Em artigo publicado pelo Instituto Cato, o professor Alberto Benegas Lynch (h) destaca seis heróis russos que defenderam as liberdades individuais em um dos ambientes mais hostis a elas:
El
término “héroe” ha sido usado y abusado muy frecuentemente por parte de
quienes aplastan con sus botas las libertades individuales, sean
militares o civiles entronizados en gobiernos que fuerzan a la población
a rendirles tributo con estatuas y demás homenajes a todas luces
injustificados.
A
nuestro entender los seis héroes rusos en el sentido más ajustado del
término han sido sin duda Anna Politkovaskaya, Alexander Solzhenitsyn,
Mstilav Rostropovich, Vladimir Bukovsky,Garry Kasparov y Andrei
Sakaharov.
La
primera fue asesinada en un ascensor en Moscú por su valiente y
constante crítica al régimen de Vladimir Putin. Politkovskaya nació en
Nueva York, hija de diplomáticos rusos ante las Naciones Unidas, estudió
en los Estados Unidos para luego vivir en la tierra de sus ancestros,
donde se graduó en la carrera de periodismo en la Universidad de Moscú y
allí tuvo su primera confrontación seria al presentar su tesis sobre
Marina Tsvetaeva, la poetisa condenada por el régimen estalinista. En
Moscú, con un grupo de amigos fundó un diario, la Novaya Gazeta, con la
idea de competir nada menos que con Pravda, el periódico oficial que
paradójicamente significa “verdad”.
Desde
ese nuevo periódico denunció permanentemente la corrupción y los
atropellos del gobierno de Putin en todos los frentes. Como sucede en
esos sistemas, fue reiteradamente amenazada de muerte y advertida de los
serios peligros que corría incluso por amigos periodistas de Occidente,
como el director de The Guardian de Londres. Esto ocurría en un
contexto donde, según el Grupo Helsinki, solamente en Moscú durante los
gobiernos de Putin, fueron asesinados por los sicarios una cantidad
inaudita de periodistas que se animaron a hablar de las atrocidades del
sistema.
A
pesar de todo, la extraordinaria periodista de marras proseguía con sus
denuncias en sus valientes artículos de investigación. Consignó que el
fundamento de su actitud era: “Si alguien cree que puede vivir una vida
confortable en base a pronósticos optimistas, allá ellos, es la forma
más fácil pero también constituye la pena de muerte para nuestros
nietos” (este pensamiento hay que refrescarlo también en otros lares).
Random House de Nueva York publicó su impresionante y muy ilustrativo
diario bajo el título de A Russian Diary. A Journalist Final Account for
Life, Corruption and Death in Putin’s Russia.
Salman
Rushdie escribe: “Como toda buena investigadora periodística, Anna
Politkovskaya presentó verdades que reescribieron los cuentos oficiales.
La continuaremos leyendo y aprendiendo de ella a través de los años”.
Antes de eso publicó un libro con una notable investigación cuyo título
en la versión castellana es La Rusia de Putin (Barcelona, Debate) donde
documenta muy acabadamente los reiterados atropellos y las iniquidades
llevadas a cabo por los hampones de Putin y los desaguisados y la
miseria que debe sufrir el común de la gente.
De
Alexander Solzhenitsyn no hay mucho más que decir de lo que ya se ha
dicho sobre este notable escritor que ilustró su opinión sobre el
sistema comunista en su célebre El archipiélago Gulag y en su también
celebrada Carta a los burócratas soviéticos donde destaca la mugre moral
del sistema en contraste con el respeto recíproco como eje central de
la sociedad libre.
Mstilav
Rostropovich si bien pertenece al mundo de la música como director de
orquesta, pianista y el violonchelista de mayor jerarquía mundial que
estrenó más de un centenar de piezas, fue un notabilísimo y persistente
difusor de las libertades individuales y severo detractor de los
totalitarismos, comenzando por el imperante en Rusia, país lo privó de
su ciudadanía por todas sus reiteradas declaraciones en favor de la
sociedad abierta y por haberlo cobijado a Solzhenitsyn cuando este no
contaba con los suficientes ingresos como para mantenerse debido al
acoso totalitario. Recibió el Premio de la Liga Internacional de
Derechos Humanos en 1974, estaba casado con la soprano Galina
Vishnévskaya y fue director de la orquesta sinfónica de Washington, DC
durante 17 años.
