Criticar o cinismo das pessoas que pedem a Zelenski que se renda não é o mesmo que assumir um triunfalismo ingênuo. Ricardo Dudda para The Objective:
Los
tambores de guerra multiplican su omnipresencia en Ucrania mientras se
hace inaudible el lenguaje del alto el fuego, y menos aún el del acuerdo
y la negociación», dice el editorial de El País de ayer. «Medio año de
guerra no ha servido para ofrecer un respiro reflexivo y examinar las
condiciones de una desescalada». No es una opinión aislada. Desde que
comenzó la guerra, varias voces critican la obcecación del presidente Zelenski
por no rendirse, por no ceder ni un palmo de territorio. Es su
insistencia en proteger su país, parece, lo que impide el fin del
conflicto.
Es
una visión cínica pero también ingenua. Omite la guerra en el Donbás en
2014, la invasión de Crimea en el mismo año, la ideología que hay
detrás de la invasión, y la concepción que tiene Rusia de esta guerra,
que es la misma desde hace casi una década: si no podemos ganar, haremos
todo lo que sea para desestabilizar Ucrania, convertirla en un Estado
fallido. Como ha escrito la analista Maria Snegovaya, «es probable que
esta sea una guerra prolongada durante años que se prolongará hasta la
muerte de Putin. Ahora está claro que no empezó en 2022, sino en 2014 o
incluso en 2003.» No es una guerra en la que uno pueda llegar a un
acuerdo; para el imperialismo ruso, es una guerra santa, y dar marcha
atrás es inaceptable.
Uno
de los principales peligros a los que se está enfrentando Ucrania es el
hastío de la opinión pública occidental. El tono del editorial de El
País refleja un poco ese hartazgo: basta ya de «belicismo», que además
la guerra está provocando una crisis energética en Europa
(algo sorprendente es el frame que da el editorialista a esto, cuando
habla del peligro de que la crisis energética pueda fomentar un «un
populismo atento solo a la inflación y al nivel de vida»). El analista
Borja Lasheras tuiteaba ayer que estos días tiene que «rebuscar en
medios nacionales sobre la última barbaridad rusa (bombardeo ayer de una
estación de tren en región de Dnipro, decenas de muertos en vagones), 0
sobre deportaciones de niños [ucranianos a Rusia]».
El
hartazgo mediático y de la opinión pública occidental no tiene nada que
ver con la guerra. Las cámaras se están yendo pero las bombas siguen
cayendo. Ucrania no debería rendirse no porque vaya a finalmente ganar,
algo que parece muy poco probable (aunque, ¿qué es ganar en una
situación así?) sino para no perder mucho más. Porque Rusia no respeta
la paz, los altos el fuego, los acuerdos. Criticar el cinismo de quienes
piden a Zelenski que se rinda no es lo mismo que asumir un triunfalismo
ingenuo. Esta guerra no se podrá ganar; lo importante es intentar no
perderla.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
Nenhum comentário:
Postar um comentário