Artigo de Carlos Alberto Montaner analisa a situação de Trump diante das provocações da ditadura comunista da Coreia do Norte:
Sería
irónico que el aislacionista Donald Trump atacara preventivamente a
Norcorea, pero existe una alta probabilidad de que eso ocurra. Él mismo
lo ha dicho. En abril envió al vecindario coreano un portaviones y los
barcos de guerra que lo acompañan. No obstante, durante la campaña
electoral llegó a afirmar que Surcorea y Japón tenían fuerzas y recursos
suficientes, incluso para desarrollar armas nucleares para defenderse.
No necesitaban el respaldo de Estados Unidos en un presunto
enfrentamiento con Pyongyang.
Desde
1796, año del discurso de despedida de George Washington, en la sociedad
norteamericana existe una clara tendencia a evitar los conflictos
bélicos que no atañen directamente a la seguridad de Estados Unidos.
Frente a ella están quienes proclaman el “excepcionalismo”
estadounidense. USA ha surgido –dicen– para defender la libertad en el
mundo. No es una nación, proclaman, como las demás. Ahí se inscriben
desde Thomas Jefferson hasta John F. Kennedy.
No es
extraño que las acciones de Trump contradigan sus creencias. Woodrow
Wilson ganó las elecciones como un pacifista más o menos aislacionista y
acabó entrando decisivamente en la Primera Guerra mundial e impulsando
(sin éxito) la Liga de Naciones. Trump argumentaba contra la presencia
de tropas norteamericanas en Afganistán (como había hecho Obama), y ha
terminado por aumentar el número de soldados en ese territorio arisco e
imposible.
El
problema es la tenencia de armas nucleares. Corea del Norte las tiene.
Las ha fabricado pacientemente. Posee veinte o treinta, de acuerdo con
los servicios de inteligencia, y hoy continúa produciéndolas al ritmo de
cinco o seis todos los años junto a una cohetería cada vez más precisa y
poderosa. Si Estados Unidos retira su paraguas militar, Japón y Corea
del Sur desarrollarán bombas atómicas. Tienen la tecnología y la
economía para fabricarlas. En ese caso, no es descartable que Taiwán las
construya.
Norcorea
decidió adquirir las armas nucleares en la década de los cincuenta,
cuando Harry S. Truman, en medio de la guerra coreana, amenazó con
utilizarlas si los comunistas no se avenían al armisticio. Primero Kim
Il-sung, abuelo del gordito homicida que hoy manda en el país, le pidió
ayuda a Mao para crear su armamento, pero éste se negó de plano.
Entonces llamó a las puertas del Kremlin. Con esa ayuda, en medio de la
disputa sino-soviética, inauguró su primer reactor en 1964.
Ya no
era posible evitar la proliferación de armas nucleares. Primero fue USA
durante la Segunda Guerra mundial. Luego la URSS, cuyo espionaje se
apoderó del know hownorteamericano. Luego siguieron China, Inglaterra y
Francia. Francia contribuyó con Israel, dado que ingleses y
norteamericanos le negaron su ayuda al Estado judío. La URSS le vendió
tecnología nuclear a la India, interesada en que ese superpoblado país
le hiciera contrapeso a China, entonces su adversario. En los años
noventa, Pakistán, bajo la dirección del Dr. A.Q. Khan, un personaje que
parece sacado de una película de James Bond, desarrolló sus armas ante
la posibilidad de otro conflicto con India (habían perdido tres guerras
limitadas).
Hasta
ahora, las armas nucleares han servido como un elemento disuasor contra
los ataques. Si Ucrania hubiera mantenido las que heredaba de la etapa
soviética, si no se las hubiese entregado a Moscú por medio del Pacto de
Budapest, firmado a mediados de los años noventa con la “garantía” de
EEUU y el Reino Unido, no habría perdido la Crimea y los rusos no
estarían alimentando el separatismo en la zona este del país. En 1994
Ucrania poseía la tercera fuerza nuclear del planeta: 5000 bombas, 176
misiles de largo alcance y 44 aviones bombarderos capaces de
transportarlas.
¿Cuánto
tiempo falta para que Irán tenga sus bombas atómicas? Tras ese país
seguirán Turquía, Arabia Saudita y Egipto. (Libia estaba en tratos con
Pakistán cuando surgió la Primavera Árabe que le costó la vida a
Gadafi).
¿Y
cuánto tiempo necesitarán los terroristas para poseer una carga nuclear
táctica, cuyo tamaño es algo más que el de una mochila, capaz de borrar
del mapa cualquier ciudad del planeta, matando a millones de personas en
un estallido luminoso y fugaz? Tras el fin de la URSS desaparecieron de
los arsenales soviéticos dos de ellas y nunca se supo si fue un
problema de contabilidad, porque nunca existieron, o si algún grupo o
persona las sustrajo.
Trump
está hoy deshojando la margarita coreana. ¿Ataco o no ataco? ¿Lo hago
con armas convencionales saturando a Norcorea de dinamita y napalm, o
recurro a los misiles nucleares y abro la Caja de Pandora? ¿Acaso lo
preferible es rugir por tuit y no hacer nada, trazando inútiles líneas
rojas imaginarias? Todo parecía tan claro y fácil cuando era un
ciudadano, como tantos, aislacionista. Pero todo se ve tan diferente
cuando estás en el salón oval de la Casa Blanca abrumado por la
realidad. No es lo mismo el violín que la guitarra, dicen los españoles.
Tienen razón.(Blog de Montaner).
BLOG ORLANDO TAMBOSI
Nenhum comentário:
Postar um comentário