Vladimir
Bukovsky –a quien tuve el gusto de conocer personalmente cuando siendo
Rector de ESEADE lo invité a pronunciar una conferencia en uno de los
actos académicos de graduación– ha sostenido que “el monstruo que
crearon nuestros Frankensteins mató a sus creadores, pero él está vivo,
muy vivo. A pesar de los informes optimistas de los medios de
comunicación occidentales, que en los años transcurridos desde entonces
han proclamado que Rusia entró en la era de la democracia y de la
economía de mercado, no hay evidencias, ni siquiera perspectivas, de que
así sea. En lugar de un sistema totalitario ha surgido un estado
gangster, una tierra sin ley en la cual la antigua burocracia comunista,
mezclada con el hampa, se ha convertido en una nueva élite política,
así como en una nueva clase de propietarios”.
La
Unión Soviética provocó el mayor genocidio de la historia de la
humanidad: cien millones de asesinatos desde 1917 a 1989 como lo muestra
el Libro negro del comunismo escrito por seis investigadores
encabezados por S. Courtois, (Planeta, 1998).
Alarmado,Garry
Kasparov –más conocido por el ajedrez– escribió que el actual
presidente Vladimir Putin celebró nada menos que la historia de la KGB,
imprimió efigies del asesino Félix Dzerzhinsky, eliminó el debate sobre
si Lenin debe ser removido del lugar de honor que ocupa en la Plaza
Roja, puesto que afirmó que “hacerlo sería decirles a los rusos que
ellos han venerado valores falsos”.
Asimismo,
Kasparov señaló que en los textos difundidos por la Universidad de
Moscú se tergiversan los hechos más importantes de la historia soviética
y “las invasiones de Hungría y Checoslovaquia son descritas como
operaciones conjuntas del Pacto de Varsovia para preservar la integridad
del sistema socialista”. Kasparov, con razón, se indignó frente al
hecho de que las autoridades rusas —a diferencia de lo que ocurrió
después del holocausto hitleriano o la reciente inauguración de La Casa
del Terror, en Hungría— no han producido ni el más mínimo mea culpa.
Insiste en que Putin “es el mayor enemigo del mundo libre”, con quien
“no hay diálogo posible” y “nada es cierto de lo que dice de Ucrania”,
al escribir estas líneas en proceso de ser invadida por la canallada
rusa instalada en el gobierno… un escándalo internacional para todas las
personas decentes.
La
situación actual de Rusia, dominada por la antigua nomenclatura, se ha
adueñado por parte de aquellos hampones de lo más importante de la
actividad económica de aquel país. En medio de intimidaciones y
cercenamiento de la prensa y amenazas cada vez que hay simulacro de
procesos electorales y de violencia institucionalizada, esta parodia
grotesca significa un peligro para la civilización además de una
catástrofe para el sufrido pueblo ruso. En su momento nos visitó en
Buenos Aires Yuri Yarim Agaev como emisario de Bukovsky, quien nos
explicó detenidamente que en 1991 hubiera sido posible revertir la
situación en Rusia debido a la colaboración de eminentes ciudadanos de
ese país. La operación se frustró debido a la decidida intervención del
Fondo Monetario Internacional, que apoyó con sumas millonarias a las
mafias hoy enquistadas en el poder y en los sectores económicos y
sociales más importantes. Una vez más se repite aquello que Eudocio
Ravines citaba de Lenin: “Occidente vende a los rusos las cuerdas con
que serán ahorcados”.
Por
último Sakharov, el destacado físico nuclear que sin entender de
economía ni de derecho –lo cual ha puesto en evidencia en varias de sus
declaraciones públicas– cabe subrayar su arrojo para combatir al
totalitarismo ruso lo cual lo hizo acreedor del premio Nobel de la Paz
en 1975. En su entrevista con Olle Stenholm enfatiza que el aparato
estatal soviético “representa el extremo de la concentración económica,
política e ideológica del poder” y que lo que define al régimen “es la
ausencia de libertad y la burocratización de la administración”. Tras
este drama está presente de largo tiempo en Rusia la confusión de ideas y
valores, primero con el terror blanco y luego con el rojo que se
prolonga hasta nuestros días con otro disfraz. La única forma de
progresar es contar con marcos institucionales que respeten la propiedad
privada –a contracorriente de lo propuesto por Marx y Engels en cuanto a
la abolición de esta institución fundamental– y, por tanto, los
derechos individuales y la consecuente libertad de las personas,
comenzando por su propio cuerpo y su pensamiento, extendido a lo que
obtienen de modo lícito.
Para
percatarse de primera mano de la catástrofe que genera el marxismo
revolucionario nada mejor que la lectura del libro del argentino ex
guerrillero y agente de los servicios cubanos de espionaje Jorge Masetti
titulado Entre el furor y el delirio donde concluye que “caigo en
cuenta de que la revolución ha sido un pretexto para cometer las peores
atrocidades […] Hoy puedo afirmar que por suerte no obtuvimos la
victoria, porque de haber sido así, teniendo en cuenta nuestra formación
en Cuba, hubiéramos ahogado el continente en una barbarie
generalizada”.
