Carlos
Rodríguez Braun puxa a orelha de uma jornalista espanhola que repete a
velha cantilena anticapitalista e politicamente correta:
Me
enteré gracias a la periodista Amanda Mars en El País, de que el Fondo
Monetario Internacional, “bastión del neoliberalismo”, ya no es liberal: “El FMI asume que la riqueza no se reparte sola”. La destacada periodista tiene opiniones claras al respecto:
"Una forma de ver la economía dice que las políticas deben centrarse exclusivamente en potenciar los crecimientos de los países y no intervenir mucho más, porque esa riqueza que se genera se va repartiendo por sí misma, goteando a todas las capas sociales. No funciona."
Empecemos
por este último disparate, que, como he explicado en alguna ocasión, es
una teoría que todo el mundo combate, desde el Partido Comunista hasta
el Papa… ¡y que nadie defiende! En el mercado los ricos no benefician a
la sociedad después de acumular su fortuna, sino que deben beneficiarla
antes de hacerlo. La llamada teoría del goteo o del derrame es un caso
notable de mixtificación ideológica, mediante la cual se inventan un
enemigo que no existe, y acto seguido lo atacan valerosamente.
Es asimismo absurdo pensar que el FMI fue alguna vez liberal
y que alguna vez reclamó la desaparición de las políticas
redistributivas. El FMI es una criatura política, inventada por
políticos y nutrida por miles de burócratas que cobran jugosos sueldos
libres de impuestos y que se han pasado toda la vida pidiendo que los
impuestos que pagamos los demás suban. Jamás ha dicho el FMI nada que
los políticos no le ordenaran, y siempre ha defendido unos Estados
crecientes: su prédica contra los déficits públicos jamás se ha
concentrado exclusivamente en la prioridad liberal, a saber, reducción
del gasto público.
Esa
misma lógica la ha seguido, por cierto, el Banco Mundial, otra entidad
política y burocrática que oscila entre la inutilidad y el daño, y que
siempre ha seguido consignas políticas: Ahora, por ejemplo, es un
enérgico defensor del medio ambiente y el desarrollo inclusivo.
El FMI
es igual, y no ha hecho otra cosa que fortalecer la legitimidad de los
Estados que lo crearon y lo sostienen. ¿Cuál es la consigna de moda para
legitimar el poder? La “lucha” contra la desigualdad, o, como se dice
ahora, contra “las desigualdades”, como si no quisieran dejar ni una en
pie.
Todos
los jefes del FMI han sido políticos, y la demagogia ha sido su regla.
Es el caso de la muy admirada Christine Lagarde, que, ante el aplauso de
la corrección política mundial, proclamó: “El crecimiento sólo ha
beneficiado a unos pocos”, lo que es clamorosamente falso, y no solo por
el hecho evidente de que el crecimiento ha sacado a cientos de millones
de personas de la pobreza. También está la circunstancia de que el gran
remedio que el pensamiento único cultiva para nuestros males, a saber,
el incremento del gasto público y los impuestos, conspira contra el
crecimiento. Pero no hay nada que arredre a la señora Mars, que proclama
de modo tajante: “Porque la desigualdad, en sí misma, lastra el
crecimiento”, lo que está lejos de ser evidente. Pero parece que, como
lo dicen muchos economistas, tiene que ser verdad. Y como lo dice hasta
el FMI, ese supuesto héroe de la libertad que por fin ha visto la luz… (Libertad.org).
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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