BLOG ORLANDO TAMBOSI
Em entrevista a Ramón González Férris para Letras Libres, o filósofo britânico John Gray fala sobre seus temas centrais:
John
Gray (South Shields, Inglaterra, 1948) es uno de los filósofos más
importantes de nuestro tiempo. Cercano a la tradición liberal, pero casi
siempre heterodoxo, ha estudiado a Isaiah Berlin, la relación entre
política y religión –de Al Qaeda al neoconservadurismo estadounidense–,
la noción de “progreso” en la modernidad y las visiones del ecologismo.
Además de eso, es un muy prolífico autor de reseñas en The New York
Review of Books, Prospect y The New Statesman (algunas de las cuales han
aparecido también en Letras Libres). Criticado en ocasiones por sus
aparentes cambios de posición –estuvo cercano al proyecto de Thatcher,
que luego criticó duramente–, siempre ha defendido una idea utilitarista
de la política: “la política es el arte de idear remedios temporales
para males recurrentes: no es un proyecto de salvación, sino simplemente
una serie de recursos”, escribió en Anatomía de Gray (Paidós). En esta
entrevista repasamos algunos de sus temas centrales.
HA
ESCRITO QUE EL LIBERALISMO HA CONTRIBUIDO, DE MANERA EVIDENTE, AL
BIENESTAR HUMANO. PERO TIENE LA SENSACIÓN DE QUE EL LIBERALISMO, TAL
COMO LO CONOCEMOS AHORA, NO SEGUIRÁ SIÉNDONOS IGUALMENTE ÚTIL. A CAUSA
DE LAS GRANDES MIGRACIONES, DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y DE EXPRESIONES
CULTURALES NOVEDOSAS, DEBEMOS REINVENTARLO. ¿CÓMO?
He
sostenido que la mayoría de clases de liberalismo se apoyan en
expectativas de progreso social poco realistas, lo que limita su
utilidad. Los tipos de liberalismo predominantes en la filosofía
política en los últimos treinta años han sido versiones de la teoría de
la justicia de Rawls, que me parece provinciana y legalista. En esencia,
la teoría de Rawls es poco más que la codificación de la teoría
constitucional estadounidense, que no tiene autoridad universal. El
pensamiento de Isaiah Berlin me parece un correctivo vital a ese
liberalismo predominante en la medida en que reconoce los conflictos
entre valores dentro del liberalismo y es aplicable a muchas más
circunstancias.
ISAIAH
BERLIN, DICE USTED, “OCUPA UN LUGAR MUY DISTINGUIDO” ENTRE LOS
PENSADORES POLÍTICOS. PERO ME PARECE QUE NO SE SIENTE DEL TODO CÓMODO
CON SU IDEA DEL “PLURALISMO DE VALORES”. USTED HA HABLADO, EN CAMBIO, DE
UN “LIBERALISMO AGÓNICO”. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE LOS DOS?
El
pluralismo de valores, que acepto plenamente, es la idea de que los
valores humanos no son un todo armonioso sino, inevitablemente, muchos y
con frecuencia en conflicto. Lo que no acepto es la afirmación, que se
encuentra en alguno de los escritos de Berlin, de que de este pluralismo
de valores puede derivarse alguna clase de liberalismo universal. Con
todo, en una nueva edición del año pasado de mi libro sobre él [Isaiah
Berlin. An Interpretation of His Thought, Princeton University Press],
sostengo que es mejor comprender a Berlin no como un liberal
doctrinario, sino como un teórico de la decencia humana. En otras
palabras, como alguien que desarrolló una idea de qué es una sociedad
mínimamente aceptable, liberal o no. Si interpretamos a Berlin de esta
manera, estoy totalmente de acuerdo con él.
HABLA
USTED DE UNA “SOCIEDAD MÍNIMAMENTE ACEPTABLE”. ESO ES DIFÍCIL DE
CUANTIFICAR, PERO PODEMOS ESTAR DE ACUERDO EN QUE LAS SOCIEDADES
OCCIDENTALES SON HOY MENOS VIOLENTAS Y MÁS TOLERANTES. SIN EMBARGO,
USTED HA DEFENDIDO EN NUMEROSAS OCASIONES –TAMBIÉN EN SUS ÚLTIMOS
LIBROS, EL SILENCIO DE LOS ANIMALES Y LA COMISIÓN DE LA INMORTALIZACIÓN
(AMBOS EN SEXTO PISO)–QUE EL PROGRESO MORAL NO EXISTE.
La
creencia moderna en el progreso moral y político es una versión laica
de la creencia monoteísta en la redención por la historia. En la
antigüedad precristiana no existía nada parecido a esta creencia y la
historia se veía, en lo esencial, en términos cíclicos. Mucha gente dice
que no entiende mi argumento de que el progreso no existe: he oído
decir decenas o centenares de veces que no se trata de ser perfectos,
que se han producido muchas mejoras… Pero lo que yo digo es que, aunque
esas mejoras pueden ser reales, son todas reversibles. La visión del
mundo de la antigüedad –en Grecia, Roma, India, China y demás– era que
la historia no es un relato de avance gradual sino un ciclo infinito de
civilización y barbarie. Mi crítica del progreso es una recuperación de
esta visión antigua.
UNA
DE LAS COSAS QUE NO ACABARON DE ENTENDER QUIENES CREÍAN EN ESTA IDEA
LINEAL DEL PROGRESO FUE LA RELIGIÓN: MUCHOS ILUSTRADOS O PROGRESISTAS
CREYERON QUE IRÍA DESAPARECIENDO GRADUALMENTE DE LA ESFERA PÚBLICA. ESTO
NO HA SIDO ASÍ, Y SEGUIMOS DISCUTIENDO CONSTANTEMENTE SOBRE RELIGIÓN.
