Em oito anos de governo,
o fanfarrão que a Colômbia teve como presidente, José Manuel Santos,
converteu o país num "mar de coca". Custou muito para os colombianos o
Nobel da Paz que lhe foi atribuído, escreve Fernando Londoño no Blog de Montaner:
El fanfarrón barato
que tuvimos ocho años por Presidente nos ha salido carísimo. Cada uno
dirá para su capote dónde estuvo lo más costoso de esta comedia. Para
nosotros no cabe duda. Convertir a Colombia en el mar de coca del que
hablara el Procurador Carrillo fue la peor parte de esta grotesca
función.
Santos quería un
Premio Nobel, con la pasión con que cualquier mocoso quiere el más
apasionado de sus caprichos. Y las FARC tenían la llave de ese
cuartucho, dispuestas a usarla pero con alto costo. Y Santos no vaciló.
Peor que perdonar sin
castigo sus infames delitos; peor que entregarles el manejo del país;
peor que regalarles curules en el Congreso; peor que organizarles una
Rama Judicial para absolverlos y condenar a sus enemigos; peor que
convertir la Constitución en juguete de sus apetitos; peor que todo eso y
mucho más, fue entregarles sin apremios el manejo de la cocaína y
convertir a Colombia en el más abyecto de los narco países del mundo.
Santos pavimentó la carretera de la coca con cuanto sello asfáltico exigieron las FARC.
Primero, fue poner la condición de que desaparecieran los bombardeos a sus campamentos. Santos aceptó.
Segundo, que se eliminaran las fumigaciones aéreas sobre los campos sembrados de coca. Santos ordenó suspender las fumigaciones.
Tercero, fue disponer
que no hubiese extradición para cuanto bandido cocalero fuese
solicitado por las Cortes de los Estados Unidos. Santos se comprometió a
negar esas extradiciones.
Lo cuarto fue
convertir en delitos conexos con los llamados políticos- la rebelión, la
sedición y la asonada- el delito de narcotráfico.
La quinta condición
fue la de enredar la Ley de Extinción de Dominio, de modo que se les
garantizara la propiedad sobre las inmensas fortunas que consiguieron y
seguirán acumulando con la cocaína.
La sexta fue la de no molestarles sus rutas y embarques con la intervención del Ejército.
Santos se plegó a
todo. Y se ganó el Premio Nobel metiéndole al mundo la mentira de que
había logrado conquistar la paz y acabar la guerra en un país que la
había padecido cincuenta años. Y convirtió a Colombia en un mar de coca.
La Paz se disfrazó
como el fin de un eterno conflicto con una organización guerrillera
marxista leninista, fundada para proteger el campo de la burguesía
capitalista. Pues ni las FARC sabían qué diablos era el marxismo
leninismo, ni terminaron el conflicto. Porque viva la causa de la
tragedia colombiana, la cocaína, nada se conseguía con todo ese aparato,
con todos esos sacrificios, con todas esas claudicaciones.
Colombia está
convertida en un mar de coca. Santos juró, con uno de esos juramentos
que llenaron de ira al Cielo, que las FARC serían las aliadas del
Gobierno para combatir los cocaleros. Por supuesto que era al revés.
Santos ganaría el Nobel y las FARC la cocaína y el dinero que la cocaína
vale, siendo ese uno de los mayores negocios del mundo.
Esa simonía tiene un precio. Que es el que hemos pagado por cuotas y ahora nos pasarán la cuenta por el remanente.
La cocaína se
cuadruplicó, cuando menos, en estos ocho años. Y con la cocaína más que
se cuadruplicó la inseguridad en los campos y las ciudades. El
narcotráfico es toda una manera de vivir, una concepción mafiosa de la
existencia. Por eso se rompieron los diques de la corrupción y se
perdieron los límites del delito. Los delincuentes no tienen medida en
su osadía, mientras los jueces no libran una batalla que saben perdida
de antemano. ¿Para qué?
El narcotráfico acabó
los tesoros ecológicos de Colombia. Los parques naturales muestran al
viajero las heridas de la cocaína. Los ríos son pantanos inmundos
poblados de mercurio y no de agua, porque la mimería ilegal es hermana
del narco tráfico y propiedad de las FARC.
La agricultura no
puede competir con el cultivo de la coca. No quedó en la ladera andina
quién siembre ni recoja el café. Los jóvenes se fueron a sembrar y
raspar y traficar coca
El contrabando se
multiplicó exponencialmente y liquidó la industria, empezando por la
mediana y la pequeña que no puede competir con productos sub facturados,
llegados contra el pago de dólares que no valen nada.
Como el eje del
ingreso del Gobierno es la economía lícita, el traslado hacia la
economía negra obligó al Gobierno a llenar de impuestos una sociedad
agónica, que no tiene cómo pagarlos. El déficit Fiscal es insoportable.
Los jóvenes no encuentran empleo y se van del país o se alistan en cualquier empresa criminal o suicida.
Y nos quedaría mucha
tragedia por descubrir, si tiempo y espacio tuviéramos. Nos basta,
llegados a este punto, volver atrás y decir, con desconsolada ira, que
el Nobel de Santos resultó carito. Costó un país entero.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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