Afortunadamente
la larga tradición liberal abre las puertas a nuevos paradigmas que se
despegan por completo de los extremos apuntados en la presente nota
periodística puesto que como reza el lema de la Royal Society de Londres
nullius in verba, es decir, no hay palabras finales. Es constante el
peregrinaje por incorporar nuevas dosis de conocimiento en el mar de
ignorancia en el que nos debatimos en una secuencia interminable de
corroboraciones provisorias sujetas a refutaciones. Hay quienes se han
quedado atrasados en el debate considerando que no es necesario
actualizarse pero de un tiempo a esta parte incluso se han suscitado
intercambios académicos aún no saldados del todo sobre la objeción a la
existencia del monopolio de la fuerza. No completados aún pues no ha
podido dedicarle el suficiente tiempo debido a la manía por la monotonía
en la repetición de los errores del estatismo en sus diversas variantes
lo cual hace que no pocos se dediquen a coyunturas girando como canes
que pretenden morderse la cola sin destino a la vista. Proceden como si
el liberalismo fuera una ideología, no en el sentido inocente del
diccionario de conjunto de ideas ni siquiera en el sentido marxista de
falsa conciencia de clase sino como algo cerrado, terminado e inmóvil.
Necesitan ventilación porque hay tufo a encierro. En esta línea
argumental hace tiempo publiqué un artículo titulado “El liberalismo
como anti-ideología”.
Estos
giros infructuosos de machacar en lo coyuntural no les ha dado oxígeno y
los ha apartado del centro de jugosos debates sobre los que ni siquiera
se han dado tiempo para saber de qué se trata. Esto es así principal
aunque no exclusivamente referidos a los pro y contras de las
externalidades, los free-riders, bienes públicos, el dilema del
prisionero, la asimetría de la información, el teorema Kaldor-Hicks y el
equilibrio Nash donde se extiende el concepto del orden espontáneo con
reformas sumamente ingeniosas y rigurosas en las áreas de justicia y
seguridad que es necesario atender. Por mi parte he participado en este
debate vía mi libro titulado Hacia el autogobierno. Una crítica al poder
político que lleva prólogo del premio Nobel en Economía James M.
Buchanan (Buenos Aires, EMECÉ Editores, 1993), mi ensayo presentado en
el seminario en Seúl, en agosto de 1995, con el título “Toward a Theory
of Autogovernment” patrocinado por la International Cultural Foundation,
ponencia publicada en 1997 junto a las otras de ese encuentro académico
en el libro Values and Social Order (Sydney-Londres, Avebury
Publishers, Gerard Radnitzky ed.), complementado al año siguiente por
otro de mis ensayos: “Bienes públicos, externalidades y los free riders:
el argumento reconsiderado” publicado en Estudios Públicos, Santiago de
Chile, No. 71, invierno de 1998, mi ensayo “¿Es posible el gobierno
limitado?” publicado en Madrid por Proceso de Mercado. Revista Europea
de Economía Política, Vol. XIV, No. 2, otoño 2017 que amplié con una
nota en el post scriptum de mi libro Maldita coyuntura editado por Grupo
Unión y también en mi libro Estados Unidos contra Estados Unidos
publicado en su primera edición por el Fondo de Cultura Económica
siempre con prólogo de Carlos Rodríguez Braun y prefacio de Álvaro
Vargas Llosa donde intercalé el referido debate en el capítulo titulado
“Despejar telarañas mentales: una mirada al futuro”.
En
todo caso, aun sabiendo que –igual que en todas las ramas científicas–
es muy probable que más adelante nos refuten a nosotros con mejoras, es
necesario mirar desde distintos ángulos a nuevos paradigmas radicalmente
opuestos al totalitarismo ruso y a todo exceso encabezados
principalmente por autores de la talla de Anthony de Jasay, Bruce
Benson, David Friedman, Bruno Leoni, Michel Huemer, Leslie Green, Murray
Rothbard, Walter Block, Gustave de Molinari, Albert J. Nock, Herbert
Spencer, Edward Stirngham, Jesús Huerta de Soto, Morris y Linda
Tannehill y también en las postrimerías de Friedrich Hayek que a pesar
de su avanzada edad ha mostrado cintura y capacidad notable de reflejos
frente a nuevas propuestas que han dejado en la antigüedad a muchas
propuestas clásicas, lo cual hemos consignado en detalle en textos
anteriores.
Este artículo fue publicado originalmente en Infobae (Argentina) el 26 de febrero de 2022.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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