La
religión nunca desapareció, sino que adoptó otros aspectos como el
comunismo o el nazismo. El pensamiento laico, en su mayor parte, es solo
religión de una manera reprimida o disfrazada. La gente no lo entiende
porque cree que la religión puede ser desdeñada simplemente rechazando
las creencias religiosas. Como sostengo en Misa negra [Paidós], las
formas religiosas de pensar han seguido dando forma a la ética y a la
política incluso cuando la creencia religiosa ha descendido. No veo
ninguna razón para corregir este análisis. Al contrario, la religión se
ha convertido en un factor aún más fuerte en la política desde que
publiqué el libro en 2007. Cosas como las que han pasado en Egipto y
Siria no pueden entenderse sin comprender el papel de la religión.
USTED
ES ATEO, PERO CON FRECUENCIA HA CRITICADO LO QUE LLAMA “ATEÍSMO
EVANGÉLICO”, LOS NO CREYENTES QUE TRATAN DE CONVERTIR A LOS CREYENTES AL
ATEÍSMO.
Los
ateos evangélicos quieren convertir a la humanidad a una clase
particular de incredulidad. Yo no tengo interés en convertir a nadie a
nada. Mi trabajo consiste en hacer preguntas y dejar que el lector
piense por sí mismo. A menos que sus creencias sean claramente venenosas
–racismo,antisemitismo, homofobia, etc.–, no me interesa lo que la
gente crea o deje de creer.
EN
LO QUE MUCHA GENTE CREE, SEA RELIGIOSA O NO, ES EN LA POLÍTICA COMO UN
ESPACIO EN EL QUE ES POSIBLE LA SALVACIÓN HUMANA, UNA POSIBILIDAD DE
REDENCIÓN. ¿NO CREE QUE ESO SÍ ES PERNICIOSO PORQUE GENERA EXPECTATIVAS
QUE LA POLÍTICA DE NINGUNA MANERA PUEDE COLMAR? ¿Y NO CREE QUE EN ESO SE
PARECE A LA RELIGIÓN?
Sin
duda, mucha gente ha creído que la política es un proyecto de
salvación: no solo los comunistas o la derecha radical, sino también
muchos liberales. Esa es la razón por la que he criticado esa idea. Pero
adoptar la religión como una ficción es diferente, porque no implica
nada acerca de lo que los demás deberían hacer.
EN
EL SILENCIO DE LOS ANIMALES AFIRMA QUE DURANTE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS,
TANTO EN ESTADOS UNIDOS COMO EN EUROPA, LA GENTE HA CREÍDO QUE LA VIDA
–SU VIDA– DEBE SER UNA HISTORIA DE MEJORA CONSTANTE, DE PROGRESO
ILIMITADO. AHORA, NO SABEMOS SI LA GENTE RECONOCE QUE ES POSIBLE QUE UNA
ERA DE RIQUEZA GENERALIZADA HAYA LLEGADO A SU FIN Y HAYA QUE PENSAR EN
VIVIR DE OTRA FORMA O SI MÁS BIEN CREE QUE, DE ALGUNA FORMA, LA POLÍTICA
LO PUEDE TODO Y RECONDUCIRÁ LA SITUACIÓN.
Mucha
gente está empezando a sospechar que el futuro no será mejor que el
pasado, sino peor. Por desgracia, esto no está haciendo que sea más
modesta en sus expectativas de la política, sino más extrema. En muchos
países europeos, están cobrando fuerza movimientos radicales de extrema
derecha que ofrecen soluciones fraudulentas a problemas sociales
señalando con el dedo a las minorías. Este es el peligro actual. En
2008, cuando empezó la crisis, predije que esto sucedería, pero la gente
me decía que era demasiado pesimista.
EN
LA COMISIÓN DE LA INMORTALIZACIÓN, EXPLICA CÓMO LOS HUMANOS HEMOS
CREÍDO QUE, POR MEDIO DE LA CIENCIA Y LA IDEOLOGÍA, PODEMOS DERROTAR A
LA MUERTE Y ALCANZAR LA INMORTALIDAD. ¿ES ESE EL EXTREMO MÁS ABSURDO DE
LA CREENCIA EXAGERADA EN EL PROGRESO?
La
humanidad moderna no acepta la muerte porque esa aceptación va en
contra tanto de la fe prevaleciente en la ciencia como contra las formas
tradicionales del monoteísmo. Como la política ha decepcionado la
esperanza de progreso, se han depositado esperanzas aún mayores en la
ciencia. La longevidad humana es cada vez mayor, y puede que crezca aún
más como resultado de un conocimiento científico cada vez más grande.
Pero ningún avance de la ciencia hará que los humanos sean inmortales.
En
los años ochenta, pregunté a algunos estadounidenses que creían en la
inmortalidad por medio de la criogenética (congelar el cuerpo o el
cerebro) por qué pensaban que las empresas que conservaran sus cadáveres
congelados seguirían en pie siglos más tarde, cuando tenían la
esperanza de ser resucitados. ¿No habría depresiones económicas,
colapsos de regímenes y guerras globales en el futuro, como las ha
habido en el pasado? Me miraron sin comprender. Creían que la sociedad
–o al menos la suya– ya era inmortal. ~
Ramón González Férriz (Barcelona, 1977) es ensayista y columnista en El Confidencial. En 2018 publicó 1968. El nacimiento de un mundo nuevo (Debate).
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