Diego Pereda analisa, para ACEprensa, o livro Opressão e Liberdade, de Simone Weil, traduzido recentemente para o espanhol:
Sin
ver publicado ninguno de sus escritos en forma de libro, habiendo
trabajado como maestra pero también como obrera en una fábrica de
Renault, después de integrarse en la columna Durruti durante la Guerra
Civil española y en la resistencia francesa, y tras morir de
tuberculosis a los 34 años, no cabe sorprenderse de que la obra de
Simone Weil (1909-1943) sea un tanto fragmentaria. Mística,
revolucionaria e intelectual, esta filósofa educada en el judaísmo
asimilado y, según algunos testimonios, conversa al catolicismo en sus
últimos días, fue una de las pensadoras más lúcidas que dio el siglo XX
francés. Que fuese capaz de sobresalir en esa época y lugar, y con una
vida tan breve y tan plena, da la medida de su altura intelectual, y de
la pérdida que supuso su muerte para el legado cultural y político de
Occidente.
Su
compromiso con la causa de los trabajadores industriales, principal
materia del presente libro, le llevó a adoptar su forma de vida durante
unos meses y la empujó inevitablemente al análisis pormenorizado de la
obra de Marx, al que reconocía el mérito de haber sido el primer
filósofo en sistematizar el estudio de la sociedad como una correlación
de fuerzas, y también el de haber convertido en una disciplina autónoma e
indispensable lo que hoy llamamos sociología. En el debe del alemán
anotó casi todo lo demás, especialmente su concepción cientificista y
mecanicista de la historia y del hombre y, por supuesto, la ignorancia
absoluta de lo trascendente. Con respecto al fruto más llamativo del
marxismo, el estalinismo, su corta vida le bastó para señalar
detalladamente las carencias, errores y monstruosidades que otros
intelectuales tardarían casi treinta años en reconocer.
Para
Weil, la cuestión de la alienación es indisociable de la pérdida del
sentido profundo del trabajo. La escisión entre lo manual y lo
intelectual, la separación entre el producto que elabora el trabajador y
su ignorancia sobre el porqué, el cómo y el para qué (o para quién) de
su esfuerzo es uno de los desafíos centrales de nuestra era. Aunque
mejoren las condiciones de vida de los trabajadores, tal y como ocurre
en la actualidad, al menos en los países más desarrollados, esa
deshumanización ha provocado que “aturdidos como estamos desde hace
varios siglos por el orgullo de la técnica, [hayamos] olvidado que
existe un orden divino del universo. Ignoramos que el trabajo, el arte,
la ciencia, no son más que distintas maneras de entrar en contacto con
él”.
Una
de las cualidades más sobresalientes de Weil es su capacidad para
desarrollar una filosofía social y política, muy influida por las ideas
platónicas y cristianas, que no pierde en ningún momento sus dos ejes:
en el vertical, la trascendencia, y en el horizontal, el sufrimiento de
los hombres. A esta virtud se une un estilo literario claro, cargado de
ejemplos y metáforas, y de una sencillez deliberada, que facilita la
lectura a los poco familiarizados con el lenguaje habitual de los
filósofos. Para comprender el siglo XX y repensar el XXI sería
indispensable que la obra de Weil, bien difundida en España por la
editorial Trotta y ahora por Página Indómita, ocupase el lugar de honor
que se merece. En este empeño, Opresión y libertad es un magnífico punto
de partida.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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