022

"Gorbachev se sentiu traído pelo Ocidente", diz biógrafo.

 



William Taubman, ganhador do prêmio Pulitzer e autor de 'Gorbachev. Vida e época', a biografia definitiva sobre o último líder soviético, conversa com El Confidencial sobre seu legado. Entrevista a Lucas Proto:


Tras la muerte de Mijaíl Gorbachov el pasado 30 de agosto, el interés en torno al polémico legado del último líder de la Unión Soviética se ha disparado. Y en esta renovada búsqueda de conocimiento en torno a su figura un libro ocupa un papel central: 'Gorbachov. Vida y época'. Se trata de la biografía definitiva de 800 páginas plagada de revelaciones, detalles y confesiones sobre el hombre que hizo más que ningún otro para cambiar Europa —y el mundo— en la última mitad del siglo XX. Está escrita por William Taubman, profesor de Ciencia Política en el Amherst College de Massachusetts y quien realizó entrevistas con él durante más de una década para completar su obra.T

Ganador del premio Pulitzer por otra biografía —de Nikita Jruschov, también secretario general de la URRS— e investigador de asuntos soviéticos con casi seis décadas de experiencia, Taubman conversa con El Confidencial sobre sus interacciones con un hombre complicado que lideró tiempos aún más complicados. "Creo que en Occidente la gente lo alaba demasiado acríticamente y en Rusia la gente lo condena basándose únicamente en cómo terminó todo", explica a este periódico.


PREGUNTA. ¿Cómo acaba un académico occidental escribiendo la biografía más importante de Mijaíl Gorbachov?

RESPUESTA. Bueno, como sabrá, anteriormente había escrito una biografía de Nikita Jruschov. Cuando terminé con ella, me pregunté: ¿Qué toca a continuación? Y parecía una progresión lógica pasar a Gorbachov. Jruschov fue una figura mixta con sus luces y sombras, pero fue él quien denunció a Stalin y comenzó las reformas. Gorbachov continuó este proceso.

P. ¿Qué diferencias encontró a la hora de escribir las dos biografías, la primera de un líder soviético ya fallecido y la segunda de uno con el que pudo conversar en múltiples ocasiones?

R. Fueron procesos muy diferentes. En primer lugar, los dos hombres eran muy distintos. Gorbachov estaba mucho mejor educado, mucho más, y era mucho más joven cuando asumió el cargo. El hecho de que Jruschov hubiera muerto hace tantos años una vez empecé a escribir su biografía fue tanto una ventaja para mí como una desventaja. La desventaja era que muchas personas a su alrededor también habían muerto, pero la ventaja era que aquellos que aún vivían estaban dispuestas a hablar de él mucho más abiertamente. No tenían miedo de que si decían algo negativo sobre él se molestara.

En el caso de Gorbachov, él estaba presente y dispuesto a hablar conmigo y con mi esposa, Jane. Sin embargo, otras personas que habían trabajado con él no siempre estaban dispuestas a hacerlo. Tuve una conversación telefónica graciosa en la que llamé a alguien que había sido muy cercano a él y le dije: "Soy un profesor estadounidense que está trabajando en una biografía de Gorbachov. ¿Tendría usted el tiempo y el interés de hablar conmigo?". Y me respondió en ruso: "tengo tiempo, pero no interés". Llegué a la conclusión de que esto se debía a que probablemente se había vuelto crítico con Gorbachov, pero no quería hacer públicas esas opiniones mientras todavía estaba vivo.


P. ¿Cómo fue su primer acercamiento a Gorbachov?

R. Yo conocía a Anatoly Chernyaev, uno de sus principales ayudantes. Cuando estaba listo para comenzar mi trabajo sobre Gorbachov, me pregunté: ¿debería pedirle permiso antes? Y pensé que tal vez no, porque él podría negármelo. Así que, en su lugar, envié un mensaje a través de Chernyaev de que ya estaba decidido a escribir su biografía y que solicitaba su ayuda, no su permiso. Finalmente, él aceptó.

Más adelante, en una conferencia a la que asistí con Gorbachov, le di una traducción al ruso de mi libro sobre Jruschov. Tras un tiempo se me acercó en otra conferencia y me dijo "un libro sólido". Fue un elogio bastante moderado, pero más tarde supe por Chernyaev que ese era el patrón de Gorbachov, un hombre al que no le gustaba elogiar demasiado a las pocas personas con las que estaba dispuesto a hacerlo.

P. Usted mantuvo 14 años de conversaciones con Gorbachov. ¿Qué es lo que más le sorprendió del exlíder soviético respecto a la imagen que tenía de él originalmente?

R. Una cosa que me sorprendió mucho fue lo abierto que era, lo dispuesto a hablar que estaba. Muchas veces, en nuestras entrevistas formales, compartía detalles íntimos de su familia. Por ejemplo, como su madre lo golpeaba con frecuencia hasta que, con 13 años, él la agarró del brazo y la detuvo. Ella comenzó a llorar porque, según me dijo Gorbachov, "Yo era lo último que ella podía controlar en su vida, y ahora hasta eso se había acabado".

