E assim seguem os anticapitalistas, com toda essa tinta de lula, tentando fazer que creiamos serem iguais os Estados Unidos e a Rússia, a Coreia do Norte e a do Sul. Artigo do professor Carlos Rodríguez Braun:
Durante
mucho tiempo, y por increíble que parezca, los anticapitalistas
aseguraron que su sistema era mejor que el capitalismo. Así lo
proclamaron los fascistas y los nacionalsocialistas y, de manera mucho
más extendida y perdurable, los socialistas y los comunistas. El
carácter servil, empobrecedor y criminal de las diversas variantes del
socialismo llevó a sus defensores a cambiar su reivindicación, porque
pasaron a sostener que, en realidad, capitalismo y anticapitalismo son
prácticamente la misma cosa.
Lógicamente,
la única forma de argumentar semejante despropósito es engañar o
engañarse. De los muchos ejemplos que pone Paul Hollander en su notable
libro, «Los peregrinos políticos», el más luminoso que recuerdo es el
caso de un intelectual norteamericano, que, cuando ya no se podía negar
el genocidio comunista, proclamó: «Sí, es verdad, en el socialismo hay
campos de concentración, pero en el capitalismo…¡hay fábricas!».
Lo
recordé al leer en «El País» al escritor y filósofo Santiago Alba Rico,
que repetía el viejo mantra progresista, equiparando socialismo y
capitalismo: «estos dos proyectos se disputaron el siglo XX con desigual
fortuna, pero con resultados parecidos: despilfarro de recursos,
desprecio por los límites de la Tierra, consideración de los humanos
como puros medios de reproducción». Por tanto, según este distinguido
intelectual, la historia contemporánea sería como el tango «Cambalache»,
en donde Enrique Santos Discépolo escribió, precisamente sobre el siglo
XX: «todo es igual, nada es mejor».
Claro,
quien cree semejante dislate es capaz de creer cualquier cosa, por
ejemplo, otra venerable excusa estriba en alegar que, si el comunismo es
malo, es porque en realidad no fue socialismo sino capitalismo: «el
estalinismo era un capitalismo a pedales, trabajoso y represivo,
mientras que el capitalismo, y más en su versión tecnológica, es un
turboestalinismo, automático y libertario».
Y
así sigue, toda esta tinta del calamar, que igual consigue que creamos
que realmente daban lo mismo Estados Unidos que Rusia, o una Alemania
que la otra, o que da lo mismo Corea del Norte que Corea del Sur, o que,
si los cubanos pueden ser libres y pueden prosperar en Miami, pero no
en La Habana, es por una lamentable casualidad. Ya lo sabe usted, la
represión, los millones de muertos, la dictadura, la contaminación, la
alienación, etc., están repartidas por mitades, porque socialismo y
capitalismo tuvieron «resultados parecidos».
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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