Que consequências podem derivar deste metaverso? José Rosiñol Lorenzo para Entreletras:
Vivimos
en tiempos de incertidumbre, de hecho, la pandemia y la guerra en
Ucrania únicamente han servido de catalizador y amplificador de esa
zozobra social que hace años azota a nuestras sociedades. La ausencia de
referentes claros, sumado a la activación de relatos relativistas e
identitaristas que solo buscan ahondar en dicha falta de referentes (con
fines políticos y de poder) ha llevado a crear marcos referenciales
artificiales que solo responden a la necesidad de articular una
cosmovisión que llene el vacío dejado por el relativismo.
Como
decía, este tipo de procesos tienen la peculiaridad de crear marcos
referenciales artificiales sobre los que deben pivotar y adecuarse
cualquier relato que quiera lograr influencia social para poder medrar
en el econosistema que genera el marco. Esto nos lleva a una situación
de constreñimiento narrativo, intelectual y democrático porque condena a
la muerte civil de cualquiera que ose traspasar los límites o para
aquél que cuestione el marco mismo. Una segunda derivada muy interesante
es la ansiosa necesidad de encontrar el sesgo de confirmación que
autoconfirme el marco referencial y nos sirva de “soma” social
anestesiante. Con ello entramos en la espiral de profecía autocumplida
que es el súmmum del sesgo.
Naturalmente
estamos ante una constante huida de la realidad porque creemos que
nosotros la podemos construir, el problema radica en que cuando la
realidad nos atropella, nos deja noqueados y, muchas veces, solo nos
dedicamos a tratar de reafirmarnos y agarrarnos al asidero de las
sombras como si de la realidad se tratase. Este fenómeno tan
contemporáneo tiene la peculiaridad de estar muy expuesto al devenir de
la historia del presente. Si creíamos que el avance tecnológico nos
hacía inmunes a la Naturaleza, si pensábamos que éramos nosotros sus
valedores, apareciendo esa especie de reificación y tutela (traducida en
fenómenos esperpénticos como el encarnado por Greta Thunberg), la
realidad nos atropelló en forma de pandemia y visualizó la debilidad y
finitud del Hombre en la Naturaleza.
Como
decía, estos cantos de sirena o sombras proyectadas en las paredes de
la cueva de nuestra contemporaneidad lo encontramos en los movimientos
ecologistas. Este tipo de movimientos ha logrado condicionar las
decisiones políticas al más alto nivel y la imposición de un monolítico
discurso social cuyos límites pocos se han atrevido a cruzar porque
sabían que se exponían a la muerte civil o al acoso social. Este tipo de
imposición cultural nos ha llevado a callejones sin salida en los que,
tras décadas de tratar de embutir lo ideal sobre lo real, hemos dejado
en manos ajenas y agresivas nuestro futuro económico, estabilidad social
y política.
Me
refiero al bucle melancólico de “salvar al planeta” cuya traducción
práctica se reducía a una “transición” hacia la energía verde que, en
verdad, era depender de actores políticos como la Rusia neoimperialista
de Putin. En vez de apostar por energías limpias (sin la mítica huella
de carbono) como la nuclear de fisión y la transición hacia la nuclear
de fusión, se decidió por unas renovables económicamente no rentables y
la necesidad de aumentar la producción energética mediante el gas. Algún
día habrá que preguntarse hasta qué punto intereses geopolíticos y
actores extranjeros han ido impulsando y sosteniendo este tipo de
movimientos que tan buenos resultados han otorgado a países como Rusia.
En este tipo de planes de ingeniería social, nunca hay nada inocente, ni
por supuesto, bienintencionado.
Pero,
como vemos, este tipo de movimientos se están dando de bruces con la
realidad, realidad en forma de guerra y pandemia, ahora veremos cómo van
mutando paulatinamente todos aquellos adalides del buenismo
relativista. Aunque sea con dolor, con mucho dolor, necesariamente
tendremos que coger el pulso de los sucesos y activar políticas
estratégicas que superen y dejen atrás el marco preestablecido. Ahora
bien, ¿esto significa que hemos acabado con el vacío existencial
derivado del relativismo cultural imperante? Mucho me temo que no, el
virus del relativismo ha calado muy hondo, el mero hecho de enfrentarnos
a una realidad amenazante puede llegar a agudizar la sensación de
angustia y la anomia social. ¿Qué tipo de respuesta se puede estar
presentando? A mi entender, la aparición en el horizonte del llamado
“Metaverso” puede ser el cenit de esa huida existencial de la que
hablaba más arriba.
¿Qué
consecuencias pueden derivar de este “Metaverso”? Más allá de las
consecuencias institucionales y democráticas que puedan derivarse (hablo
de ello en el artículo titulado “Metaverso, democracia e identidad”)
me preocupa un aspecto que creo de mucho calado, básicamente en cómo
afectará en la cosmovisión de la sociedad una tecnología como la que nos
propone Mark Zuckerberg, en cómo afectará nuestra relación con el medio
y las relaciones sociales, me pregunto si podrá a llegar a tener una
profundidad ontológica en el ser humano. Antes de seguir con el
argumento, decir que el “Metaverso” puede responder a un constructo
fruto de la profecía autocumplida, pero, sea como fuere, la creación de
un universo inmersivo paralelo a la realidad, puede tener consecuencias
de mucho calado.
¿A
qué respondería la creación del “Metaverso”? O mejor dicho ¿qué hueco
estaría cubriendo una oferta como esta? Estamos en la constatación
empresarial de intentar cubrir el vació existencial, la mareante
infinitud del Ser y la angustiosa finitud del individuo. En verdad,
tener una realidad virtual inmersiva en la que poder interactuar,
socializar, ganarse la vida, ser “otro yo”, un mundo virtual dónde una
de sus principales características es que todos tienen una posición
panóptica y, por tanto, todo el mundo puede ver a todo el mundo puede
llegar a condicionar cómo entendemos el mundo y la realidad. Me pregunto
si no estaríamos ante un cambio tan sustancial como el que expresaba
Mircea Eliade con el cambio de mentalidad neolítica (en lo sagrado y en
lo profano) por el mero hecho de visualizar la génesis de la vida desde
la muerte. ¿Estaremos ante un cambio en las mentalidades de este calado?
¿Podría estar siguiendo el modelo homérico de virtudes por exposición y
vergüenza social? ¿Esta sobreexposición tendrá su derivada más allá del
“Metaverso”?
Lamentablemente
hemos visto como las nuevas tecnologías y las redes sociales han
servido para azuzar movimientos identitarios, mentalidades tribales,
radicalización social…dar una vuelta de tuerca más de la mano de los
proyectos de Zuckerberg solo puede agudizar aún más estos procesos y,
como decía, podrían ser de un calado que podría cambiar nuestra
mentalidad, quién sabe si nos estamos adentrando en una mentalidad
paradigmática o, quizás, estamos recorriendo el camino inverso de la
Ilustración y nos encontramos en pleno proceso de reencantamiento que
podrá afectar a lo profano y a lo sagrado. Creo que nos hemos de parar a
reflexionar y situar las cosas en su sitio, la tecnología es y debe ser
un medio, nunca un fin en sí misma.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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