Em artigo publicado pelo Instituto Cato,
Gabriela Calderón de Burgos comenta que os protestos no Chile podem ser
explicados pela má percepção que muitos chilenos têm diante do status
quo e pelo questionamento da democracia liberal como mecanismo pacífico
para tomar decisões coletivas:
¿Por qué protesta el país más rico de Latinoamérica que goza de una
democracia liberal y sus ciudadanos del grado más alto de libertad
humana, según lo miden los Institutos Cato y Fraser, considerando
libertades económicas, civiles y personales? También es el país que
dentro de la región tiene el mayor puntaje en el Índice de Desarrollo
Humano, es el segundo menos corrupto según el Índice de Percepción de
Corrupción, y el tercero en el índice de Estado de Derecho.
Muchos han sentenciado que protestan por la desigualdad, pero los
datos no respaldan esta explicación. La desigualdad de ingresos en
Chile, medida por el coeficiente Gini, ha caído de manera significativa
desde 1990. Tampoco es que los beneficios han ido solamente a los más ricos:
entre 1990 y 2015 el ingreso per cápita de aquellos con ingresos más
altos aumentó en un 208%, mientras que aquel de los que pertenecen al
quintil más bajo incrementó en un 439%.
Entonces, ¿por qué protestan? El fenómeno es muy complejo y no se
restringe a Chile. El psicólogo de Harvard Steven Pinker señaló en su
libro En defensa de la ilustración que a pesar de que el mundo está cada
vez mejor en prácticamente cualquier indicador de bienestar humano que
podamos considerar, muchos perciben que estamos cada vez peor y sucumben
ante los cantos de sirena de líderes que se nos presentan como
salvadores. Pinker sostiene que hay que volver a defender los valores de
la Ilustración que hicieron posible la prosperidad a la que nos hemos
acostumbrado en la modernidad.
En 1929, hace casi un siglo, el filósofo español José Ortega y Gasset escribió en La rebelión de las masas que:
“Al amparo del principio liberal y de la norma jurídica podían actuar y vivir las minorías. Democracia y ley, convivencia legal, eran sinónimos. Hoy asistimos al triunfo de una hiperdemocracia en que la masa actúa directamente sin ley”.
Bajo el espejismo de que “todo tiempo pasado fue mejor” las masas son
atraídas por la promesa de un paraíso terrenal que suele conducir a la
destrucción del orden que ha hecho posible el bienestar actual, progreso
que dan por sentado y al cual llegaron, al decir de Ortega y Gasset,
como herederos, y desarrollan la psicología del “niño mimado”. El
“hombre-masa” no tiene nada que discutir porque se siente dueño de la
verdad.
Ortega y Gasset señala que el gran avance en Occidente fue que se
logró conformar un sistema de cooperación social que dejó el uso de la
fuerza relegado a última instancia: “La civilización no es otra cosa que
el ensayo de reducir la fuerza a ultima ratio. Ahora empezamos a ver
esto con sobrada claridad, porque la ‘acción directa’ consiste en
invertir el orden y proclamar la violencia como prima ratio; en rigor,
como única razón”.
¿Las protestas son siempre legítimas? Depende. Cuando se protesta
para defender un orden de cooperación social que posibilita el ejercicio
de las libertades individuales y el progreso humano que de este se
deriva, claro que sí. Cuando se protesta para destruir ese orden y se lo
hace utilizando la violencia como primer recurso, pues claro que no.
BLOG ORLANDO TAMBOSI
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