En cuanto a su carrera, no encontré demasiadas sorpresas, pero sí me resultó impactante la riqueza de detalles que permiten producir un retrato complicado de un hombre complicado. No imaginaba hasta qué punto se había convertido en una especie de disidente cuando se graduó de la universidad; lo complicado que fue para él su ascenso en el aparato del Partido Comunista, cómo logró impresionar a sus jefes en Moscú, incluso cuando albergaba ideas heréticas sobre ellos y lo que estaban haciendo; cómo maniobró para derrotar a los rivales mientras subía los escalones del partido. Era un hombre muy complejo, y creo que muchos de los comentarios sobre él son demasiado simples. Creo que en Occidente la gente lo alaba demasiado acríticamente y en Rusia la gente lo condena basándose únicamente en cómo terminó todo.

P. ¿Cómo cree que se sentía Gorbachov con respecto a su propio legado?

R. Eso es algo complicado de determinar, porque no le gustaba hablar de sus fracasos. Pero debía haber sido consciente de ellos. A veces mencionaba algunos, por ejemplo, no haber sido elegido presidente de la URSS en unas elecciones generales, sino por el Congreso de Diputados del Pueblo. Boris Yeltsin fue elegido por el pueblo y eso le dio más legitimidad.

Pero creo que la gran pregunta que le torturaba era si había actuado demasiado rápido o demasiado lento. Cuando hablamos por primera vez con él. Mi esposa y yo tuvimos la impresión de que él sentía que había sido demasiado lento, que tendría que haber expulsado del partido a los halcones que finalmente dieron un golpe contra él en 1991. Sin embargo, años después, parecía haber concluido lo contrario, que se había movido demasiado rápido y que debería haber sido más gradual. En sus memorias, escribió que estos halcones eran como un perro rabioso al que había que mantener con una correa firme. Y que la forma de mantenerlos a raya era haciendo concesiones puntuales y yendo despacio para que no se alarmaran. Creo que ese es el dilema que le persiguió hasta el final.

P. Su relación con Vladímir Putin, quien considera que el colapso de la URSS fue el mayor desastre geopolítico del siglo XX, fue difícil. En ocasiones le mostró su respaldo y en otras hizo críticas relativamente veladas hacia él. Esa ambivalencia siempre resultó confusa para Occidente. ¿Qué opinaba realmente de Putin?

R. Creo que al principio, cuando Putin tomó el poder, Gorbachov esperaba que resultara mucho más moderado. Yo mismo recuerdo sus discursos en esos primeros años, y sonaba muy democrático. Hubo uno en el que condenó el autoritarismo y el totalitarismo y habló cándidamente de la democracia. Pero como todos sabemos, eso no duró mucho y se volvió más autoritario y, recientemente, totalitario. Entonces, ¿por qué Gorbachov no lo criticó más severamente cuando siguió ese camino? Creo que una de las razones es que todavía esperaba que recurriera a él en algún momento para pedirle consejo. No creo que Putin lo haya hecho nunca.

Creo que Gorbachov también se estaba protegiendo a sí mismo y a su fundación. Él estuvo muy activo durante los 25 años posteriores a su destitución. Solo recientemente, cuando se enfermó y se debilitó, dejó de estarlo. Esto, claro, es una especulación mía. Él nunca me explicó su punto de vista al respecto, pero es lo que he podido deducir.

P. El análisis más común a raíz de la muerte de Gorbachov ha sido que Putin ha destruido su legado. ¿Cuánto concuerda con ese punto de vista?

R. Yo diría que desde la invasión de Ucrania, Putin ha estado destruyendo los últimos vestigios de las contribuciones de Gorbachov. Anteriormente, Putin ya estaba haciendo cosas que Gorbachov no habría hecho, como amañar elecciones o reprimir la libertad de expresión en la Duma. Pero hubo otras cosas con las que el exlíder soviético no estaba en desacuerdo. Tras el colapso de la Unión Soviética, él estaba muy enfadado con Occidente. Consideraba que las potencias occidentales se habían aprovechado de la debilidad de Rusia para imponer la expansión de la OTAN, una opinión que también comparte Putin. También, como bien sabemos, elogió la anexión de Crimea en 2014.

Creo que también es cierto que durante años Putin permitió una cierta cantidad de apertura. Permitió que el periódico 'Novaya Gazeta', la emisora Eco de Moscú o la gente en redes sociales lanzaran críticas contra él y su régimen. Todo eso cambió en febrero de este año. 'Novaya Gazeta' lleva meses cerrada; el Eco de Moscú ha dejado de emitir; las redes sociales están permanentemente vigiladas por las autoridades rusas; multitudes han sido arrestadas por manifestarse contra la guerra. Es una realidad muy diferente. No sabemos cuán consciente estuvo Gorbachov en sus últimos meses de vida sobre lo que estaba ocurriendo en Rusia y Ucrania. Hubo una declaración relativamente suave respecto a la guerra publicada en el sitio web de la Fundación de Gorbachov y su intérprete, Pavel Pushkin, ha asegurado que Gorbachov estaba horrorizado por la invasión de Ucrania. No me sorprendería si ese fuera el caso.

