O historiador britânico analisa, em seu último livro, o perfil de 12 líderes políticos do século XX e como exerceram o poder. Entrevista a David Barreira, do El Cultural:
Aunque su rostro jovial y luminoso proyecte lo contrario, Ian Kershaw
(1943, Oldham, Reino Unido) está exhausto tras toda una vida dedicada
al estudio del turbulento y sangriento siglo XX europeo. El autor de la
biografía más monumental que existe sobre Adolf Hitler confirma que este
Personalidad y poder (Crítica) es el último libro, el último análisis
histórico en profundidad, en el que se ha embarcado.
Se
despide el prolífico y respetado historiador británico con una
radiografía de doce personajes —Lenin, Mussolini, el führer nazi, Stalin, Churchill, De Gaulle, Adenauer, Franco, Tito, Thatcher, Gorbachov
y Kohl— que destruyeron y forjaron la Europa moderna. Un estudio sobre
cómo estas figuras políticas ejercieron el poder y sobre cómo sus
acciones tuvieron un impacto extraordinario más allá de las fronteras de
sus propias naciones. Una lectura que arroja numerosas enseñanzas para
un presente que acumula cada más sombras.
Pregunta. ¿Cuál es su conclusión? ¿Los "grandes hombres", aunque no le guste ese término, alteran el curso de la historia?
Respuesta.
Sí, lo hacen en circunstancias particulares. Sin ellas, estas personas
nunca habrían formado parte de la historia. Detrás de estos individuos
también hay determinantes que dan forma a la historia. Todos los
personajes que he elegido son producto de esas circunstancias y esos
cambios. Sin la I Guerra Mundial, probablemente nunca habríamos tenido
noticias de Mussolini o Hitler. Sin el colapso de la democracia en
España, Franco nunca habría tenido
la oportunidad de convertirse en el líder del país. Todos fueron
creados mediante determinantes estructurales que no controlaban. Pero
una vez en el poder, cada uno de ellos tuvo un impacto considerable y
cambió el curso de la historia.
P. A pesar de las evidentes diferencias, ¿qué tiene en común esta docena de figuras históricas?
R.
Comparten un cierto número de características que son propias de
cualquier individuo que ejerce mucho poder. Creo que todos fueron muy
egocéntricos, implacables y tenían un deseo insaciable por el poder.
Individuos muy ambiciosos, muy decididos y capaces de mantener sus
ansias de poder sin importar las adversidades a las que se enfrentaran.
Son rasgos de personalidad que encajan con todos estos líderes, pero que
no todo el mundo tiene.
P.
¿Fueron entonces meros oportunistas que se aprovecharon del contexto
crítico o se puede decir que alcanzaron el poder por pura fuerza de
personalidad?
R.
Fueron oportunistas en el sentido de que se beneficiaron de ciertas
circunstancias y gracias a su personalidad supieron cómo explotarlas.
Pero más allá del oportunismo está esa sensación de que todos tenían
claros sus objetivos. Quizá se pueda decir de Helmut Kohl que alcanzó el
poder de una forma bastante insólita, pero incluso él estaba guiado por
su deseo de convertirse en canciller de Alemania. Por lo tanto, el
oportunismo se encuadra dentro que una ideología, que fue el verdadero
catalizador.
P. ¿Cuál es la lección fundamental que arroja este libro para el presente?
R.
Que seamos muy cuidadosos a la hora de apoyar a un líder populista que
parece tener todas las respuestas, a veces bastante simples, a los
problemas del presente. Una vez aúpas a este tipo de personas al poder,
es posible que sorprenda desagradablemente el resultado.
P. ¿Y sobre los países que hoy son una democracia de verdad?
R.
Tenemos que hacer todo lo posible para preservar las estructuras sobre
la base de la democracia liberal. La libertad se gana con dificultad
pero a veces se pierde fácilmente. La mayoría de la gente quiere
conservar sus libertades individuales, pero en las democracias en las
que se empuja al poder a líderes populistas la mitad de ellas pueden ser
recortadas. Así que hay que tener mucho cuidado antes de votar o apoyar
a una persona que parece tener respuestas muy fáciles para problemas
muy complejos.
P. En el libro hace hincapié en un evento muy relevante: las tropas alemanas facilitando el regreso del exiliado Lenin a Rusia.
R.
Fue un momento muy importante, esencial, porque permitió a Lenin tomar
el liderazgo de la Revolución rusa y establecer el gobierno bolchevique.
No fue un simple accidente, sino que a los alemanes les interesaba
liberar tropas del frente oriental para concentrarlas en el occidental,
por lo que permitieron que Lenin se hiciese con el poder. Qué hubiera
ocurrido si esto no llega a pasar solo lo podemos conjeturar.
Seguramente habría habido una continuación o una radicalización de la
Revolución rusa. ¿Y a partir de ahí? ¿Habrían germinado los fascismos en
toda Europa? No lo sabemos, pero tal vez sí porque el fascismo no fue
exclusivamente una cuestión de antibolchevismo o antimarxismo.
P.
Hace tres años, en otra entrevista con este periódico, decía que le
preocupaban los populismos, pero que por suerte no tenían un líder como
Hitler que buscase una guerra. Con Putin, el escenario ha cambiado.
R.
