A análise de 50 pedras gravadas há aproximadamente 15 mil anos permitiu chegar a essa conclusão. Eva Rodríguez para The Objective:
Las placas de piedra del Paleolítico
son un tipo de arte mobiliaria con grabados que aparecen principalmente
en yacimientos magdalenienses, una cultura de cazadores-recolectores
que data de hace entre 23.000 y 14.000 años.
Un
equipo de científicos ha estudiado 50 placas de piedra caliza halladas
en Montastruc, un yacimiento magdaleniense del sur de Francia con un
contexto arqueológico bien definido, una característica común a muchos yacimientos con arte excavados en el siglo XIX y principios del XX.
«Estas
placas son un tipo de arte razonablemente común en el periodo
magdaleniense, especialmente en Europa occidental. Hay algunas
colecciones realmente importantes recuperadas en España, como en el
yacimiento rupestre de La Garma en Cantabria. A veces un yacimiento con
este arte puede tener un solo ejemplo, como el francés de Étiolles, y en
otros pueden contarse por centenares, como el alemán de Gönnersdorf»,
dice a SINC Andy Needham, autor principal del estudio en el departamento
de Arqueología de la Universidad de York (Reino Unido) y codirector del
Centro de Investigación de Arqueología Experimental de York.
Otra
de sus características es que no siempre se encuentran en lugares donde
se han recuperado otros tipos de arte paleolítico. Por ejemplo,
mientras que el arte rupestre magdaleniense se conoce en Creswell Crags, en Inglaterra, hasta ahora no se han recuperado placas en ese país.
El
uso de las plaquetas en Montastruc se estudió mediante un programa de
microscopía, modelado en 3D, realidad virtual y arqueología
experimental, este último centrado en el calentamiento de la piedra
caliza. Según los resultados, las placas fueron grabadas con diseños
artísticos hace unos 15.000 años y presentan patrones de daños por calor
de color rosa en los bordes, lo que sugiere que fueron talladas cerca
de la luz parpadeante de un fuego.
«Ha
habido algunos informes sobre rastros de rubefacción en otras placas en
diferentes yacimientos. En algunos trabajos de principios del siglo
XIX, los excavadores sugirieron que estarían colocadas cerca de los
fuegos. Otros investigadores identificaron roturas relacionadas con el
calor en algunas partes de Francia», explica a SINC Izzy Wisher, del
departamento de Arqueología de la Universidad de Durham (Reino Unido) y
coautora del estudio.
«El arte rupestre producido en cuevas
oscuras se habría producido en condiciones similares, donde la
oscuridad habría sido una constante y todo el arte se habría producido
bajo la influencia de la luz parpadeante de velas, antorchas o fuegos.
Es probable que Montastruc no sea el único y que esto haya sido un
factor en otros sitios, ciertamente en cuevas y quizás también con otras
colecciones de placas», apunta Needham.
El estudio analizó una colección de piedras grabadas, conocidas como plaquetas, que se conservan en el Museo Británico.
Estos objetos fueron excavados
en el siglo XIX y llevaban mucho tiempo en el Museo Británico, pero
habían recibido relativamente poca atención académica. «Los métodos de
excavación eran diferentes en el siglo XIX, lo que a veces dificulta el
estudio de las colecciones, ya que no tenemos una imagen completa del
contexto en el que se encontraron las placas. Queríamos ver si podíamos
entender mejor estos objetos utilizando la arqueología
experimental y las nuevas técnicas digitales, aunque ya no tengamos el
contexto arqueológico completo del yacimiento», añade Wisher.
La
neurología humana está particularmente acostumbrada a interpretar los
cambios de luz y sombra como movimiento, así como identificar formas
visuales familiares en esas condiciones de luz variables, con mecanismos
como la denominada experiencia pareidólica.
«Es
un fenómeno psicológico que consiste en ver formas significativas en
patrones aleatorios, como animales o caras en las nubes. Este fenómeno
surgió probablemente como una ventaja evolutiva para permitir a nuestros
lejanos ancestros identificar posibles amenazas: es mucho mejor creer
que has visto un depredador y reaccionar, aunque resulte ser solo una
roca con su forma», aseguran los expertos.
De
esta manera, las superficies onduladas y las grietas de las piedras
pudieron haber sido interpretadas como diferentes animales, lo que pudo
haber inspirado a los artistas magdalenienses a grabar lo que veían en
la roca. Algunos de los grabados reflejan precisamente partes de
animales, como una pata o una oreja.
Esta
interpretación anima a considerar las posibles conexiones conceptuales
entre el arte realizado y experimentado en circunstancias similares,
como el arte parietal en entornos de cuevas oscuras. Needham continúa:
«Crear arte a la luz del fuego habría sido una experiencia muy visceral,
que activaría diferentes partes del cerebro humano».
«En
una época en la que se dedicaban grandes cantidades de tiempo y
esfuerzo a la búsqueda de comida, agua y refugio, es fascinante pensar
que la gente aún tenía tiempo y capacidad para crear arte. Muestra cómo
estas actividades han formado parte de lo que nos hace humanos durante
miles de años y demuestra la complejidad cognitiva de los pueblos
prehistóricos», concluye Wisher.
Un pueblo de cazadores recolectores
Los magdalenienses eran un conjunto de cazadores recolectores que vivían en un clima muy frío, hacia el final de la última Edad de Hielo,
en pequeños grupos. El paisaje que los rodeaba era muy diferente al
actual, con menos árboles y más praderas abiertas, con grandes manadas
de animales como caballos y bisontes.
«Los
habrían rastreado y cazado, quizás migrando estacionalmente para seguir
a determinados grupos a través del paisaje. Está claro que los animales
eran muy importantes para estas sociedades, no solo porque dependían de
ellos para obtener carne y pieles, sino también porque su arte se
centraba casi exclusivamente en este tema: animales dibujados de memoria
y con gran detalle», argumentan.
Además
del arte portátil, como las placas, y el arte rupestre, también tenían
una rica cultura material que consistía en cuentas hechas con dientes de
animales y materiales exóticos. Asimismo, tallaban representaciones de
animales en objetos más funcionales, como propulsores de lanzas.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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