P. ¿Se sentía Gorbachov engañado por los líderes de EEUU y Europa? ¿Cómo afectó eso a su punto de vista sobre el conflicto con Ucrania desde 2014?

R. Estaba muy resentido sobre la expansión de la OTAN, especialmente, aunque todavía hoy existe poca claridad en torno a las supuestas promesas que recibió. Sé que el 10 de febrero de 1998, el secretario de Estado James Baker le dijo a Gorbachov que si aceptaba y aprobaba la membresía de la recién reunificada Alemania en la OTAN, la jurisdicción de la Alianza no se movería ni una pulgada para el este. Baker aclaró más tarde que no estaba hablando de la adhesión de Polonia, Hungría y República Checa, sino de la velocidad a la que las fuerzas de la OTAN entrarían en Alemania Oriental. También sabemos que después de que el secretario dijo la célebre frase a Gorbachov, el presidente George H. W. Bush lo llamó y rechazó sus implicaciones.

Cuando uno mira hacia atrás, se pregunta por qué Gorbachov no exigió una copia por escrito de las garantías que le ofrecía Baker. Creo que si lo hubiera hecho, Estados Unidos se habría negado, pero él ni siquiera preguntó al respecto. Por otra parte, él pensaba que Europa y EEUU habían tratado de imponer a Rusia el modelo neoliberal y cuando Yeltsin lo llevó a cabo fue un desastre para la economía del país. Así que creo que Gorbachov se sintió traicionado por Occidente. Había renunciado a tanto para lograr que la Guerra Fría terminara y, a cambio, ¿qué obtuvo? Prácticamente nada.

Puede que ese sentimiento se viera reflejado en su aprobación de la anexión de Crimea, aunque también es importante destacar que Gorbachov siempre había entendido que Rusia, Crimea y las repúblicas soviéticas formaban parte de una misma unión. Él creía fervientemente que todas esas poblaciones separadas se habían convertido en un solo pueblo soviético, así que no estaba contento con la ruptura. Estaba muy molesto por la desintegración de la Unión Soviética y particularmente molesto por la división entre Rusia y Ucrania en 1991. Por último, él se veía a sí mismo como un patriota ruso y quería ser visto como tal. Creo que sintió que, al respaldar la incautación de Crimea, mostraría al pueblo ruso su patriotismo.

P. El obituario que usted escribió tras el fallecimiento del exlíder soviético, publicado en 'Politico', se titula 'Gorbachov es difícil de entender', una frase que él mismo le dijo, hablando en tercera persona. ¿Qué es lo más difícil de entender de su figura?

R. No hay mucha gente que entienda su dilema. No es solo una cuestión política, es una pregunta filosófica. Gorbachov no imaginaba lo difícil que sería el proceso. Por ejemplo, estuvo ciego durante demasiado tiempo al poder del nacionalismo y el separatismo étnico en la Unión Soviética. Sin embargo, sí entendió que Rusia y la Unión Soviética nunca habían conocido la democracia, algo que él estaba intentando introducir. Tuvo una oposición feroz por parte de los comunistas de línea dura y, a la vez, sus aliados demócratas radicales se mostraron insatisfechos con él, empujándolo a ir más rápido. Él se enfrentó a un desafío increíblemente difícil y complejo en el que tuvo que maniobrar con enorme cuidado.

Pongámoslo de esta manera. ¿Qué hubiera sido de la Unión Soviética si Gorbachov no existiera? Hubieran tratado de continuar con reformas mínimas durante 20 años más. ¿Cómo habría terminado todo? Probablemente con una explosión, con un derramamiento de sangre a gran escala. ¿Había alguna alternativa a lo que hizo Gorbachov? Muchos sugieren que debería haber tomado la ruta de China, es decir, una reforma económica radical pero aplastando la disidencia política, como en la plaza de Tiananmen en 1989. Pero no creo que eso hubiera funcionado porque la revolución rusa ocurrió décadas antes que la china, y los rusos emprendedores que podrían haber hecho que las reformas económicas funcionaran, como lo hicieron en China, habían desaparecido en la revolución, en la guerra civil, en la Segunda Guerra Mundial o en las purgas estalinistas.

La Unión Soviética era un desastre en 1985. En retrospectiva, algunos rusos piensan, que la situación no era tan mala como la que vino después del fin de la Unión Soviética, pero yo respeto el intento de Gorbachov de mejorarla, a pesar de que las probabilidades estaban en su contra, a pesar del inmenso desafío al que se enfrentaba.
 
BLOG  ORLANDO  TAMBOSI

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