Bueno, en las democracias occidentales no tenemos líderes que piensen
de esa forma. No me gusta la simple analogía de considerar a Putin un
segundo Hitler, un segundo Mussolini o un segundo Stalin. Las
diferencias son muy profundas. A Putin le interesa la recreación del
Imperio ruso y no invadir Europa occidental. Estamos presenciando un
cambio dramático en la política europea con una nueva guerra después de
tantos años. Aparte del conflicto de los Balcanes, es la primera vez que
Europa está en guerra desde la II Guerra Mundial. Es una época muy
preocupante y peligrosa, no cabe duda. Pero no es comparable a lo que
pasó en los años 30 y 40.
P. Como dice, estos meses hemos visto muchas comparaciones entre Putin y otras figuras históricas. ¿No encuentra paralelismos con nadie en concreto?
R.
Creo que se parece más a Putin y no a alguno de estos líderes del
pasado. No creo que sea útil empezar a compararlo con gobernantes
soviéticos o fascistas. Putin ha surgido en medio de un conjunto
particular de circunstancias que son únicas y está emprendiendo
políticas que también son únicas con consecuencias únicas.
P. Este miércoles le hemos escuchado amenazando con utilizar armas nucleares. ¿Teme una III Guerra Mundial?
R.
Tengo más miedo ahora. No sabemos cómo de serias son estas amenazas,
pero los riesgos de una III Guerra Mundial ahora mismo son mayores de lo
que han sido desde el final de la Guerra Fría e incluso desde la década
de los 60. En una nota de uno de mis libros anteriores describí el
miedo que tenía de que se produjese una catástrofe nuclear durante la
crisis de los misiles de Cuba, cuando iba a la universidad. Estamos en
el momento de mayor preocupación desde entonces.
P. ¿Europa tiene líderes fuertes para hacer frente a este desafío bélico y a sus consecuencias económicas?
R.
No hay líderes europeos fuertes ahora mismo, pero eso no significa que
no sean efectivos. Olaf Scholz, en Alemania, se está enfrentando a una
situación muy difícil a nivel nacional entre los que reclaman una
intervención en Ucrania y los que no. Pero tal y como está estructurada
Europa ahora mismo, no se presta a estos líderes fuertes del pasado,
cuando no había una entidad colectiva. Y cuando aparece uno, como en
principio podría parecer Boris Johnson, al final no ha sido capaz de
cambiar tantas cosas como quería ni tener éxito. Así que no creo que
debamos estar sedientos de un liderazgo fuerte, sino de un buen
liderazgo colectivo en Europa y un buen liderazgo de nuestros propios
países que realmente encaje con esos parámetros.
P.
Un tema interesante que aborda en las conclusiones es la naturaleza
efímera del legado de estos personajes poderosos. ¿Cuál diría que ha
sido el más difícil de enterrar, de superar?
R.
El legado moral de Hitler creo que es imposible de olvidar y durará
todavía mucho mucho tiempo. Un historiador alemán escribió en 1986,
refiriéndose al legado de la dictadura de Franco,
que es "un pasado que no morirá". Y ese es claramente el caso de
Hitler: no hay una semana en la que no aparezca en los periódicos un
artículo sobre él o sobre el Tercer Reich.
P.
Escribe en el libro que "casi medio siglo después, España todavía está
tratando de asimilar el legado moral de la dictadura de Franco". ¿Por
qué cree que a los españoles nos está costando tanto superar nuestro
pasado más traumático?
R. Cuando existe un trauma nacional, como el de España con la Guerra Civil,
sus efectos duran hasta los nietos de los protagonistas. La primera
generación a menudo quiere olvidarse de ello. Son los nietos los que
empiezan el proceso de descubrir lo que pasó de una forma mucho más
perspicaz, por lo que este legado y sus heridas siguen abiertas. Esto
también sucede en otros países como Alemania, Austria o Italia. Esto sin
duda seguirá siendo así en España durante bastante tiempo.
P.
Margaret Thatcher es la única mujer de su lista. ¿Cómo logró
convertirse en una de las gobernantes más importantes y poderosas del
siglo XX?
R.
Ella personificaba algunas de las características que he mencionado
antes. Tuvo un objetivo muy claro: restablecer la grandeza de Reino
Unido. Muchos de estos líderes, incluidos los dictadores como Franco,
Hitler o Mussolini, dijeron que querían restablecer la grandeza
nacional. Ella fue una líder democrática, pero pensaba que se había
registrado un largo periodo de decadencia nacional. Y consideró que su
trabajo era enmendar eso. ¿Lo consiguió? No. Es una anomalía en el
sentido de que es una mujer, pero no en términos de características
personales: determinación, mente clara, ambición…
P. ¿Qué ha aprendido durante la investigación y la escritura de este ensayo?
R.
He aprendido sobre el tipo de personas que tenían sed de poder, sobre
las formas en que esas personas podían alcanzar el poder y sobre las
formas en que podían ejercer ese poder, a menudo con efectos
catastróficos. Y ver esto a lo largo del continente, con gente de
diferentes países y diferentes circunstancias ha sido muy interesante.
La historia de España en la década de 1930 está atravesada por una
tremenda crisis, pero en cierto modo fue la manifestación española de
las crisis que se pudieron ver en otros países europeos en las décadas
de 1920 y 1930. El poder personal es algo de lo que nos debemos
proteger.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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