Ninguém sabe, até agora,
a causa da morte do tirano Fidel Castro. Por que a pressa em cremá-lo?
Por que guardaram suas cinzas no ministério das Forças Armadas
Revolucionárias, longe do povo? Por que não entrevistaram sua
viúva oficial e os cinco filhos que o assassino teve com ela? Essas são
algumas das questões levantadas por Carlos Montaner:
Casi nadie sabe cómo
fueron sus últimas horas. ¿Murió, súbitamente, de un paro cardiaco,
agonizó durante varios días, o se ahogó por una obstrucción en la
garganta, como se rumora en La Habana sotto voce?
¿Por qué la prisa en
cremarlo? ¿No querían que su última imagen fuera la de un ancianito
frágil y empequeñecido con cara de loco? ¿Por eso hicieron desfilar al
pueblo frente a una fotografía del Comandante heroico en la Sierra
Maestra? Hay una vieja tradición de coquetería revolucionaria. Una de
las últimas peticiones de Stalin fue que le arreglaran el bigote.
¿Por qué guardaron
las cenizas en una urna en la Sala Granma del Ministerio de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias, lejos de la multitudinaria presencia del
pueblo? ¿Temían el escenario improbable de que se desbordaran las
pasiones? ¿O sólo querían que sus ancianos camaradas de armas, como
Ramiro Valdés, pudieran despedirse íntimamente del caudillo y jefe que
los guió hasta la victoria y los convirtió en personajes importantes,
aunque odiados y temidos?
¿Es verdad que los
restos mortales del Comandante no viajaron en ese precario jeep que
supuestamente los trasladaba hasta su última morada para no arriesgarlos
en la aventura de una carretera desguazada por la incuria
gubernamental? ¿Prevaleció la idea de darles a los cubanos una despedida
simbólica? ¿Qué importaba que el vehículo cargara arena o las cenizas
de otro cadáver si se trataba de un acto puramente ritual? Si Raúl jugó
con el cadáver de Hugo Chávez, ¿por qué no haría lo mismo con el de su
propio hermano?
¿Es cierto que
planeaban dar el cambiazo de cenizas en la madrugada del domingo, poco
antes de la inhumación? Usar dobles fue una treta que Fidel Castro
utilizó frecuentemente en vida ¿habrá continuado la costumbre tras su
muerte? ¿Es una muestra de la astucia revolucionaria de la que tanto se
ufanaba cuando habitaba en este valle de lágrimas?
¿Por qué no
entrevistaron a su viuda oficial y a los cinco hijos que tuvo con ella?
¿Por qué los periodistas no registraron las reacciones de los otros diez
herederos extraoficiales —vástago más, vástago menos— que se le
conocieron o se le intuían, o a la otra decena de madres dolientes y
presumiblemente desesperadas que alguna vez amaron al Máximo Líder y se
animaron a parirle un hijo?
¿Es verdad que entre
la familia de Raúl y la de Fidel apenas hay vasos comunicantes? ¿Es
cierto que los herederos de Raúl se consideran revolucionarios dedicados
y perciben a sus primos como bon vivants despreciables que malgastan
insensiblemente los recursos que les entregan en los pecados de la dolce
vita, mientras ellos engrandecen el legado de sus mayores en tareas
patrióticas?
¿O se trata, tal vez,
de la variante doméstica y familiar del enfrentamiento entre fidelistas
y raulistas que, afirman los entendidos, existe en la raíz de la cúpula
gobernante desde que en el 2006, precipitadamente, Raúl llegó al poder
colgado de los intestinos de Fidel severamente afectados por la
diverticulitis?
¿Cómo se siente,
realmente, Raúl Castro tras la desaparición del hermano mayor que le dio
las ideas, el impulso vital, la estructura de valores, lo convirtió en
Comandante, en Ministro, luego en Presidente, y le regaló un país para
que hiciera o deshiciera a su antojo, sin dejar de hacerlo sentir a cada
momento que era un pigmeo intelectualmente inferior, sin imaginación,
lecturas o carisma?
¿Raúl es víctima del
amor-odio y de la admiración-rechazo que provocan las relaciones en las
que una parte se sabe a remolque de la otra? ¿Resiente más las
humillaciones recibidas o le agradece que le haya fabricado una vida
notable? La gratitud es la emoción más difícil de manejar por la mayor
parte de los seres humanos.
¿Está Raúl consciente
de que la adhesión juvenil sin fisuras que le despertaba el
hermano-héroe se fue transformando en la evaluación crítica del
hermano-loquito, con más sombras que fulgor, que vivía en un universo de
palabras o de iniciativas desquiciadas —vacas enanas, siembras de
moringa y otras mil tonterías— que fueron destruyendo paulatinamente la
base material que sustentaba la convivencia de los cubanos?
Y queda, por
supuesto, la más importante de todas las preguntas: ¿qué ocurrirá en el
futuro, ahora que Fidel Castro yace en el cementerio de Santa Ifigenia,
bajo una pesada lápida, cerca de la tumba de José Martí? Ese será el
tema de un próximo artículo. (Instituto Cato).
BLOG ORLANDO TAMBOSI
Nenhum comentário:
Postar um comentário