Carlos Rodríguez Braun,
catedrático da Universidade Complutense de Madri, escreve sobre o
novelista Edward Bellamy, que, em seu livro Desigualdade, de 1897, afirma que a Economia não é humana, pois só favorece o capitalismo. Até parece um ideário do socialismo:
En su novela utópica
Desigualdad, de 1897, Edward Bellamy critica a los economistas por
“analizar la realidad sólo desde la perspectiva de los capitalistas”, y
practicar una disciplina que no es “humana”.
Asegura que el
problema económico estriba en la falta de demanda a causa de los bajos
salarios, cuando subían mucho entonces. Sin nombrarlos, ataca a J.B. Say
y W.S. Jevons —“cierto eminente economista inglés concluyó que las
manchas solares provocaban los pánicos”. Tampoco menciona a Adam Smith,
pero sí la Riqueza de las Naciones, que distorsiona así: “con el único
objetivo de instruir a los capitalistas sobre cómo hacerse ricos a
expensas de, o como mínimo en total ignorancia del bienestar de sus
conciudadanos”. Cita a Thomas Malthus: “Aconsejó a los pobres que, para
evitar el hambre, no nacieran”. Es notable cómo fue el socialismo el que
llevó, con esa misma teoría falaz, al control de la natalidad en su
versión más cruel y extendida.
Pero Bellamy no
vislumbra ningún defecto en el socialismo; en cambio, en el capitalismo
no hay posibilidad de progreso, por el subconsumo, que da lugar a las
crisis recurrentes, porque los capitalistas no pagan al trabajador “el
equivalente del producto de su trabajo”, uno de los ecos marxistas del
libro, igual que el imperialismo por agotamiento de los mercados.
En esa pobreza
irresoluble que según él produce el capitalismo, sólo los millonarios
pueden embarcarse en “cruceros de placer” —los progresistas hoy están
desesperados por la cantidad de trabajadores que desembarcan en nuestros
puertos en multitudinarios viajes de turismo por mar.
En el supuesto
infierno capitalista todo es mentira y fraude, y paro, por culpa de las
máquinas. Y la gran culpa de los economistas es no haber comprendido que
no hay economía individual, porque la economía en realidad
“necesariamente implica la regulación pública o política de los asuntos
económicos en pro del interés general”. Este camelo es para Bellamy es
lo científico, mientras que el mercado es la anarquía…
La pretensión
científica, típica de los socialistas, recorre este extenso libro de
principio a fin. Por ejemplo, según Bellamy, es un axioma “matemático”
evidente que cuanto más igualitaria sea la distribución de los bienes,
más rápidamente serán consumidos, lo que incrementará la demanda para
una mayor producción. “La distribución igualitaria de los productos es
la regla que garantiza el mayor consumo posible, y a su vez el estímulo a
la máxima producción”.
Dice seriamente que
las condiciones de vida de los trabajadores en la Inglaterra del siglo
XIX, y también del resto de Europa eran peores que en el siglo XV,
cuando había un escaso comercio exterior. Afirma que eso estaba
“demostrado por cálculos estadísticos”.
Esa misma supuesta
ciencia es la que le hace concluir que el comercio exterior nunca es
bueno…¡salvo si es hecho por los Estados! (Instituto Cato).
Este artículo fue publicado originalmente en Expansión (España) el 1 de mayo de 2018.
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