Gabriela Calderón de Burgos analisa, via Instituto Cato, o livro de Neil Monnery sobre duas economias que tinham praticamente o mesmo nível na década de 1950: Hong Kong e Cuba:
En la década de 1950, Hong Kong tenía un ingreso per cápita similar
al de Cuba. Tomando las dos islas como una especie de experimento
natural, Neil Monnery compara en su reciente libro la evolución de ambas
economías (A Tale of Two Economies: Hong Kong, Cuba and the Two Men
that Shaped Them). Ahora que el sistema libre de Hong Kong podría
perecer ante la dictadura China, vale la pena tomar nota de una historia
de éxito.
Monnery inicia su análisis en los 1950s, cuando el ingreso per cápita
de Hong Kong era alrededor de un tercio de aquel de Gran Bretaña. Para
cuando Hong Kong fue entregada a China en 1997, la isla había llegado a
tener el mismo ingreso per cápita que Gran Bretaña. Para 2018 tenía un
ingreso per cápita de $64.000, esto es, 40% más alto que el de la otrora
madre patria. Cuba, en cambio, tenía un ingreso per cápita de $9.000.
Si bien según esta medida Cuba ha duplicado su ingreso por persona desde
los 1950s, el de Hong Kong es 14 veces mayor.
Mientras que Hong Kong adoptó un sistema de liberalismo económico,
Cuba adoptó un sistema de planificación centralizada. Gran Bretaña había
quedado empobrecida luego de la Segunda Guerra Mundial, Hong Kong no
iba a recibir fondos y tuvo que arreglárselas para generar su propia
recuperación. Hong Kong, acababa de soportar cuatro años de ocupación
japonesa. La economía colapsó y cayó la población de 1,5 millón de
habitantes a cerca de 600.000.
Monnery le atribuye la marcada divergencia de fortuna de estas islas a
dos individuos que inspiraron aquella serie de políticas públicas que
las encaminaron en sus respectivas trayectorias: el discreto funcionario
escocés del servicio público británico Sir John Cowperthwaite y el
famoso guerrillero argentino Che Guevara. Mientras que Guevara
consideraba que el estado debía adoptar una política industrial,
Cowperthwaite creía que ese no era el papel del estado. Guevara
consideraba que “necesitamos una industria básica, aunque esta no haga
dinero, aunque no sea el mejor de los negocios”.
Mientras que Cuba se cerró al mundo, Hong Kong construyó su
prosperidad sobre la base de un comercio libre con el resto del mundo.
Lejos de derivar esto en una destrucción de empleos, como suelen
vaticinar los enemigos del comercio, Hong Kong pasó de tener 972
fábricas en 1947 que empleaban a 51.000 personas a tener 17.000 fábricas
empleando a 600.000 trabajadores en 1970. Adicionalmente, el modelo
implicaba impuestos bajos —por ejemplo, el impuesto sobre la renta se ha
mantenido en 15% desde 1966— para atraer capitales y fue esto en gran
medida lo que hizo posible el desarrollo del centro financiero
internacional. Además, el gasto público se mantuvo bajo y en lugar de
tener una deuda pública, Hong Kong suele tener un fondo de ahorro para
cubrir gastos a futuro—este fondo hoy equivale a 40% del PIB y cubriría
más de dos años del gasto público.
Finalmente, dice Monnery, un indicador importante acerca del éxito de
una economía es si atrae o espanta a las personas. Ambas islas han
experimentado grandes flujos migratorios. Pero, mientras que en Hong
Kong el flujo ha sido entrante, en Cuba ha sido saliente. En términos de
flujo migratorio neto, de Cuba salieron casi dos millones de personas, y
a Hong Kong ingresaron unos casi idénticos dos millones de personas.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 12 de junio de 2020.
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